Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Sus mayores hicieron una penosa travesía desde algún lugar de África. Desiertos, conflictos donde la vida vale poco, mares, fronteras, eran considerados ilegales… terrible adjetivo. Trabajaron duro en empleos precarios, se agarraron a la esperanza, creyeron en un futuro más humano. Querían dar a sus ... hijos e hijas una vida mejor. Viven, trabajan y sueñan en esta tierra. Y contribuyen como usted o como yo. No eran de aquí, pero ahora sí, por mucho que les pese a quienes expiden carnés de pureza de sangre o de pertenencia.
Bizkaia necesita más prosperidad e inclusión. Igual que hicimos en los años 50 con la inmigración que llegó del resto de España. No podemos permitirnos una memoria tan corta y selectiva. Hemos sido y somos una sociedad conformada por la migración, por personas que han marchado y otras que han venido, según los ciclos históricos (no olvidemos a los niños y niñas de la Guerra Civil).
Antes de opinar sobre migración es bueno conocer el Sur Global. Por ejemplo, esa África inabarcable, compleja y magnífica devastada por guerras, hambrunas, cambio climático y explotación económica del Norte. Llena de potencialidad juvenil -el 60% tiene menos de 25 años- que se asoma a través de un teléfono móvil a ilusiones de una vida mejor. La misma imagen que atrae turismo también proyecta un El Dorado para mucha gente. Acoger es una cuestión de principios, valores europeos y derechos. No debería necesitarse más justificación. No nos podemos permitir ser una sociedad miserable y cicatera que expulsa.
Lo ocurrido en el Congreso de los Diputados con la Ley de Extranjería es de vergüenza moral. Perseguirá a quienes votaron en contra. Se pretendía modificar la norma para una gestión más solidaria de los menores entre comunidades. Era una oportunidad de dar una vida digna a cientos de menores que están solos, solos. Entre 48 millones de habitantes, apenas supone un esfuerzo. Cuando vinieron de Ucrania, acogimos, ¿por qué no ahora? Sé la respuesta y ustedes también. Una respuesta muy fea. Anteponer los intereses cicateros de partido a la protección. Pero con los y las menores no se juega.
Además, tenemos que aplicar inteligencia colectiva. Les necesitamos tanto o más de lo que nos necesitan. El invierno demográfico va a tensionar nuestra sociedad. Sin mano de obra y sin jóvenes, necesitamos migración.
Los hermanos Williams o Yamal son ejemplos, también las olímpicas Bokesa o Peleteiro. Pero hay otros apellidos que no son de deportistas profesionales ni salen en los medios. Les conozco porque estamos trabajando en programas como Gazte On, que ofrece salidas laborales a jóvenes de origen migrante. Luego me los encuentro en industrias, hostelería o distintas empresas. Se me dibuja una enorme sonrisa de satisfacción.
Ofrecemos salidas laborales a jóvenes que han sido menores no acompañados. Y lo digo con rotundidad, aunque abra la caja de los truenos: han sido 'menas'. Están solos pero llenos de energía para trabajar. Medio millar participaron en nuestro programa los últimos cuatro años y el 80% ya está trabajando en Bizkaia. Con oportunidades y formación se ponen a trabajar. Y nuestras empresas los necesitan, nos lo dicen cada día.
Algunos arrastran una vida traumática, mochilas llenas de dificultades y dolores y no encuentran el camino. Afirmo, con rotundidad, que son proporcionalmente pocos, aunque se quiera generar en ocasiones una hiperbólica e intencionada manipulación de la realidad. Dato mata relato. El 13,2% de la población de Euskadi es de origen extranjero. ¿Es excesivo? ¿Y si le damos la vuelta a la cifra? Sin migración, la población vasca sería solo el 86,2% de lo que es ahora. Cerca de 300.000 personas menos.
Tendríamos casi un 10% menos de cotizantes a la Seguridad Social y sectores como la hostelería o los cuidados estarían en riesgo de quiebra. Quizá se habría producido ya un colapso demográfico y una suerte de 'japonización'. Apostar por la migración es sostenibilidad económica y social, un marco de valores digno. Además, les necesitamos para afrontar el relevo generacional del 'baby-boom'.
Esto no es un cuento de unicornios y arcoíris. Conocemos las dificultades de adaptación y convivencia que surgen entre culturas. Bastante lío nos hemos organizado en Euskadi con las interpretaciones identitarias. Dificultades comparables a las que vivieron nuestros mayores cuando tuvieron que marchar lejos a buscarse la vida.
Pero afrontémoslo como un reto, sin complejos, para una sociedad más plural. La mayoría vienen a trabajar, buscando una vida mejor. No perdamos de vista que Bizkaia les necesita. La alternativa es poner puertas al campo, creer que la tierra es nuestra, envido a pequeña. Y no podemos permitirnos ese error. El futuro ya está aquí.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
A la venta los vuelos de Santander a Ibiza, que aumentan este verano
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Noticias recomendadas
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.