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Basta echar un vistazo a la cartelera de cine para comprender el miedo que existe en cierto sector de la industria a arriesgar. Es el legítimo gusto por lo seguro y rentable, el «solo quiero ver billetes de cien» que canta Rosalía en catalán en ... su última canción. Lo certifica el éxito en taquilla de 'El Rey León', 'Aladdin', 'Toy Story 4' o las nuevas entregas de 'Spider-Man' y 'X-Men'. En televisión también gusta mucho contar billetes de cien, un papel moneda que tiene un enemigo mayor que la falta de creatividad: las críticas virales. La semana pasada las sufrió Javier Solano, comentarista de los Sanfermines en TVE y el último rostro televisivo crucificado en Twitter. El veterano reportero tuvo un desliz verbal -después de una hora y media de directo- al intentar explicar que la violación de 'La Manada' en Pamplona podía haber ocurrido desgraciadamente también en Barcelona, Madrid o San Petersburgo. «Jamás voy a equiparar un accidente con una violación», se disculpaba al día siguiente una de las personas más bondadosas que pueblan la pequeña pantalla.
En 'El Gran Prix del Verano' no había Miuras, Núñez del Cuvillo ni curva de la Estafeta, pero las vaquillas del concurso que la cadena pública estrenó en 1995 y emitió initerrumpidamente durante once años se convirtieron también en una imagen icónica de la televisión estival. Tanto que, cada mes de julio, miles de personas vuelven a pedir en las redes sociales el regreso de esta competición que enfrentaba cada noche a dos pequeños pueblos.
Ramón García, maestro de ceremonias del popular formato, confesó hace unos días que, como 'El Rey León' o 'Toy Story', «hay un 'Gran Prix' preparado desde hace tres años», pero en su caso «no sale por miedo a las críticas de los animalistas». Independientemente del sentimiento que a cada uno le produzca el uso de animales en televisión, esta historia reúne los ingredientes que pesan en muchas decisiones que se toman en los despachos de las cadenas: nostalgia por el dato de audiencia de otras épocas, alergia a lo desconocido y, sobre todo, pavor a las críticas en las redes sociales. Por eso quizá algún día veamos un 'Gran Prix' con vaquillas robóticas.
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