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El bombardeo de Gernika de 26 de abril de 1937 -hoy se cumplen 84 años- adquirió resonancia internacional por ser un bombardeo de terror contra la población civil, cuyo recuerdo hoy nos sigue estremeciendo a todos. Cuestión aparte es que no afectara ni a la ... Casa de Juntas ni a su roble, ni a las fábricas de armas ni al estratégico puente de Rentería. O que estuviera rodeado de una serie de claves políticas de orden interno, como fueron las disputas entre Mola y Franco por un lado, y entre Prieto y Largo Caballero por otro, y de coyuntura exterior entre los aliados de ambos bandos y con el trasfondo de unas negociaciones secretas entre el PNV y los sublevados, con el Vaticano de por medio. Todo ello lo explica Roberto Muñoz Bolaños en su magistral 'Guernica, una nueva historia'.
Por cebarse con la población civil, la repercusión de aquel bombardeo fue la más alta que alcanzó cualquier otro en la Guerra Civil española. Y eso que hubo varios más, y más mortíferos que el de Gernika, como los de Barcelona, Madrid y Valencia. O con resultado parecido de muertos, como los de Alicante, Durango, Granollers, Tarragona y Lérida. Pablo Picasso, a quien el Gobierno de la Segunda República había encargado un mural para el pabellón de España de la Exposición Universal de París de 1937, captó inmediatamente aquella impresión generalizada y la convirtió en el 'Guernica', la obra maestra definitiva del pintor más importante del siglo XX. El Gobierno del lehendakari Aguirre, al ver el cuadro, se sintió defraudado porque allí no aparecía ningún simbolismo vasco, salvo por el título. Pero la hecatombe bélica mundial, unida al genio del artista malagueño, convirtieron el 'Guernica' en el grito desesperado de la Humanidad contra el terror de la guerra, al lado mismo de Auschwitz e Hiroshima.
El propio alcalde de Hiroshima, Kamuzi Matsui, lo reconoció en 2018 cuando estuvo en Gernika: «La primera vez que supe de Gernika fue por Picasso». Con motivo de esta visita fue plantado cerca del roble de las libertades vascas un esqueje del Ginkgo biloba, el árbol sagrado de Japón que, estando a un kilómetro de donde cayó la bomba de Hiroshima y sufriendo una temperatura y radiación extrema, al año volvió a rebrotar. El Ginkgo biloba es de una especie arbórea sin parientes vivos a la que se estima una antigüedad de 270 millones de años y que, por tanto, vivió la época de los dinosaurios, sobrevivió al impacto del meteorito que acabó con ellos, fue coetánea de la aparición de los primeros homínidos hace seis millones de años y atravesó las glaciaciones del Cuaternario.
A finales del siglo XVII quedaban ejemplares en Japón, donde fueron conocidos por un científico alemán, Engelbert Kaempfer, que le puso nombre y describió la especie, cuando se pensaba que todos sus representantes estaban extinguidos. Es por eso que el Ginkgo biloba se considera un fósil viviente y cada ejemplar es capaz de vivir más de 3.000 años. Pero a nuestro querido roble de Gernika tampoco le hace falta una historia tan extraordinaria como la del Ginkgo biloba para ser el símbolo de las libertades de todos los vascos, como lo cantó el bardo Iparraguirre, uno de cuyos versos es lema de nuestra Universidad.
En Hiroshima murieron 150.000 personas y el Ginkgo biloba es una especie de 270 millones de años, pero a Gernika no le hace falta ni un muerto más para seguir siendo el símbolo universal por la paz, como a su roble no le hace falta ser de una especie de 270 millones de años para simbolizar nuestras libertades. En cambio, hay historiadores, como Xabier Irujo y otros, que deben de considerar que los símbolos se pesan y se miden. Porque, si no, no se entiende su insistencia en inflar el número de víctimas despreciando la investigación que viene realizando desde 1985 el Gernikazarra Historia Taldea, cuyos integrantes más conocidos, José Ángel Etxaniz y Vicente del Palacio, en absoluto son sospechosos de querer disminuir o 'revisar' las consecuencias del bombardeo, y que por más que han removido en archivos, cementerios, hospitales y el propio vecindario, no han llegado a contar más de 160 víctimas.
La impresión que causó aquel atroz episodio del bombardeo de Gernika no se siente más por decir que hubo más víctimas de las que hubo. Como tampoco se entiende mejor lo que pasó en la Guerra Civil por decir que aquello fue un genocidio. Si lo hubiera sido, en particular para el caso vasco, ¿cómo se explica, entonces, por ejemplo, que Álava y Navarra se sumaran a la sublevación desde el minuto uno, que Gipuzkoa y Bizkaia fueran tomadas por las Brigadas de Navarra, cuyos mandos se apellidaban Solchaga o Iruretagoyena, que la letra y la música del himno 'Cara al sol' fueran de vascos o que el mayor propagandista del nuevo régimen fuera el padre Lojendio, abad del Valle de los Caídos?
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