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Los catorce kilómetros que recorre la ría de Bilbao hasta el Abra conforman uno de los patrimonios históricos más potentes del País Vasco de nuestro pasado reciente. A pesar de que esa industrialización comenzó en el último tercio del XIX, no han quedado demasiadas imágenes ... en movimiento que nos ayuden a recrearlo y, de hecho, pocas imágenes lo muestran como el documental 'Puerto de Bilbao', filmado en 1925, remasterizado recientemente y expuesto actualmente en el Museo Marítimo.
Se trata de una de las mejores películas que se han conservado que muestran el Bilbao industrial de aquellos años no solo porque se rodaron relativamente pocas con esta temática, debido a su elevado coste, sino también por la dificultad para su conservación por el material inflamable del que estaban compuestas, y quizás por ello 'Puerto de Bilbao' ha sido una mina de imágenes para todo aquel o aquella que quiera ver cómo era la industria de esta zona en las primeras décadas del siglo.
La intrahistoria del documental es curiosa y nos da cuenta de la importancia de las investigaciones historiográficas sobre este tipo de temáticas. Localizado en los años 90 en los depósitos de la Autoridad Portuaria, fue al inicio erróneamente atribuido a los hermanos Azcona. Se supo luego, gracias a un expediente del Ayuntamiento de Bilbao, que su propósito había sido promocionar algunos lugares de España en la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929, por lo que la Junta de Obras del Puerto de Bilbao financió el proyecto, como bien explica el historiador Andoni Elezcano.
Las imágenes que aparecen son elocuentes de la época y de la actividad de la ría. Tranvías, trenes, industria pesada, chimeneas, barcos de carga, dragadoras, grúas y un sinfín de infraestructuras, la mayoría de hierro, que dan cuenta de cómo era aquel lejano paisaje industrial. Hay que recordar que la industrialización en esta zona se basaba sobre todo en la industria siderometalúrgica, la minería -ya no hegemónica en los años veinte-, la industria naviera y numerosos talleres y actividades casi siempre subsidiarias de este entramado.
Junto a esas fábricas y muelles se muestran explícitamente dos instituciones: el Real Sporting Club y el Real Club Marítimo del Abra, buques insignias de la gran burguesía vizcaína, esa que controlaba los entresijos económicos y políticos del país y que tenía estas sedes entre sus predilectos espacios de sociabilidad. Además, junto a esa industria, también aparecen imágenes de ese Bilbao en expansión, que todavía en los años veinte contaba con amplios terrenos de prados y caseríos que convivían con las chimeneas de las fábricas.
Ahora bien, esta zona no solo era un hervidero de actividad industrial -aspecto bien plasmado en el documental- sino también social, política. Era un hervidero humano. Porque esa ría con chimeneas, contaminación y humo era habitada por miles de trabajadores y trabajadoras que eran, de facto, los verdaderos protagonistas de un fenómeno, el de la industrialización, que sin ellos y ellas no habría sido posible. Personas que cumplían interminables jornadas, que sufrían enfermedades constantes que a menudo les costaban la vida-sobre todo los más pequeños, cuyas cifras de mortalidad eran «escalofriantes», como las describían los médicos de la época-, personas que casi siempre vivían hacinadas, con poca higiene y en condiciones de insalubridad, hombres y mujeres a los que sacar la vida adelante podía resultar difícil, pero que a pesar de ello encontraban mecanismos para resistir y para reivindicar el cambio y la mejora.
Precisamente con esa ilusión para el cambio nació el movimiento obrero en esta zona, que ya en los años veinte estaba plenamente consolidado, un movimiento obrero que agrupaba a miles de trabajadores en demandas que pasaban por lo laboral y lo político, haciendo de esta zona uno de los epicentros del movimiento obrero español. Nada de eso aparece en el documental, siendo esta una de las ausencias más elocuentes y destacadas. Y es que lo humano queda relegado frente a la fría descripción de las infraestructuras y capacidades del puerto.
'Puerto de Bilbao' alude al pasado industrial e industrioso de esta zona, un pasado no siempre recordado ni reivindicado en la actualidad, cuya memoria se va diluyendo con el paso de los años por el Bilbao del Guggenheim, del turismo, del ocio y los servicios. Un pasado que existió y cuyo espíritu quedó plasmado en estos versos del poeta Ramón de Basterra que bien podrían haber acompañado al documental: «Ría de Bilbao, no es tu belleza bucólica, para invitar al sueño, a la inacción. La tuya es belleza nueva, vigorosa, fecunda, la belleza de la solidaridad y el trabajo, la del progreso y el esfuerzo, la belleza del futuro».
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