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A comienzos de 1934 un terremoto de gran intensidad sembró el pánico, la destrucción y la muerte en el Estado de Bihar, en el norte de India. Provocó también el nacimiento y la difusión de numerosos rumores entre la población afectada. El psicólogo social indio ... Jamuna Prasad describió y clasificó estos rumores, además de subrayar la influencia de las características del grupo en su difusión. Comparó los rumores de aquella ocasión con los recogidos por la prensa o en archivos en situaciones parecidas y encontró gran semejanza en el contenido de los rumores a lo largo del tiempo y del espacio. Los rumores existen desde siempre, aunque circunstancias de temor e inseguridad, como la creada por la covid-19, los multiplican.
El rumor es una información no verificada -si se confirma, se convierte en noticia-, de gran interés práctico para el grupo, que circula con rapidez, en un contexto de ambigüedad y amenaza. Va más allá del mero cotilleo. Con el rumor las personas tratan de dar sentido y de afrontar una situación incierta.
¿Por qué unos rumores persisten y se extienden más que otros? Los profesores Gordon Allport y Leo Postman, pioneros en el estudio del rumor y de obligada referencia, indicaron que la fuerza de un rumor dependía de la incertidumbre que provocaba la situación y de la importancia que tenía para los miembros del grupo su contenido.
Respecto a cómo se extienden los rumores, algunos especialistas se inclinan por el modelo formalizado que se utiliza para explicar la propagación de las enfermedades contagiosas. Se trata, pues, de un proceso de contagio social. Además, con la transmisión boca a boca el contenido del rumor cambia, a veces sustancialmente. Se suprimen detalles, mientras se añaden o acentúan otros. La generalización del uso de internet y de las redes sociales ha supuesto un cambio muy importante en la transmisión de un rumor, por cuanto facilitan extraordinariamente su difusión, aunque sea falso su contenido.
En general, las personas aceptan un rumor si proviene de una fuente que consideran creíble, el contenido coincide con sus propias actitudes y lo escuchan varias veces sin que sea desmentido.
Algunos distinguen estos tres tipos de rumores. El rumor que, en realidad, es una proyección de los deseos y esperanzas del grupo («he oído que nos suben el sueldo un 8%»). El rumor puede consistir también en la forma de aumentar el miedo sobre un acontecimiento todavía no confirmado («parece que este virus también se transmite por…»). Y, en tercer lugar, el rumor que trata de culpar del mal a otras personas o grupos («dicen que fueron extranjeros los que vandalizaron la piscina»). Este último tipo de rumor, con frecuencia asociado a prejuicios contra algunos grupos, parece el más frecuente de los tres.
El contenido de algunos rumores resulta inofensivo. En ocasiones suministran información aprovechable. Pero, con frecuencia, son juicios paralelos, provocan o avivan el conflicto social, además de dañar la fama de organizaciones, grupos sociales, marcas… y la fama de personas. No siempre se neutraliza un rumor tendencioso. El viejo refrán «calumnia, que algo queda» se puede concretar en «esparce un rumor, que algo queda».
Pero, incluso en la llamada era de la posverdad, la búsqueda de la verdad resulta clave para que la sociedad no se desestabilice y descarrile. Por eso, los expertos trabajan para neutralizar y prevenir la difusión de rumores. La principal vacuna es la trasparencia institucional -practicada y no solo retóricamente proclamada-, unida a la credibilidad y claridad de los líderes y de los medios de comunicación, que genere un ambiente de confianza en la información que ponen en circulación. La falta de información clara -también el exceso de información confusa- fomenta los rumores, porque dificulta o impide dar sentido a la situación que provoca incertidumbre y ansiedad. Moderar el deseo de tener una respuesta inmediata a cualquier interrogante sin esperar una información fiable reducirá la proliferación de rumores. Porque la búsqueda de la verdad no es una carrera de velocidad, sino de fondo.
El hecho de que se aceptan con mayor facilidad los rumores que coinciden con las propias creencias y actitudes invita a ensanchar la mente para considerar, con la mayor objetividad posible, otras opiniones diferentes a la propia. Relativizar cada rumor, cualquiera que sea su procedencia, junto a la decisión de no utilizarlos como arma arrojadiza contra nadie, será una forma de reducir la casi inevitable circulación de rumores.
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