Twitter terminal
Furgón de cola ·
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Furgón de cola ·
Entre el estajanovismo y el despido, los empleados de Elon Musk eligen el despidoEn la madrugada del jueves al viernes, alguien realizó una proyección sobre la fachada de la sede de Twitter en San Francisco. Se trataba de una sucesión de insultos dirigidos a Elon Musk. Insultos inadmisibles. Y buenísimos. 'Parásito supremo', por ejemplo. 'Bebé en bancarrota'. O ' ... Grano petulante', que sería mi favorito si no existiese uno aún mejor: 'Karen del espacio'. Por desgracia, se pierde en la traducción. Piensen en Elon Musk, en su afán de protagonismo, en su peculiar temperamento y en su costumbre de poner cosas, generalmente chatarra, a orbitar en el cosmos. Y ahora tengan en cuenta que en Estados Unidos se conoce últimamente como 'Karen' a la mujer de mediana edad blanca, rubia e irritante que lleva el pelo como Hillary Clinton y en las tiendas, ante el menor contratiempo, exige hablar de inmediato con el encargado.
Ayer las oficinas de Twitter permanecieron cerradas. Como sucedió la víspera de los despidos masivos, la compañía clausuró también sus canales de comunicación interna. Todo para evitar alguna clase de protesta o sabotaje al comprobar que, tras ser puestos por la dirección en la tesitura de elegir en un correo electrónico entre el trabajo extenuante o el despido, centenares de empleados optaron por el despido. Que el nuevo dueño se dirija a ti dándote un ultimátum como si fuese tu amo imagino que ayuda a decidir. También lo hará que Twitter amenace derrumbe. La red social se ha transformado en una estación de tren en vísperas de una guerra. La gente no hace allí más que despedirse y darse las señas de los lugares inciertos a los que escapan. Generalmente, esos lugares son todos Mastodon, otra red social se supone que más abierta y democrática, probablemente por la sencilla razón de que hasta ahora no ha tenido éxito.
Se les acaba el optimismo a las grandes tecnológicas. Tienen problemas por una razón paradójica y justiciera: el éxito durante la pandemia acostumbró a los inversores a unos beneficios desmesurados. Meta, Amazon, Netflix, todos están frenando y reduciendo su tamaño. Si Twitter cae, Elon Musk tendrá que atenderse a sí mismo cuando exija la presencia del encargado. A continuación imagino que comprará Mastodon. Aunque solo sea para reírse un rato.
Nord Stream
Lo de septiembre en los gasoductos Nord Stream fue un «flagrante sabotaje». Lo confirmó ayer el fiscal sueco a cargo de la investigación, el señor Ljungqvist. La verdad es que impresiona. El apellido del fiscal tiene diez letras y solo dos de ellas son vocales. Hay que pronunciar cuatro consonantes seguidas para llamar al fiscal. Es quizá la única sorpresa. Porque el hecho de que unos gasoductos en el Báltico se averíen solos en medio de una guerra en la que Rusia utiliza el gas como un arma es mucha casualidad. Los investigadores han encontrado trazas de explosivos en los gasoductos. Con su aspecto de mago de la balalaika invitado por sorpresa en un concierto especialmente psicodélico de Jethro Tull, el portavoz del Kremlin Peskov dice que eso «confirma» sus hipótesis. Y hace un llamamiento a localizar «a quienes están detrás». Argiñano remata los guisos con perejil; Rusia adereza la guerra híbrida con sarcasmo.
Rosell
Pues no es fácil seguirle el ritmo a Victoria Rosell. Ayer, además de insistir en esa teoría suya de que los abogados no serán buenas personas si defienden tanto a los delincuentes, instó a la prensa a no informar de las revisiones de pena ocasionadas por la ley del 'sólo sí es sí'. «Alarma mucho a las mujeres», explicó Rosell. O sea, que hemos llegado al autodenominado Estado feminista para que este se comporte como cualquier padre de familia de la Restauración: ocultándoles lo que ocurre a las mujeres, no vayan a impresionarse las pobrecillas.
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