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La guerra en Oriente Próximo no puede sacrificar a Ucrania. En lucha por la integridad territorial de su país, Volodímir Zelenski tenía identificados los frentes que acechan la resolución de la contienda contra las tropas rusas: el militar y el diplomático. Kiev y sus aliados ... occidentales se esfuerzan en llevar a su campo a los grandes emergentes. Pero un conflicto europeo no es un estupor compartido por el Sur global, ni un drama tan mundial si se enumeran las 'neutralidades' internacionales ante la operación de Rusia.
El 7 de octubre, el ataque terrorista de Hamás en el sur de Israel achicó todas las incertidumbres del presidente de Ucrania. Palestina no es cosa del pasado. No solo ha relegado el dosier ucraniano en la jerarquía informativa del mundo, no solo ha añadido un frente inesperado a Zelenski, sino que todos los esfuerzos de los occidentales desde febrero de 2022 por aislar a Rusia pueden decaer tanto en las opiniones públicas como en los gobiernos de Oriente Próximo y Medio, África, Asia, América Latina. La razia de Hamás ¿aísla al bloque occidental?
Un «regalo del cielo» para el Kremlin es la expresión que corre entre las cancillerías occidentales y los observadores externos. Las represalias israelíes en la franja de Gaza como respuesta a la incursión terrorista de Hamás representan un golpe de suerte para Rusia en su guerra contra Ucrania y su enfrentamiento contra «el Occidente colectivo», según expresión de Moscú. Los medios rusos no ocultan su satisfacción.
La brutalidad de las réplicas israelíes y el reconocimiento del que disfruta Tel Aviv en las capitales occidentales debilitan dos pilares del discurso de los aliados sobre Ucrania: el no respeto del Derecho internacional por Rusia y los crímenes cometidos por su ejército. La comparación entre las ocupaciones rusa e israelí no se ha hecho esperar, del mismo modo que el tratamiento diferenciado de los supuestos genocidios. ¿Cómo puede esquivarse una comparativa entre los bombardeos rusos sobre las infraestructuras energéticas ucranianas, sobre las concentraciones de civiles en duelo, y los cortes de agua, luz, suministros básicos decretados por Tel-Aviv en Gaza? Pan bendito para Putin, que encuentra en el conflicto israelo-palestino toda una ocasión para salir de su estatus de paria.
Los rusos no han dudado en relegar su tradicional política de equilibrio en la cuestión palestina, aunque haya cogido a contrapié a su ciudadanía proIsrael. Tardanza en el pésame a Netanyahu, ninguna condena a Hamás, ni mención al 'terrorismo' pese a 19 compatriotas víctimas del ataque. Sí una acusación al negligente abandono de Oriente Próximo por EE UU. En Pekín, disfrutando de las 'nuevas rutas de la seda', Putin avisa de que los conflictos geopolíticos «refuerzan» los lazos entre Rusia y China.
Las libertades del Kremlin encajan parcialmente entre los dirigentes hebreos. El riesgo de ver a Tel Aviv ayudando militarmente a Ucrania, hoy casi nulo, explicaría la caída de la aparente neutralidad rusa en las sucesivas contiendas israelo-palestinas. Este cambio de posición no evita la sorpresa hebrea, dada la contención de Israel sobre la invasión de Ucrania. Conocedoras de la influencia de Moscú en Siria e Irán, las autoridades israelíes no protestan por el momento. Máxima prudencia. La estrategia rusa -apoyada en un tratamiento mediático hostil hacia Israel- es fortalecer un frente antioccidental heteróclito e insistir en la fractura interna de los occidentales.
El canciller alemán, Olaf Scholz, denuncia el «cinismo» de un Putin que apela a la protección de los civiles. Los rusos calculan que sosteniendo a Hamás se ganarán a numerosos países del Sur global y obtendrán su beneficio respecto a Ucrania. De vuelta de Israel, Joe Biden, en alocución a su país el día 19, defendió la necesidad de unir la guerra en Ucrania y el conflicto entre Israel y Hamás para lograr la aprobación por el Congreso de una ayuda de 95.000 millones de euros. En razón de las divisiones del 'Grand Old Party', el proceso legislativo está bloqueado por ahora. Biden insiste en el liderazgo estadounidense pero en ningún caso sus soldados se desplegarán en Europa. La contrapartida es armar a los aliados. Una inversión inteligente para la seguridad de EE UU en la que se recuerdan los límites en el uso de las armas entregadas por los socios occidentales: no dirigirlas a Rusia.
Existen unas normas de la guerra, aunque no lo parezca. Lo recordó el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, el día 9: «Todas las partes están obligadas a respetarlas». El hundimiento del sistema internacional 'basado en unas reglas' nos ha devuelto a la guerra total, primaria y asesina. La única norma prevalente es la omnipotencia del más fuerte. La desinhibición del odio como venganza frente a tanto poder ya alcanza a Europa: dos forofos suecos y un profesor francés ejecutados. ¿Quién ordena esta crisis mundial?
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