Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Cada mañana espero leyendo el periódico a que suban la bandera en la playa. ¿De qué color será hoy? Horas antes, en cuanto me despierto, miro atentamente al mar. Después de años explorando, admirando, viviendo el Mediterráneo, es sencillo intuir de qué color se va ... a izar la bandera. Hoy, mientras escribo, es amarilla. Ha llovido esta mañana pronto. Qué bien huele. Unas gotas han hecho posible que me quede sumergida en este tono entre gris, blanco y esmeralda.
También voy a hablar hoy sobre Europa y algo de política. Lo haré enlazando los temas a los colores de las banderas y al mar al que peinan las olas con su espuma divertida. El mar en el que a veces hay tormenta, que llega impetuosa, redobla el mar y las nubes, y cambia la arena blanca por una arena más café. Después, llega el silencio y la quietud, el mar nos regala un paseo diferente por un paisaje también lleno.
En la política hay acciones verdes, y no sólo me refiero a las ecologistas; amarillas que nos indican que debemos estar vigilantes y rojas que nos transmiten que algo no está bien hecho. Como las banderas de la playa, hay pactos verdes, amarillos y rojos; naturales, arriesgados, peligrosos; correctos, antinaturales, dolorosos. Y así podemos llegar a distintas combinaciones que todos entendemos emparejadas a la coherencia, o no, política.
La Unión Europea comienza una nueva legislatura. Estrenamos hemiciclo del Parlamento Europeo esperando que la democracia representativa avance abrazada a calidad en democracia supranacional. Los partidos nacionales deberían alzar a los eurodiputados con excelencia política, capacidad de vuelo y experiencia para saber cuándo se debe tomar tierra firme para anclar políticas necesarias. Voluntad para tejer alianzas y nudos marítimos de esos que no se desatan y hacen posible que el proceso de integración europea continúe sumando logros. La política de altura la saben hacer políticos de altura. Es política de mar profundo y de orilla, de hacer pie y de saber nadar a veces por tempestades tras las que llega, seguro, el respiro y la calma.
Escribo mirando al Mediterráneo, el mar de mi infancia, juventud y madurez. El mar al lado del que paseo entre olas y dunas cada día. Mi hija hace años me dijo una mañana: «Mamá, hoy hay bandera amarilla sin ninguna explicación». Mi sonrisa al recordar ese momento siempre aparece. Hay banderas amarillas presentes en nuestra política: el desafío independentista, y no lo digo sólo por el color; la fragmentación que quieren provocar populismos y nacionalismos; la lucha contra el cambio climático que nos debe tener pendientes actuando a favor de nuestro planeta y de la solidaridad intergeneracional.
Hay banderas rojas como la negociación urgente para conseguir una política europea de inmigración común. También que los venezolanos puedan vivir en democracia. Que Maduro sea derrotado porque es un dictador y que Guaidó consiga libertad, paz, alimento y bienestar para su pueblo. La UE debe seguir luchando por los venezolanos, la bandera europea simboliza el valor y los valores de la democracia.
Una bandera amarilla que van a cambiar por una roja es el Brexit. Ha llegado Johnson, eso significa que Reino Unido se puede encaminar a la caída libre que supondría un Brexit sin acuerdo. La UE se prepara para un Brexit abrupto. Irlanda está hablando de reunificación de sus dos irlandas; Corbyn de un segundo referéndum. La Unión Europea mantiene que el Acuerdo de Salida es el acuerdo.
Los colores nos indican la verdad del mar. En la vida y en la política no existe la postverdad. Existen la verdad y la mentira. Los discursos íntegros y los discursos desintegrados. Igual que al asomarme al despertar adivino de qué color será la bandera, los ciudadanos adivinan lo que es política y lo que no alcanza a ser una palabra y un trabajo que debería desempeñarse siempre con honor. Los ciudadanos, antes o después, resuelven los acertijos a pesar de que a veces los partidos eclipsan la política de verdad. Veo la bandera verde con los azules del mar cuando digo que necesitamos desarrollo sostenible y que la UE ya legisla para que los plásticos no naveguen. También necesitamos sostenibilidad institucional. Política sostenible y sostenida. Políticos verdaderos. Todos sabemos quiénes son.
Ante la política de los desatinos estoy orgullosa de los políticos íntegros. Veo bandera verde al pensar que el Mediterráneo es el mar de los griegos y de los romanos, el de sus dioses. Es el Mare Nostrum, nuestro mar, también el de los inmigrantes que se acercan a las orillas europeas buscando una vida. El mar frente al que rezo cada noche mirando al faro porque creo en Dios. El Mediterráneo es el mar de Sorolla y de sus velas, sus colores tenues, sus vestidos bailando al son de la brisa pintada. Es el mar que tiene los naranjos cerca. Aquí mismo.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.