Vacunas y bocinas

Y aun así lo de los camioneros canadienses apesta. Al 'Convoy por la libertad' le rebosa trumpismo por las costuras. Entre la característica confusión pandémica, mezcla en la coctelera antipolítica la conspiración, el nacionalismo, la furia difusa y el discurso contra las vacunas. Por el lado de las vacunas, su representatividad es cuestionable. La principal asociación de transportistas de Canadá insiste en que el porcentaje de vacunados entre sus profesionales es superior al 80%. Como el del resto del país.

Ahora el 'Convoy por la libertad' amenaza con prender en Estados Unidos el fin de semana de la Super Bowl. Ayer salió Ted Cruz a apoyar a los camioneros y relacionar su protesta con Joe Rogan, el exitoso 'podcaster' por el que Neil Young sacó su música de Spotify. Ocuparse de la polarización y la guerra cultural foránea es extenuante. Como si no tuviese uno bastante con la tabarra del chuletón y el Benidorm Fest. Pero vamos allá: de prender en Europa lo de los camioneros, apuesto por Francia, que ya saben dónde guardan los chalecos amarillos. En cuanto a nosotros, sorprende el silencio de Vox. Será que la campaña de Castilla y León está siendo mucho lío. Y eso que el partido de Abascal tiene un estilo curiosísimo de votante que reivindica la libertad del pionero, el derecho a tener armas, la extensa llanura y las barbacoas con napalm. Como si fuese ese votante de Nebraska en lugar de ser más bien de Pontevedra o Tomelloso. Pero ya digo que sorprende la apatía. Si es que lo del camionero y el bandolero antiglobalista incluso se fusiona en un icono nacional: Sancho Gracia. Aunque, eso sí, era de centro. Votaba UCD.

Cuatro o cinco planes 'Vida nueva' después, y teniendo en cuenta que tras la caída de las restricciones el pasado septiembre ya se habló de la llegada de un «tiempo nuevo», el lehendakari anunció ayer en el Parlamento vasco el comienzo de una «nueva época». Podría pensarse que inauguramos tiempos y épocas por encima de nuestras posibilidades, pero se supone que esta vez es distinto. Urkullu definió ayer el nuevo tiempo como «fundacional». Y yo no recuerdo que dijese algo así en los nuevos tiempos antiguos. La idea del lehendakari funciona por el lado etimológico ya que parece tener que ver con asentar, con poner la base de la recuperación y la transformación de una sociedad que, si las cosas van bien, pasa a enfrentarse al covid de otra manera. Eso obliga a volver a ponerse con todo aquello a lo que la emergencia colocó durante dos años entre paréntesis. O no, claro. Igual hay cosas que siguen mejor ahí.

El mosqueo con los bancos puede extenderse a la Seguridad Social. Por la desatención al ciudadano. Hay gente que no sabe nada de su jubilación dos meses después de solicitarla. Son dos meses sin ningún ingreso y con toda la incertidumbre. ¿Seré yo el primero que se queda sin pensión? La Administración dispone al parecer de noventa días para resolver las solicitudes, pero antes eso se hacía con enorme celeridad. Ahora hay menos personal y más teletrabajo. Antes uno iba a una oficina, decía buenos días y se lo explicaban todo bien.