Juro que lo he intentado. Meterme alguna vez en la piel de una mujer acosada o intimidada o agredida sexualmente para construir una ficción literaria; no ha sido fácil, he fracasado. Pero en cambio puedo entender y empatizar sin esfuerzo con la víctima que asiste ... impotente a la excarcelación anticipada de su violador, que es lo que ha sucedido estos últimos días al aplicar a varios condenados la revisión de su pena gracias a esta controvertida nueva ley del 'solo sí es sí' que se decretó precisamente para lo contrario.

Publicidad

Apenas tiene un mes de vida y ya asoman los descosidos que no se advirtieron sobre el borrador. Una ley originada para endurecer las penas a violadores a raíz del caso 'la Manada' que, técnicamente, ha resultado estar mal diseñada. La cuestión es compleja. Políticos, legisladores y magistrados están implicados y enfrentados. Resumiendo: al unificar como agresión los condicionantes de abuso y agresión, que en la ley antecesora tenían categorías distintas, fue necesario clasificar los delitos -y, por ende, sus penas- en un inventario que va en progresión ascendente, de menos grave a más grave, para no caer a la hora de sentenciarlos en la arbitrariedad, la ilegalidad o la injusticia. No se pueden infligir castigos idénticos a delitos diferentes por mucho que la nomenclatura en el Código Penal los haya tipificado.

Y hete aquí entonces que al reconsiderar los tramos, para que los delitos menos graves -que siempre son graves- no sufran un abusivo aumento de la pena, esta se les rebaja, con lo que algunos salen beneficiados. Insólito, cuando menos, que una ley pensada para reforzar la seguridad de las mujeres alivie las penas de sus agresores. Y mientras el Congreso vivía otro de sus habituales rifirrafes en el que ni los miembros de un mismo partido se ponían de acuerdo, Pedro Sánchez, ataviado con el 'batik' tradicional, degustaba la gastronomía balinesa en la cena de gala de la cumbre del G-20 y callaba. Posiblemente le costaría digerir, junto con las malas noticias llegadas de España, los crustáceos del Índico o el zumo de mangostán. Estamos en malas manos.

El mundo cambia, cambia la sociedad, el clima, cambian las leyes. Dentro de algunos millones de años la antigua Pangea será Neopangea. Los parlamentarios teorizan, gritan, especulan. Los legisladores y los penalistas analizan y redactan. Los jueces interpretan y valoran. Pero ¿puede una ley admitir interpretaciones? Esa ha sido la defensa de Irene Montero, principal responsable de la entrada en vigor del 'sí es sí', que rehúye las críticas que la vapulean escudándose en la nefasta y machista hermenéutica de los jueces que anula la imparcialidad y la integridad de la Justicia y puede derivar, incluso, en el incumplimiento de la ley.

Publicidad

Al igual que la medicina tradicional occidental es terapéutica con los síntomas de la enfermedad, pero no atiende a por qué se origina y declina llegar a la verdadera causa del mal, el sistema judicial combate los efectos de las infecciones sociales en lugar de proponer soluciones a las causas que las provocan. Barrer y meter la porquería bajo la alfombra. Y, sin embargo, la experiencia nos demuestra que la dureza de las penas no disuade al violador, como la pena de muerte no disuade a los asesinos allí en donde todavía se aplica. Por todo ello la polémica, más que referirse a si las penas son o no adecuadas al delito, debería centrarse en el planteamiento de preguntas esenciales:

¿A qué se debe el repunte del machismo en las aulas?

¿Por qué el modelo femenino de mayor impacto para adolescentes sigue estando tan sexuado?

¿Por qué a un numeroso sector de la juventud le interesa mucho más el atractivo físico que formarse un pensamiento crítico?

Publicidad

¿Por qué la pornografía, tan al alcance de menores, sigue cosificando a la mujer? Es más, ¿por qué existe todavía la pornografía?

¿Llegará el día en el que la fuerza física deje de suponer el instrumento de dominación de ciertos hombres?

¿Cuándo esos mismos hombres van a dejar de decir que el feminismo quiere desvirilizarlos?

¿Cuándo la revolución de los géneros, por innecesaria y superada, va a dejar de ser noticia?

¿Se acabarán definitivamente las violaciones masivas y sistemáticas a mujeres y niñas en las guerras?

Publicidad

¿Por qué llaman 'estrictos códigos de comportamiento hacia las mujeres' a lo que debería ser comportamiento natural?

No se puede negar, no obstante, que el enunciado coloquial con que se conoce la pomposa Ley de Garantía Integral de la Libertad Sexual está bien planteado: no hace falta decir no, solo sí es sí. Todo lo demás no vale. Aunque la víctima no rechace explícitamente a su violador. Aunque no grite ni se revuelva ni le pida por favor que pare antes de sentir pisoteada el alma y terminar destruida del todo.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad