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El regreso a la frivolidad no va a ser fácil, dijo en una entrevista hará unos dos meses (en pleno confinamiento) el filósofo alemán Peter Sloterdijk. Y claro que tenía razón. Todos asentimos cabalmente. Lo primero que desaparece en una tragedia es la frivolidad. El ... grupo se impone sobre el individuo y los jefes adoptan un aire de flagrante seriedad: bromas, las justas. Pero, ¿cuánto tiempo puede aguantarse sin frivolidad? Supongo que mucho. Unos más que otros, en cualquier caso. Ahora Manuel Castells, ministro de Universidades, un intelectual no menos reputado que Sloterdijk a nivel internacional, dice que el mundo del consumismo desenfrenado ha llegado a su fin. Y yo me pregunto: ¿Es eso posible? Tengo una amiga andaluza, una escritora, que durante los meses de confinamiento me preguntaba cada quince días qué era lo que más echaba yo de menos. Luego ha resultado que había estado haciendo la misma pregunta a unas cuarenta personas y de las respuestas de todos podía deducirse que lo que más echábamos de menos era el rato de estar sentados en una terraza tomando una cerveza con alguien.
¿Qué es lo mejor de la vida? ¿Tú lo sabes? La vida puede reducirse a muy pocas cosas realmente necesarias, pero el rato de la cerveza en una terraza se lleva probablemente el número uno en el ranking colectivo de lo irrenunciable: lo más necesario dentro de lo superfluo. Mi madre dice que tenemos muchas necesidades superfluas. Yo le digo que si son superfluas no son verdaderas necesidades. Pero ella es más lista y me responde que si son necesidades no importa que sean superfluas. Filósofos y poetas todos lo somos un poco y desde luego hemos tenido tiempo para pensar. ¿El consumo de cosas innecesarias y superfluas ha llegado a su fin como dice Castells? ¿La frivolidad tardará en regresar como dice Sloterdijk?
Por supuesto, ambos aciertan en el corto plazo, es evidente. La pandemia ha destrozado el Producto Interior Bruto de todos los países del mundo, el consumo se ha reducido drásticamente (todas las tiendas estaban cerradas) y la alegría de vivir sigue todavía un poco lacia. Sin embargo, yo confío en que ambos se equivoquen, en el medio plazo. La predicción es la gran tentación del intelectual y por lo general todos tienden a ponerse un poco estupendos ante un micrófono. La frivolidad, la alegría, el humor, ¿son superfluos? ¿La cultura es superflua? ¿El cine, la música, el turismo, son superfluos? Miedo me da pensar qué sería de nuestra cultura y de nuestra forma de vivir sin todo eso. La economía se basa en el consumo de lo superfluo, no nos engañemos. Sin frivolidad, ¿qué sería vida?
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