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Un verano más, la violencia hacia las mujeres está de actualidad. Hace un año, el Gobierno español pedía estar alerta ante el repunte de violencia machista que se preveía durante el período estival, como así fue. Eso, sin contar con la toma de poder por ... parte de los talibanes en Afganistán -celebración y día de fiesta este agosto- y todo lo que se habló, ocupó y no solucionó de las mujeres afganas desde este lado del mapa. Emakunde también lanza su campaña de prevención de violencia machista -esto es, contra las mujeres- ante la celebración de las fiestas locales. Este año el fondo es el mismo, pero cambia el 'attrezzo'. Ahora son los dichosos pinchazos a mujeres.
Parece que la violencia contra las mujeres esta normalizada y normativizada. Normalizada porque el tiro sigue una dirección, y sentido equivocado, otra vez más. Frente a los usos de diversión de los chicos, absolutamente normalizados, como anular, atemorizar, asustar y alarmar a las mujeres para así poder ejercer la consiguiente agresión hacia ellas, la noticia es que las mujeres se quejan de que les pinchan no sé qué. Y es en ese momento cuando entran en juego los expertos: no se sabe que inyectan e, incluso, pinchan, pero no inyectan nada.
Es decir, no os pongáis, chicas, «de los nervios», que no es para tanto, son «gamberros». Tranquilas, no parece que vaya a ir más allá de que os atemoricen, os cosifiquen, os intranquilicen o fastidien la diversión y el asueto, ¡si no es más! Pues -y ahora entra la parte normativa- ya os hemos puesto normas para poder salir a la calle: puntos morados -o violetas o del colorcito que quieran-, alerta máxima ante chicos sospechosos, llamar a SOS Deiak, no quedarse sola, acudir a un centro de salud, poner la denuncia pertinente ante la Ertzaintza… O sea, las reglas para que vosotras, mujeres, os lo paséis estupendamente y salgáis a la calle a divertiros… igual de tranquilos que salen ellos. Bueno, éstos sin pautas.... Claro está que una contestación rápida a todo esto es: ¡no son todos los hombres, por Dios!! Ya, pero ¡sí son todas las mujeres por el hecho de serlo!
El asunto es que desde que las mujeres son pequeñitas y, como decálogo de comportamiento, desde que menstrúan por primera vez, se normaliza que 'algún' hombre, no se saben quién -suele ser una incógnita y muchas veces quien menos se espera-, puede ejercer violencia sexual contra ellas. Esto es asumido colectivamente como algo habitual que les sucede 'solo' a las mujeres, a la mitad de la población. Y más desde que las féminas han salido de los hogares hacia el espacio exterior. Bien sea por trabajo o divertimento.
Dejando a un lado que el agresor puede estar en la propia casa, como sucedía -y sucede- mayoritariamente, y su actuación se queda(ba) en el anonimato por todas las razones consabidas y de sobra conocidas, se las instruye y prepara para sus salidas. Algo así como: cuida tu vestimenta, no provoques, no incites (a ellos); no bebas; no pierdas el control, lo pueden utilizar (ellos) en tu contra; cuidado al volver a casa, no tardes, no vuelvas sola; evita zonas oscuras; intenta ir siempre acompañada (sí, al váter también …); no te metas sola en el ascensor con ningún hombre, no te fíes de un grupo de chicos que se hagan los colegas…, etc. Absolutamente normalizado y normativizado el protocolo de comportamiento de las mujeres.
Pero si alguna mujer se sale de la norma -incluso cumpliéndola- o si se ha creado una nueva forma de tortura contra ellas, como es el caso, entonces... ¡Ay! La propia mujer debe cambiar el reglamento o ser castigada por saltárselo. Está asumido, y admitido por el colectivo, que los hombres puedan ejercer violencia sexual contra las mujeres, pero se resalta la pauta de ellas. Acabo de leer este titular en la prensa: «Violación en grupo a una menor de 16 años. La niña estaba borracha» (sic).
Y, volviendo al tema candente, nos tragamos diariamente los pinchazos en los titulares de la prensa sin atragantarnos. Resumo: no sé cuántas chicas han acudido al punto violeta-morado a denunciar «posibles» pinchazos, los análisis no muestran sustancias tóxicas. ¡Todo indica que se trata de una gamberrada!: jóvenes 'graciosos' utilizan alfileres para pinchar.
El verdadero pinchazo de estas noticias no es el hecho en sí, sino el propio titular de la noticia. Se admite, sin titubear, que estas agresiones son (y han sido) habituales contra las mujeres, pero esto de pinchar es novedoso. Esa es la noticia, la novedad del método. Sin embargo, no se afronta la aberración continua hacia todas las mujeres ni el modelo social de comportamiento. ¿Qué tal un titular del tipo «los hombres permanecerán encerrados en casa hasta nuevo aviso por si violan»? ¿O «puntos azules para llevar a los tarados de la cuadrilla para que les atiendan y los lleven a casa ante una inminente agresión»? ¿Se imaginan?
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