Este verano he podido participar en algunos de los cursos de verano que nuestras universidades organizan. He compartido pupitre con alumnas y alumnos de todas las edades, y he escuchado interesantes disertaciones, sobre Elcano y la importancia de la navegación vasca en el siglo XVI, ... en Donostia; sobre Ética y Moda, en el Museo Balenciaga de Getaria; o sobre las técnicas museísticas y la digitalización en los museos Guggenheim y Bellas Artes de Bilbao. Por cierto, tuve la fortuna de escuchar detalles sorprendentes del proceso que los comisarios Javier Novo y Mikel Lertxundi han seguido para organizar la potente exposición que la pinacoteca bilbaína dedica a Ignacio Zuloaga.
En estas paradas universitarias he podido comprobar que, en muchos casos, son el mero interés personal y las ganas de aprender los auténticos motores que empujan a un número altísimo de hombres y mujeres, muchos de ellos ya jubilados o procedentes de otras actividades profesionales, a apuntarse a las aulas de verano.
He podido disfrutar también del jazz caribeño de Paquito D'Rivera como colofón de Getxo Jazz, este año trasladado al reluciente Muxikebarri. Y me he apuntado a la inauguración del Festival vitoriano de Jazz para escuchar a Benny Golson en el señero Teatro Principal. Espero no perderme alguno de los magníficos conciertos que el Jazzaldia donostiarra ha programado en la plaza de la Trinidad. Cómo no, podré disfrutar de los conciertos de Liam Gallagher y Vetusta Morla en el BBK Live, y quedarán grabados en mi memoria el último concierto de Berri Txarrak en Kobetamendi y su particular homenaje a los creadores de Euskal Herria.
Recién acabado el festival de teatro de calle de Bilbao, Artekale, en el que Deabru Beltzak estrenó su último espectáculo, me preparo para disfrutar de la 30 edición de Kaleka, el Festival Internacional de Teatro de Calle de Lekeitio. Y he leído en Twitter que Kukai ha triunfado en el Festival de Avignon con su espactáculo Oskara, o que Kirmen Uribe ha llenado un teatro en Gante con motivo de la presentación de la traducción al holandés de su obra 'Mussche', pocos días después de la representación en Stuttgart de 'Obabakoak', de Bernardo Atxaga, en versión de Calixto Bieito. Y cómo olvidar la emoción que muchos sentimos al asistir a la atrevida puesta en escena, en el Arriaga y en el Kursaal, de la ópera Mendi Mendiyan, obra temprana de un jovencísimo Usandizaga muerto antes de tiempo.
Pero la agenda no descansa y estoy ansioso por escuchar a Rufus Wainwright en el renovado Bay of Biscay, que este año se celebrará en Bermeo, o acercarme a los conciertos de la Quincena Musical en Donostia, con los maestros Mena y Treviño, la OSE o Lucía Lacarra, y a su itinerante oferta en Arantzazu, Getaria o Estibaliz. En agosto, además, tendré la oportunidad de disfrutar en Escocia del talento de nuestros creadores, gracias al proyecto del Instituto Vasco Etxepare Scotland Goes Basque, una ventana para la cultura vasca a la que se están asomando durante este año artistas del mundo de la música, el cine, la literatura o las artes escénicas.
Con la llegada del verano, la ciudad vasca, nuestra Euskal Hiria, nos invita a recorrer sus escenarios, localidades y fiestas, a confraternizar y disfrutar de la compañía de amigos y conocidos, a escuchar los conciertos de músicos de todos los estilos y procedencias, o a conocer las últimas producciones que ofrecerán los teatros vascos. Y a la espera de que con el otoño llegue el Zinemaldia y nuestro festival más internacional inunde las calles de Donostia de cine, nos queda un precioso tiempo para abstraernos con las obras premiadas en los Premios Euskadi de Literatura (Eider Rodriguez, Carmelo C. Iribarren), o para visitar las interesantes exposiciones que el Guggenheim (Morandi, Holzer), el Bellas Artes (Zuloaga y Zubiaurre), el Artium (Meana), San Telmo (Hello, Robot), Tabakalera, Chillida Leku o Balenciaga muestran este verano.
El verano vasco sabe a cultura y nos brinda la oportunidad de acercarnos a todo tipo de expresiones, unas más elitistas otras más populares, donde se muestra en público el talento creativo de nuestros creadores, o se nos invita a admirar el talento interpretativo de quienes acuden como invitados a las citas culturales que llenan nuestra agenda.
Esta agenda cultural es el resultado de un trabajo en común sustentado en el talento de nuestros artistas, y fomentado por instituciones públicas, patrocinadores, todo tipo de asociaciones y el compromiso de miles de ciudadanos que con su abono, su entrada y sus impuestos ayudan a sostener esta rica oferta cultural que adquiere especial visibilidad en verano.
Es una oportunidad para compartir conocimiento, ampliar los lindes de la Cultura y disfrutar del esfuerzo creativo de nuestros creadores y artistas. Su esfuerzo merece que les prestemos atención y aprovechemos sus creaciones para reflexionar, aprender, disfrutar o, simplemente, evadirnos. Es una expresión de la imagen que ahora mismo Euskadi proyecta al exterior y con la que acogemos a las miles de personas que nos visitan. Es el sustento de la economía de muchas empresas y familias, y es un patrimonio que todas y todos deberíamos compartir, cada uno a su gusto, pensemos como pensemos. Es un pilar sugerente sobre el que podríamos afianzar el edificio de nuestra convivencia como sociedad.
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