Vergüenza al cuadrado

Tras el dicterio, lo de siempre: se han cruzado los límites, la crispación es insoportable y la democracia corre peligro. Lo de cada rato. Cuando conviene. Como la carta de «la cacería» pesa más que la de hacer leyes reguleras, los diputados de progreso comenzaron a golpear sus escaños mientras gritaban «vergüenza, vergüenza». Ahí se les notó la formación política. Es lo que le gritaban los devotos del Gorrión Supremo a Cersei Lannister en el famoso paseo de la vergüenza de 'Juego de Tronos'. Alguien deberá explicar algún día este intento de transformar el feminismo -un movimiento exitoso y transversal que sí estaba transformando la sociedad- en una religión delirante. Lo hemos visto estos días: 'machista' funciona ya como 'conspiración judeomasónica', 'enemigo del pueblo' o 'faxista' por aquí, en el paisito.

Por cierto, el intento de transformar a Irene Montero en la víctima indefensa de una cacería, ¿no es patriarcal? Ocasiona, eso sí, grandes momentos. «Violencia política», se escandalizó ayer Mertxe Aizpurua, conocida militante histórica del 'Black Lives Matter', en la tribuna del Congreso. Desde el mismo lugar, Gabriel Rufián «instó» a la Mesa del Parlamento a «que se haga valer». Podría haber añadido que lo hacía con la autoridad de alguien que nunca insultó a un oponente, ni se mostró agresivo o llamó «palmera» a una diputada a la que después guiñó el ojo; alguien que jamás hizo un circo de la sede de la soberanía nacional mostrándole desde su escaño unas esposas a un ministro o deseándoselas a un presidente del Gobierno.

El 'covid cero' es una estrategia al tiempo eficaz e ineficaz. Salva muchas vidas, pero complica el salvavidas mejor, que es el de la inmunidad colectiva, mientras somete a la población a una disciplina extenuante que lleva a confinar un edificio o un barrio si hay un caso positivo. Seguir haciéndolo cuando tienes noticias de que el resto del planeta lleva una vida normal parece directamente insostenible. Incluso para el régimen chino. Mientras la variante ómicron impone su agilidad y los casos de covid aumentan, en China cada vez hay más protestas. Que estas lleguen a implicar enfrentamientos directos con la Policía es algo extraordinario en un país en el que la oposición gubernamental parecía hasta ahora consistir en colocar una pancarta y desaparecer. Ahora hay gente derribando los vallados que limitan las zonas confinadas. Además de llamativo, puede ser importante. A tumbar muros y escapar se le va cogiendo el gusto.

El mundo cambia hasta lo irreconocible, pero es siempre exactamente el mismo. El 'Black Friday', por ejemplo, es algo de lo que no teníamos noticia hasta anteayer mismo. Y la compra 'online' de cualquier cosa es algo que solo desde anteayer mismo nos resulta seguro y familiar. No hay sin embargo nada nuevo: llega la fecha en la que nos juntamos para comprar y los ladrones aprovechan para robarnos. Antes lo hacían los carteristas en la aglomeración del centro comercial. Ahora los ciberdelincuentes en el tráfago virtual del 'Black Friday'.