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La última entrega de los premios Oscar está en boga… pero, como ya saben, no por los premios en sí, sino por el tortazo. Quizá, entre el barullo masculino, ni siquiera sabrán que, por ejemplo, el Oscar a la Mejor Dirección lo ha ganado una ... mujer (con nombre), Jane Campion, hecho importante dada la escasez de premios que han sido concedidos hasta ahora al 'bello sexo' en Dirección. Únicamente tres directoras, en toda la historia del citado premio, han recibido dicho galardón en esa categoría. Es, además, la segunda ocasión en que Jane Campion se sube a la tarima (mejor guion original en 1994 por 'El piano'). Asuntos reseñables. Pues nada, que no importa. Que ya han venidos los chicos a eclipsar la esencia del evento con sus machadas. Parecería obvio que hay mucho que analizar… o muy poco, añado, según se mire. Que si dónde está el límite del humor, tema sempiterno; que si le está muy bien al gracioso de Chris Rock; que si yo fuera Will Smith habría hecho lo mismo, o, por el contrario, que es un impresentable; que por qué no se defendió ella… Hay debate, y eso está bien. Sin embargo, la esencia del asunto es más de lo mismo.
Por una parte, amén de que el humor deba parar aquí o allá, o nunca, esas galas disponen de un guion, se ensayan, se miran y remiran… Quiere esto decir que muchas personas dieron por válida la actuación del cómico en los ensayos. Además, la aceptación fue total en directo, a tenor de las risas y aplausos. Del mismo modo que se aceptó que las actrices Penélope Cruz y Jada Pinkett no tengan nombre, sino que se llamen 'esposas de': a una la nominan, pero sin nominar. Curioso.
Claro, pensándolo bien, ahí debe de estar el meollo, porque... chan, chan… Viene la escena final: Rock suelta el chiste sobre la calvicie de la actriz y su aguerrido esposo, Smith, ríe, contento, pero, al ver el gesto de mala uva de ella, de Pinkett, cae en la cuenta de que… ¡hablan de 'SU' hembra, ¡de 'SU' territorio! Como no han dicho su nombre, le ha costado unos segundos darse cuenta de que hablan de lo 'SUYO'. Y ahí sí que no. Semejante ultraje hay que arreglarlo, y los hombres de verdad saben cómo hacerlo…
Luego vinieron los lloros, el mea culpa, pero poco, pues el amor ya se sabe que lleva a eso, a dar hostias y así… El casi silencio de la Academia, bueno, habló, pero de la violencia en general… y de que no está bien. En fin, lo de todos los días, pero con Oscares.
Y me pregunto: ¿Qué ha cambiado desde las épocas de la aristocracia, la corte real de siglos pasados, donde ellas tenían que buscar buenos maridos y preocuparse de sus atuendos, y ellos se batían en duelo por 'su' honor? ¿Qué ha cambiado desde la película de Vidor donde Glenn Ford le suelta un tortazo a Rita Hayworth, Gilda, por descarada, desvergonzada y porque sentía que su honor, el de él, por supuesto, estaba en entredicho? ¿Qué ha pasado desde el 'a mí también (me pasó)', el MeToo de Hollywood, donde se empezaron a denunciar los abusos sexuales que habían sufrido, y sufren, muchas actrices?
Pues que, todavía, el aspecto de una mujer es un arma poderosa, para lo bueno y para lo malo. Precisamente, el aspecto físico de las actrices eclipsa en muchas ocasiones su propio trabajo. Ahí tenemos los días siguientes a los premios Oscar, Goya, Cannes… las listas confeccionadas por no sé qué estilistas, con el 'ranking', la clasificación, de las mejor y peor vestidas, así, sin más, como resumen de trabajo. Pasa, también, que la mujer es de alguien, que no debe de tener ni nombre, vaya; que los machos están para defender el honor… pero el suyo propio; que el amor significa posesión y lleva a hacer locuras (violentas) en muchas direcciones. Y así podemos seguir hasta la última página del periódico.
Sin embargo, veo algo positivo en todo esto: hace años no habría habido debate y hoy sí lo hay. Algo es algo. Aun así, ¡los chicos dan mucha pereza, la verdad! ¿Cuándo van aprender a resolver los conflictos de otra manera? Porque ¿qué habría pasado si es la actriz la que sube al estrado y le suelta un guantazo al cómico? ¿Se habría aceptado? Saben la respuesta… Pero la violencia masculina está más que asumida, y justificada, en múltiples ocasiones. Ahí la tenemos, guerreando y destruyendo mientras no se abra la ahora llamada 'vía diplomática'; o sea, el 'hablar' de toda de la vida.
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