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España se rompe
La derecha ha profetizado el apocalipsis en muchas ocasiones; la última, por la llegada al Parlamento de las lenguas cooficiales
Txema Oleaga Zalvidea
Senador del PSE-EE por Bizkaia
Domingo, 1 de octubre 2023, 23:50
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Txema Oleaga Zalvidea
Senador del PSE-EE por Bizkaia
Domingo, 1 de octubre 2023, 23:50
Estos días en que Juventudes Socialistas celebran en Bilbao el 120 aniversario de su fundación por un vasco universal como Tomás Meabe, el PP anuncia el advenimiento de la ruptura de España, en esta ocasión por unas supuestas cesiones a los antiespañoles en las que ... se mezclan toda clase de terribles catástrofes. Una de las cuales resulta ser que el Parlamento permite hablar las lenguas de España en su seno. Son muchas las ocasiones en que la derecha ha profetizado el apocalipsis terminal de España. Voy a detenerme en una serie de casos que, como decía Machado, «recordar no quiero».
El 8 de abril de 1977 el Gobierno de Adolfo Suárez aprobó la legalización del PCE, culminando la de partidos, sindicatos y otras entidades. Y, claro, la derecha empezó a tronar: el oro de Moscú, la anti-España, el fin de nuestros valores y toda clase de estupideces que llevarían a la ruptura de España...
¿Qué España se rompió? La de la tortura, muerte y exilio de quien pensaba de manera diferente a los fascistas que rodeaban al dictador. Pero España, como país, progresó por el pluralismo y la democracia.
En 1978, la Constitución se aprobó incluyendo un canto a la diversidad del país con su Título VIII. Pero allí estaban Fraga y Aznar anunciando el fin de España y alentando unas manifestaciones con un lema ridículo como 'España una y no cincuenta y una'.
¿Qué España se rompió? La de la uniformidad y la negación de nuestra diversidad de sentimientos de identidad, de lenguas, de manifestaciones culturales y políticas. Pero hoy España es más sólida que cuando se negaban esas realidades diversas por personajes como Fraga o Aznar, quienes hicieron campaña contra nuestra Constitución. Los mismos que crearon el PP y que ahora niegan al PSOE su condición de partido constitucional.
En 1981, un ministro socialdemócrata encuadrado en UCD, Francisco Fernández Ordóñez, propuso introducir el divorcio, como existió en la etapa democrática republicana y que la derecha abolió en la dictadura. Y allí salieron los líderes de nuestra derecha profetizando el fin de la familia y de la esencia de España. Francisco Álvarez Cascos decía que solo creía en el matrimonio indisoluble. Una reacción desmesurada e hipócrita que ha mantenido el PP hasta nuestros días con avances legislativos semejantes.
¿Qué España se rompió entonces? La del nacionalcatolicismo que tanto daño ha hecho a nuestro país.
En 1982, tras la victoria socialista en las elecciones generales, en la investidura de Felipe González la derecha, con su mentor Fraga, alertaba del «programa oculto del PSOE» que, según su ideología descontrolada, era ni más ni menos que la de la Unión Soviética. Olvidaba que en una visita a la incipiente Unión Soviética tras la Revolución de 1917, en una entrevista con el dictador Lenin, Fernando de los Ríos le preguntó que dónde quedaba la libertad en el sistema que estaba implantando. Lenin le preguntó: «¿Libertad para qué?». Y De Los Ríos le espetó: «Libertad para ser libres». Nunca el PSOE apoyó una dictadura comunista, pero había que anunciar que España se vendía, como dicen ahora. Y Felipe González fue investido y España entró en la modernidad.
¿Qué España se rompió? La del aislamiento y la incomprensión de la historia y del tiempo que se vivía.
La misma derecha que ahora aplaude a Felipe González, a la vez que sigue negando a Fernando de los Ríos, quien decía «España es sus instituciones», impidiendo la renovación de los órganos constitucionales en una muestra de su falta de compromiso con su país y con sus instituciones.
Y podríamos seguir con la oposición a la ley que despenalizaba diversos supuestos de interrupción voluntaria del embarazo, la ley de matrimonio igualitario o la ley de eutanasia. O el derecho a hablar una lengua española en el Parlamento.
En fin, frente a este anuncio de las plagas bíblicas de Egipto creo que debemos conjurarnos los ciudadanos y ciudadanas para poder desarrollar cualquier proyecto político democrático huyendo de acusaciones sin fundamento. Como cuando Rajoy o Feijóo aseguraron que los y las socialistas se arrodillaban ante los terroristas y pisoteaban la memoria de los muertos. No creo que merezca la pena comentar esta ignominia propia de políticas que ponen trabas a la resolución de los conflictos y que se oponen a cimentar nuestra convivencia sobre la base del diálogo, el respeto, la tolerancia y el destierro del fanatismo.
Tomás Meabe podría ahora hablar en la lengua española de su elección. Y su gran obra, la fundación de las Juventudes Socialistas, seguirá siendo un ejemplo de compromiso con el desarrollo intelectual y laboral de la juventud en un país que supera las calamidades con democracia y diálogo.
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