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Nuevo tiempo, nueva estrategia
El nacionalismo vasco debe adaptarse a los cambios globales y en nuestra sociedad
Burukide del EBB y responsable del área de Innovación Política de EAJ-PNV
Domingo, 9 de abril 2023, 00:02
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Burukide del EBB y responsable del área de Innovación Política de EAJ-PNV
Domingo, 9 de abril 2023, 00:02
Hoy es el Aberri Eguna. El día de la patria vasca. Es un día de celebración y, al mismo tiempo, de reivindicación a favor del reconocimiento de los derechos políticos que nos asisten como pueblo y nación.
No partimos de cero. Euskadi Sur goza hoy ... de un importante nivel de autogobierno a través del Estatuto de Gernika y del Amejoramiento del Fuero Navarro, y tenemos también la Mancomunidad de Iparralde. Somos una sociedad con una calidad de vida comparable a la de los países industrialmente avanzados, con una economía competitiva y un elevado nivel de cohesión social. Y hemos realizado innegables avances en la recuperación de la cultura vasca y en el uso del euskera.
El sistema de autogobierno vasco ha tenido siempre enfrente a quienes ejercieron la violencia y a quienes la legitimaban. Afortunadamente, hace más de una década que pasamos página del terror.
Durante todos estos años, la demanda democrática del reconocimiento de los derechos políticos del pueblo vasco no ha sido satisfecha por parte de un Estado que ha metido el autogobierno vasco en el congelador hace ya mucho tiempo. Las instituciones vascas han reclamado de manera insistente el cumplimiento estatutario o la aprobación de un Nuevo Estatus, pero la respuesta ha sido siempre negativa. Y cuando se ha producido algún logro político en esta dirección ha sido debido, fundamentalmente, a las necesidades de los sucesivos gobiernos españoles en orden a conformar mayorías en el Congreso y en el Senado.
¿Qué se puede y debe hacer democráticamente cuando el Estado no está dispuesto a dialogar ni a acordar? El nacionalismo vasco democrático ha estado centrado en esta cuestión en las últimas cuatro décadas y, una vez finalizada la violencia, lo está también la izquierda abertzale. Y existen dos respuestas. La primera afirma la necesidad de lograr un consenso amplio entre los partidos políticos en las instituciones vascas para, a continuación, negociar y pactar con el Estado y, finalmente, lograr una ratificación por parte de la sociedad vasca. Se supone que si el pacto entre los partidos vascos es de naturaleza transversal eso puede facilitar la negociación con el Estado. La segunda respuesta, por su parte, apunta a la necesidad de lograr una mayoría política en las instituciones vascas, después negociar el ejercicio del derecho a decidir con el Estado y, si se produce una negativa a esa negociación, mantener la tensión institucional hasta forzar la negociación o asumir alguna vía propia de institucionalización. Lo cierto es que ninguna de estas dos respuestas estratégicas es hoy capaz de provocar un cambio de posición en el Estado respecto a la institucionalización de un Nuevo Estatus para Euskadi. Nos encontramos desde hace bastantes años en una especie de rotonda con la dificultad de encontrar una salida. Mientras tanto, el paso del tiempo no es neutro y, en muchos aspectos, no estamos donde estábamos.
En los últimos tiempos se han ido produciendo enormes cambios en nuestra sociedad que condicionan de manera muy relevante las bases que configuran la nación vasca y la identidad nacional vasca: somos una sociedad de consumo e individualista; somos una sociedad cada vez más diversa; se está produciendo una reducción del capital social comunitario; y la vinculación de las personas respecto a la comunidad política es más débil. Las instituciones públicas no pueden gestionar en exclusiva un espacio público cada vez más complejo y han perdido una parte de su poder de transformación. Asistimos a un nuevo tiempo de transformaciones socio-políticas globales. A todos estos cambios habría que añadir dos cuestiones: las cuitas de la política española, de muy escasa calidad, tienen cada vez más influencia en Euskadi y, al mismo tiempo, se ha producido una clara regresión respecto a la visión plurinacional del Estado.
El nacionalismo vasco no puede seguir formulando su visión estratégica sobre la institucionalización del derecho a decidir como si las condiciones de desarrollo de la nación vasca fuesen inalterables o como si no pasara nada. Porque está pasando. Y lo que está pasando es que hay una importante transformación de las bases que configuran la nación vasca, de ahí la necesidad de un nuevo fortalecimiento estratégico a partir de procesos endógenos que nos permitan dar mayor solvencia a la hora de poder institucionalizar nuestros objetivos políticos.
Hace falta una única estrategia de país entre aquellos que compartimos estos principios, orientada a fortalecer el capital social, a incorporar la diversidad y a fortalecer la comunidad política desde la gobernanza colaborativa entre instituciones públicas y sociedad. En definitiva, una estrategia orientada a crear un nuevo fondo de poder económico, social y político. Estamos obligados a entender los cambios que se están produciendo a nivel global y a adaptar la nación vasca a una nueva realidad que nos sitúa en un nuevo tiempo político. De lo contrario, la institucionalización del derecho a decidir será una proclama estética en no demasiados años.
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