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Trópico del Norte
Furgón de cola ·
El verano ha estado lleno de noches en las que la temperatura no ha bajado de veinte gradosSecciones
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Furgón de cola ·
El verano ha estado lleno de noches en las que la temperatura no ha bajado de veinte gradosEl mito ochentero de la Euskadi Tropical nació como es lógico en Vitoria: la más cálida y costera de las capitales vascas. Aquello tuvo que ... ver con la fiesta y la irreverencia, pero también con la clarividencia. Piensen que Al Gore era todavía un congresista anónimo que decía cosas raras sobre los homosexuales y en Vitoria no solo tenían a los Potato con el reggae, sino que tenían además banda municipal de ska y a Hertzainak describiendo los efectos del cambio climático. Gari,1; Gore, 0, como quien dice. Y todo sonaba bien. El futuro tropical del país nos iba a garantizar la posibilidad de «mover el culo en bermudas» y de comer en los txokos «iguana de Bermeo al pilpil». También podríamos ver el Árbol de Gernika transformado «en una esbelta palmera».
La noticia es que el futuro debe de estar llegándonos a trozos porque ya tenemos aquí las noches tropicales -el verano ha estado repleto de ellas- pero no la diversión y el exotismo. Al cierre de esta edición, el Árbol de Gernika seguía siendo un roble. Y una iguana no es entre nosotros un manjar sino algo mucho más extraño: una mascota, o sea, un miembro de la familia que sí te cae bien. Una noche tropical es por su parte aquella en la que la temperatura no baja de veinte grados. Y en la que dormir se convierte por tanto en un tormento. Qué raro: una noche tropical es una noche toledana, pero una provocada por el calor, la humedad, el sudor y las vueltas en la cama. Al menos para nosotros, gente del norte que forjamos nuestra identidad sobre el privilegio extinto de tener que dormir en verano hasta con una mantita.
En los noventa se celebró en Bilbao un festival de música tropical que convocó a primerísimas figuras internacionales, salseros de leyenda como los Van Van, la Charanga Habanera o Manolín 'El Médico de la Salsa'. Seguro que esa gente no ha olvidado la visita. Debieron de llevarse el susto de sus vidas al confundir con un extrañísimo fallo multiorgánico colectivo el modo en que los vascos rompían a bailar al estilo caliente. Como no está claro que consigamos controlar lo del cambio climático, quizás habría que ir pensando en recuperar lo de la salsa. Para salir al menos a bailar en las noches tropicales. Haciendo de la necesidad virtud. O pecado, según se mire.
Parlamento
Causa escándalo el dineral que gastan los distintos parlamentos en renovarles a sus señorías (y a sus asistentes) la telefonía móvil. Craso error. No es un capricho. Basta con ver cualquier sesión en nuestras cámaras legislativas para entenderlo: el parlamentarismo consiste sobre todo en estar en tu escaño con la cabeza hundida en el móvil. ¿Perdiendo el tiempo? Claro que no. Rafael Hernando, por ejemplo, está en la mesa del Senado y en los debates decisivos usa el móvil desde su puesto privilegiado para tuitearle al orador por la espalda: «Su Sanchidad se está perdiendo con tanto folio». Ahora toca cambiar los móviles de los parlamentarios vascos. Llevan dos años con el mismo. No puede ser. No podemos permitir que su impulso político, su energía reformista, no cuente con un respaldo técnico a la altura. O sea, que solo sirve la tecnología más avanzada, ya sea Apple o Android, pero la mejor, la última, la más cara, los pepinos.
Londres
Este verano, un funeral celebrado en Richmond, California, terminó con el hijo de la difunta intentando atropellar a su hermana y llevándose por delante el ataúd de su madre y a un familiar aleatorio mientras se organizaba a su alrededor una pelea tumultuaria. «Es por un asunto que viene de atrás», le explicaron a la Policía los deudos que no terminaron en la cárcel. Claro, siempre viene de atrás. Junto a las cenas de Navidad, los funerales son los puntos críticos de la vida familiar. El rey emérito acudirá finalmente al funeral en Londres por Isabel II.
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