Los integrantes del nuevo Gobierno vasco de coalición PNV-PSE jugaron o prometieron ayer sus cargos en el palacio de Ajuria Enea. Un gabinete caracterizado por su notable peso político. Y que, contrariamente a lo que tal vez podía esperarse del resultado electoral, pese a ... ser de continuidad, presenta relevantes novedades en su composición.
Publicidad
Ni el lehendakari ni ninguno de los dos partidos que sustentan al Ejecutivo, PNV y PSE-EE, lo han admitido ni lo admitirán públicamente. Pero Urkullu ha formado un nuevo gabinete en el que se ha desprendido de un plumazo de los rostros más quemados, más contestados o con peor imagen.
Es el caso de las titulares de Sanidad y de Educación, así como de la máxima responsable de la Ertzaintza. El PSE ha decidido mantener como consejero al contestado Iñaki Arriola, probablemente por respeto a su dilatada trayectoria política, pese a estar completamente quemado por la tragedia de Zaldibar. Pero el político guipuzcoano ya no será el responsable de Medio Ambiente.
El último cambio de relevancia política es el de Jonan Fernández. El guipuzcoano deja de ser el titular de las políticas de víctimas y presos, cargo en el que ha recibido durísimas -y merecidas- críticas de PP, PSE y de los colectivos de víctimas del terrorismo por su censurable equidistancia. Aunque se mantiene en el núcleo duro de colaboradores de Urkullu en Lehendakaritza como titular de la nueva Secretario General de Transición Social y Agenda 2030.
Publicidad
Con todo ello, el jefe del Ejecutivo autónomo no ha hecho sino desembarrar con inteligencia el campo. Eliminar de su equipo los rostros más conflictivos, más quemados, tuvieran ganas de salir o no, de cambiar de responsabilidad o no, para emprender sin alforjas innecesarias su tercera -y probablemente última- legislatura en Ajuria Enea.
Un cuatrienio en el que, por primera vez, contará con mayoría absoluta en el Parlamento vasco para hacer y deshacer, en teoría, a su antojo. Pero que, paradójicamente, será su legislatura más complicada por la pandemia y por la durísima situación económica en la que nos ha colocado el bicho.
Publicidad
El Gobierno Urkullu no lo va tener nada fácil. Aciertos, pero también errores, irán directamente a su cuenta de resultados. Sobre todo a la del PNV, porque ya se sabe que en los gobiernos de coalición todo lo bueno y parte de lo malo va al zurrón del partido mayoritario. Pero también al del socio menor, en este caso al de un PSE que ha decidido, con acierto pero también con riesgo, colocar en el gabinete a su líder, a Idoia Mendia, lo que debe acabar con la invisibilidad de los socialistas en el último cuatrienio en el Gobierno de coalición.
Tampoco lo va a tener fácil la oposición. No vivimos tiempos en los que la ciudadanía esté por aceptar sin más el no por el no. Y sí, en cambio, la colaboración con el Gobierno para dejar atrás la grave crisis en la que nos ha sumido el corononavirus.
Publicidad
Que Urkullu haya desembarrado el campo y se haya rodeado de políticos con una larga trayectoria como Erkoreka, Mendia o Jokin Bildarratz no hace sino dificultar un poco más a quienes pudieran plantearse vivir en ese no por el no. Y parece favorecer, en cambio, esas imprescindibles políticas de país.
Parece. El Gobierno PNV-PSE, y también la oposición (EH Bildu, Podemos y PP, de Vox no cabe esperar nada positivo) lo deben demostrar ahora con hechos.
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.