Ucrania: explicar, no justificar
Hemos echado a Rusia en brazos de China, algo que Kissinger consideró «letal». Y lo peor, el descrédito de Occidente, ahora una confederación euroamericana
josé a. Zorrilla
Jueves, 21 de abril 2022, 00:02
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josé a. Zorrilla
Jueves, 21 de abril 2022, 00:02
Dejé de ir a la Plaza de la Independencia en Kiev porque los libreros de viejo solo querían venderme biografías de Stepan Bandera, Sukhevic y otros 'héroes' que, aparte de ser considerados como padres de la patria ucraniana, a la que proclamaron 'libre', bajo la ... protección del Tercer Reich, protagonizaron algunas de las peores matanzas del Holocausto, Baby Yar entre otras. Con 80.000 voluntarios en las unidades Roland, Nachtigal y más tarde Galitzen, los voluntarios ucranianos de Hitler constituyen la masa de maniobra más efectiva de la que dispuso el nazismo para llevar adelante el Holocausto. No ha habido en Ucrania ningún ajuste de cuentas con el pasado como el de Alemania y su 'Vergangeheitsbewältigung' (Reconciliación con el pasado). Al contrario. La oración del patriota ucraniano sigue estando vigente y dice, entre otras cosas: «la muerte heroica de los héroes nacionales ucranianos (…) Golovinski, (autor de 'Los protocolos de los sabios de Sion'), Sukhevic y Bandera».
Mi alarma subió de grado cuando con motivo del golpe de Estado del Maidán en 2014 vimos desfiles nocturnos con antorchas en los que se alzaban banderas rojinegras ('Blut und Boden' nazi), retratos de Bandera y hasta el Wolfsangel, emblema de la División SS Das Reich, la que cometió la salvajada de Ouradour. Leí también los tuits del embajador de Israel, Joel Lion, el pasado enero con motivo de los desfiles en honor del aniversario del nacimiento de Stepan Bandera: «Condenamos con fuerza cualquier glorificación de los colaboradores con el régimen nazi. Ucrania ha de hacer las paces con su pasado». Al día siguiente Polonia e Israel firmaron un comunicado conjunto, pues para el nacionalismo de Bandera nadie que no fuese ucraniano podría vivir sobre su tierra, filosofía que le costó a Polonia cien mil víctimas en Volinia. Añadamos la negativa inicial de Israel (luego rectificada) a dejar a Zelenski hablar ante la Knesset.
¿Cómo se ha llegado a esto? Ucrania era un país medio ruso, medio ucraniano, y 'alguien' decidió que había de ponerse remedio. Se organizó un golpe de Estado (las grabaciones del embajador de EE UU y de la subsecretaria estadounidense de Asuntos Europeos están en YouTube) y su punta de lanza fueron los grupos más decididos, lo único efectivo que había en aquel país fallido, no nos engañemos; eso sí, de filiación pronazi. Con el Maidán llegó la prohibición de la lengua rusa, algunos episodios antiMaidán, que terminaron en asesinatos colectivos cruentos, véase por ejemplo lo sucedido en Odesa, donde los prorusos fueron quemados vivos, la prohibición de criticar el pasado de Ucrania (es decir, el blanqueo de los genocidas), la incorporación de toda la derecha pronazi a las fuerzas armadas ucranianas, y lo peor de todo: Putin vio la oportunidad de quedarse con Crimea, poblada por rusófonos.
Las dos provincias del Este, también rusófonas, Donetsk y Lugansk, se sublevaron para exigir autonomía, al tiempo que prohibían el estudio y el uso de la lengua ucraniana, lo que les ha costado 14.000 muertos en una guerra civil de la que no se habla. A partir de ahí todo ha ido en la dirección prevista. Ucrania abandonó su estrategia fundacional de ser país neutral y sin bases extranjeras y empezó una colaboración íntima con la OTAN, lo que tras una ampliación de catorce países en su frontera puso a Rusia en el camino de romper la baraja. Ahora bien: recuerden que el deseo cubano de tener armas nucleares en su territorio estuvo a punto de costarle al mundo una guerra total en 1962.
Rotas las hostilidades, no tiene sentido llamar malo a Putin o decir que ha fracasado el sistema de seguridad. Lo que hemos de ver son los resultados. Ucrania devastada, rotura de la nación en dos mitades irreconciliables, inflación global, carencia de alimentos, con consecuencias terribles para el Tercer Mundo, fin de la globalización y un efecto colateral lastimoso. Vista la necesidad de contar con gas y petróleo, hemos terminado por ir a buscarlo a Irán y Venezuela, por lo visto mejores socios morales que Rusia.
Las consecuencias estratégicas tampoco son mancas. Hemos echado a Rusia en brazos de China, algo que Kissinger consideró «letal». Y lo peor. El descrédito general de Occidente. En 1991, cuando Bush padre pidió auxilio para ir a Kuwait, todo el mundo le siguió. Hoy Occidente se ha convertido en una confederación euroamericana. Más unida que nunca en el paradigma de milicias y misiles, de acuerdo. Pero sin Eurasia, sin el Sudeste asiático, sin África, parcialmente sin Israel ni Japón y residual en América Latina, salvo Colombia. Sumen población y recursos y díganme a quién beneficia todo esto. A China, que es donde está el problema y no aquí, en las fronteras de un 'hegemón' con el PIB de Italia. Lamento tener que decirlo pero una vez más EE UU ha conseguido empeorar su posición relativa, y la nuestra, con un coste brutal de medios materiales y personales. Esperemos que ahí quede todo aunque no está escrito.
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