A las mujeres, en el deporte, ni se nos esperaba ni quería. Porque el deporte históricamente ha exaltado valores y estereotipos de la masculinidad más tradicional, con mujeres florero para coronar y aplaudir embelesadas a los héroes, a los hombres.
El fútbol en España, deporte rey, es un ámbito de poder mediático y económico que pone en evidencia las resistencias a la igualdad, legal que no real, en nuestro país. Hasta la nueva Ley del Deporte de 2022, el deporte practicado por mujeres era considerado amateur. Solo eran profesionales las dos primeras divisiones de fútbol y la primera de baloncesto… de hombres. Las deportistas no tenían convenios ni derechos laborales. ¿Se imagina alguien que no se reconociera el derecho al ejercicio profesional de la medicina a las mujeres y sí a los hombres?
Estructuras masculinizadas, sexistas e incluso misóginas con escasa participación de mujeres, con leyes que permitían la discriminación y unos medios de comunicación que invisibilizaban, perpetuando el sexismo. Y, frente a esto, las pioneras, soportando lo indecible. Mi reconocimiento para todas ellas. En 2015, primera participación en un Mundial de fútbol, debieron pedir permiso en sus trabajos y llegaron tres días antes al campeonato, con una preparación que reflejaba la desidia y el desprecio de las estructuras del mundo de fútbol. Ahora, ocho años más tarde, son campeonas del mundo y su logro ha sido invisibilizado por las acciones tanto de las estructuras deportivas como de los medios.
Hemos asistido a una agresión, a una celebración testosterónica con agarrada genital, al paseo de una jugadora como un fardo y un largo etc. de actuaciones sexistas y machistas del máximo representante de la Real Federación Española de Fútbol. A la banalización de besar a una empleada sin su deseo. A una petición forzada de disculpas y a discursos que entendían que fue un simple exceso de euforia. A las estructuras federativas aplaudiendo con entusiasmo a Rubiales durante su vergonzoso y machista discurso ultra, en el que se tacha al feminismo, culpable de todo, de ser la mayor lacra de esta sociedad.
Se ha desplegado la estrategia y relato machistas que ya conocemos: ella provocó, Rubiales es la víctima, ha sido consensuado, fue la euforia del momento… se presiona a la víctima y a su familia y se la intenta desprestigiar públicamente. Todo el mundo se ha retratado con sus palabras, con sus gestos, con sus silencios.
Esto dista mucho de poder arreglarse con el cese, suspensión o renuncia (improbable) del presidente de la RFEF o de los seleccionadores que, desde luego, exigimos. Hay que abrir las ventanas para ventilar y repensar el papel de lo público en estas entidades privadas que realizan tareas delegadas, hay que exigir el cumplimiento de la Ley de Igualdad, la aplicación inmediata de los protocolos contra el abuso sexual o por razón de sexo que la propia Federación tiene y que no han sido activados. Hay que depurar responsabilidades por los infames comunicados de la RFEF y exigir también responsabilidades de quienes ahora, cuando la FIFA y los patrocinadores reaccionan, reculan y piden el cese del presidente.
Hay que regenerar y modernizar las estructuras del fútbol: La Liga, sin ninguna mujer dentro del comité ejecutivo, o los clubes. Las mujeres tomamos nota de las palabras dichas y los clamorosos silencios -salvo honrosas excepciones- por ejemplo del mundo del fútbol masculino. Seguiremos reclamando el cumplimiento de las leyes y trabajando para que el deporte y sus entidades se parezcan a la sociedad en la que se integran. Y también decir muy alto que #SeAcabó la impunidad, el paternalismo, el sexismo, el ninguneo, la invisibilización y la misoginia.
El feminismo sabe elegir sus batallas. No debemos permitir que se cierre en falso todo este despropósito: por las jugadoras campeonas del mundo y por las que prefirieron renunciar a un Mundial antes que a sus valores. Todas han afrontado este duro año con una dignidad que representa lo bueno del deporte, favoreciendo la igualdad de mujeres y hombres. Y, también, por las niñas y niños que miran a sus referentes buscando comportamientos y actitudes que replicar.
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