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Alberto Núñez Feijóo lleva encadenando tres mayorías absolutas desde que se presentó por primera vez a unas elecciones autonómicas en Galicia allá por 2009 y siempre lo ha hecho haciendo coincidir esas elecciones con las vascas. ¿Cómo no lo iba a repetir ahora que busca ... su cuarta mayoría absoluta, para empatar a cuatro con el legendario Manuel Fraga? Cabe pensar que busca esa coincidencia con Euskadi porque le proporciona una especie de pátina identitaria, diferenciando así al PP gallego del PP nacional. Yo más bien creo que es algo propio de la superstición gallega, que haberla hayla y que también cuenta en política: le ha ido bien con la coincidencia y la persigue a toda costa y eso que en Galicia la urgencia sanitaria es mucho menor que en Euskadi: allí ha habido 'solo' 600 víctimas del coronavirus, por casi 1,500 vascas.
Además Galicia no necesita de ningún refuerzo identitario para parecerse a Euskadi, ya que estamos hablando de una región con una personalidad histórica y cultural contrastada que le confiere un evidente paralelismo con la nuestra y que nos permite realizar entre ambas un ejercicio muy interesante de comparación en su respectiva realidad histórica y política. Ambas son regiones del norte de la península, volcadas hacia el Atlántico, con semejanzas climatológicas, geográficas y paisajísticas. Aunque Galicia cuatriplica la superficie vasca, la población es similar -2,7 millones allí por 2,1 aquí- y eligen el mismo número de parlamentarios -75-, distribuidos, eso sí, de diferente manera, en cuatro provincias allí por tres aquí y con un sistema proporcional allí por uno equitativo de 25 parlamentarios por provincia en el caso vasco, debido a su respeto por la foralidad de cada territorio histórico.
En ambas comunidades se habla una lengua diferente a la común de toda España. El gallego, además, tiene mucha mayor implantación y su literatura muestra profundidad histórica y alta calidad. Además, el galleguismo político se precia de ser el de mayor elaboración teórica de los nacionalismos existentes en la península, con tres cumbres como son Manuel Murguía, Alfredo Brañas y Vicente Risco, aunque el que ha quedado como más conocido a nivel popular haya sido Castelao.
A partir de 1978, Galicia y País Vasco accedieron por la vía preferente a sus estatutos de autonomía, pero mientras el galleguismo reconoce sus referentes de derechas, como Risco y Otero Pedrayo, en el caso vasco PNV y PSE se han esforzado en ocultar el gran peso de la derecha vasca en la historia de su autonomismo. Otra similitud viene de la hegemonía constante de un solo partido en cada caso. En el gallego el Partido Popular y en el vasco el PNV. El dominio del PP incluso ha sido más aplastante en Galicia: ha ganado las diez elecciones autonómicas celebradas y casi todas por mayoría absoluta. El PNV, en cambio, de once elecciones, perdió una por escaños en 1986 y nunca ha conseguido mayoría absoluta, por lo que ha debido buscarse socio de gobierno, normalmente el PSE. Solo en 2005 en Galicia y en 2009 en Euskadi, PP y PNV han cedido el gobierno a otro partido.
Pero sí hay una diferencia fundamental entre Galicia y Euskadi en cuanto a la traslación de sus fuertes identidades culturales al plano de la política y esa es la presencia dominante del nacionalismo en el caso vasco -en el que PNV y la izquierda abertzale resultan claramente mayoritarios-, mientras que en el caso gallego es un partido de ámbito estatal y además de derechas el que gestiona de manera casi abrumadora su administración autonómica. Y esto es precisamente lo que hace apasionante la comparación entre ambas comunidades. Cómo es posible que con dos nacionalismos culturales e históricos similares en sus fundamentos ideológicos, su traslación a la política sea tan diversa, por no decir contrapuesta, ya que el partido que en Euskadi representa por antonomasia lo que desde el nacionalismo vasco se denomina la imposición española -el PP- es precisamente el que gobierna casi de manera continua en Galicia.
A esa pregunta yo llevo respondiendo desde hace tiempo en un mismo sentido. Cataluña, Euskadi y Galicia comparten un mismo nacionalismo de base, digamos así, que queda perfectamente a la vista en Galicia: una tradición histórica y cultural evidente, sin traslación al ámbito político en forma de nacionalismo. ¿Por qué? Porque en Galicia no hubo desarrollo industrial ni, por tanto, fuerte inmigración del resto de España, que es la que, paradójicamente, ha generado la tensión antiespañola en Cataluña y Euskadi. Dicho de otro modo y con un ejemplo de última hora. El preso de ETA que está generando, por su huelga de hambre, los últimos episodios de ataque a sedes de partidos en Euskadi se llama Francisco Ruiz Romero, más conocido por Patxi Ruiz.
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