El tiovivo del Brexit sigue devorando a primeros ministros en las islas. Rishi Sunak es el quinto y todo parece indicar que los conservadores se han agarrado a él como a un clavo ardiendo. Ha pasado todo tan rápido que conviene hacer un resumen.

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Empezó ... la fiesta con Cameron, que, disfrazado de hombre de Estado, se la jugó a la ruleta rusa con el referéndum de Escocia y animado por su victoria y por mero cálculo electoral, se animó luego a convocar una consulta sobre la salida de la Unión Europea, que le salió rana y le costó la dimisión. Le sucede la señora May, que negocia la salida de la Unión con un tratado que, tras haber sido aprobado por veintisiete países europeos, el Parlamento británico rechaza, desautorizándola.

Después de ella, llega el inefable Boris, quien se monta en marcha en el Brexit y gana de largo las elecciones, pasando de alcalde de Londres a primer ministro, mortificando con sus desplantes a la UE, hasta que sus estridencias pesan tanto a los propios parlamentarios conservadores que deciden deshacerse de él. Para su reemplazo, se inicia un complicado baile de la música con diez candidatos, hasta que quedan sólo dos aspirantes: Sunak, el preferido por los diputados, y Lizz Truss, que acaba ganando con el voto de los afiliados.

Pero la vencedora dilapida su credibilidad en una semana y los mercados la eliminan, no por bajar impuestos y subvencionar la energía doméstica, sino por no presentar unas cuentas creíbles, capaces de concretar la caída del ingreso pero sólo vagamente la reducción del gasto. Tomen nota, porque puede no ser el único caso. Su víctima en las primarias, Sunak, que había calificado sus promesas de «cuento de hadas», vuelve por la puerta grande, como único candidato, porque el intento de Jonhson de recuperar el poder no se tiene en pie.

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En definitiva, cinco años de tiovivo con cinco líderes en las islas, y una economía maltrecha, que no admite bromas. Parece evidente que un desunido Partido Conservador percibe el aliento laborista en la nuca, por lo que la primera tarea del nuevo líder deberá ser unir a su formación en el objetivo común de restaurar la credibilidad dañada y equilibrar las cuentas. Tendrá que hacerlo bregando con una alta inflación, una energía cara y el fantasma de las huelgas. En su discurso inicial, lo califica de profundo desafío económico. La convocatoria de elecciones generales tiene como límite enero de 2025, pero puede sentirse obligado o interesado en hacerlo antes.

El nuevo líder bate récords al ser el primer jefe del Gobierno no blanco, además del más joven. Sus abuelos, de origen hindú, llegaron con lo puesto, mientras sus padres, médico y farmacéutica, apostaron por su mejor educación en Oxford. Más tarde, una beca Fullbright le permitió continuar su formación en Stanford, donde conoció a su mujer, perteneciente a una millonaria familia hindú. Además, como tantos otros lideres actuales, procede de Goldman Sachs.

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Su carrera política se inicia en 2015 y se dispara en 2020 como riguroso ministro de Hacienda del Gobierno Johnson durante la pandemia. Su perfil es opuesto al del impulsivo Boris, aunque ambos son alumnos aventajados del Brexit. Metódico, disciplinado y familiar, es un hombre elegante al que su riqueza le ha podido restar llegada popular, pero puede darle ahora un plus de confianza de los mercados porque la primera noticia ha sido la subida de los intereses de los bonos. Otra buena noticia es su Gobierno, que reparte juego con expertos y mantiene como ministro de Hacienda a Jeremy Hunt, que fue el primer 'calmante' utilizado por Truss.

Coge el timón de una nave británica que hace aguas en un mundo inestable. Su llegada coincide con la de una normalizada Meloni en Italia, con Berlusconi y Salvini al acecho. Macron sortea huelgas y mociones en Francia y la nueva Alemania de Scholz ve cómo la ciudadanía alaba la flexibilidad de los Verdes en la crisis.

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Si miramos al mapa global, todo se complica, con Irán suministrando drones a Rusia, en un eventual trueque para su proyecto nuclear. Putin da miedo, amenazando con subir el tono de una guerra que muchos de los suyos empiezan a pensar que no ganará nunca. A Biden se le acumulan los problemas domésticos y su tradicional aliado saudí le da un guantazo en la cara, acordando con Moscú la reducción de inventarios de la OPEP.

Para fin de fiesta, el Partido Comunista Chino presenta un liderazgo férreo de Xi, con 'performance' incluida, sacando al exlíder díscolo de la sala, como antes se expulsaba del cine a los gamberros. Todo un dato que, según 'Financial Times', los ricos de China activen sus planes de fuga. Liderazgo único y culto a la personalidad para Xi, quien dirige, sin disimulo, un mundo alternativo al occidental y anuncia, sin complejos, la legitimidad de la utilización de la fuerza para integrar a Taiwán en la única China. Toca preocuparse por el lio que se avecina en el país productor de los afamados y escasos chips.

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