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Efe
El trono del crisantemo

El trono del crisantemo

La cuestión es que aquí y en Japón las cosas no son tan distintas

Viernes, 10 de mayo 2019, 01:21

En la sala de espera del dentista cogí una de esas revistas de reportajes, hechas para que la perplejidad te haga olvidar el miedo. La abrí, o se abrió sola, por una página: «Japón inicia con el nuevo emperador Naruhito la era de Rei-wa, ... que significa 'orden y paz' o 'armonía'». Japón es para mí un eterno enigma, tanto o más como la palabra de su nueva era. Por eso obvié el sushi, las geishas, los cerezos en flor y los tópicos que tanto distraen, dedicando especial atención al apartado de princesas y emperatrices. Supe que Michiko, la emperatriz que acaba de abdicar por simpatía con su emperador -60 años de matrimonio- padeció durante su reinado estrés, depresión y hasta llegó a perder la voz, sin contar con un reflujo gastroesofágico, causado por la ceñida faja de su kimono. Su hijo, el desde hace días actual emperador Naruhito, eligió para casarse, entre trescientas candidatas, a Masako, una diplomática a la que la Casa Imperial consideró inapropiada precisamente por sus estudios. Dicen que inicialmente le dio calabazas pero al final aceptó caminar unos pasos por detrás de su marido en nombre del amor y la tradición. Presionada para engendrar un heredero, y con la ardua tarea de cultivar crisantemos, se enroló en depresiones y agotamientos que la hicieron permanecer aislada en su palacio, ganándose el sobrenombre de 'la princesa triste'.

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