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'Vlad, el Envenenador' es una de las expresiones acuñadas por Alexéi Navalni para referirse a Vladímir Putin. Si en agosto de 2020 fue mantenido en un coma inducido durante dieciocho días para ocultar las trazas de novichok, hoy su cadáver merece un mínimo de ... treinta para «investigar su muerte súbita». Ludmila Naválnaya, madre del opositor por excelencia al régimen ruso, dispone únicamente de un documento de la prisión de Kharp confirmando su muerte el 16 de febrero a las 14.17 horas. Y después de días de espera ha conseguido ver el cuerpo pero no recuperarlo. Denuncia presiones de las autoridades rusas para que se celebre un 'entierro secreto'. La siniestra farsa continúa.
Incomunicado en mazmorras o sonriente tras los barrotes en las comparecencias de falaces encausamientos, la existencia de Navalni se había convertido en insoportable para Putin. La víspera de su muerte declaró ante el tribunal de Kovrov por videoconferencia desde el gulag ártico, delgado pero en forma, bromista con el juez, dispuesto a transmitir optimismo a sus seguidores. Frente a la desesperación de una letanía de condenas con perfume de perpetuidad, Navalni no abandonó nunca su ambición política. Por mensajes filtrados o en los tribunales denunció el poder corrupto de Rusia Unida, al amo del Kremlin y su «criminal» guerra en Ucrania. Ha pagado caro este hostigamiento.
La muerte del opositor ruso 'coincidió' con la apertura de la 60 Conferencia de Múnich sobre seguridad, obligando a la vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris, a inaugurar la cumbre con «un signo más de la brutalidad de Putin». El deceso 'concurrió' igualmente con el periplo Berlín-París-Múnich de Volodímir Zelenski recabando ayuda financiera y suministros de armas frente a la invasión rusa. Partidarios de Navalni y dirigentes occidentales reaccionaron con atribuciones de autoría «al régimen del Kremlin». El mismo viernes 16, Macron y Zelenski apuntaron «un asesinato» en una muerte cuya responsabilidad es incontestable. Con esta desaparición posiblemente el mensaje que quiere transmitir el presidente ruso a su pueblo, a los movimientos creados por el finado, a los políticos occidentales reunidos en el mismo momento en la capital bávara es que él, Vladímir Putin, es el amo en su país y pretende seguir siéndolo.
Al regresar a Rusia el 17 de enero de 2021, tras sobrevivir al envenenamiento destinado a matarlo, Navalni cometió un acto supremo de oposición al nuevo zar. La osadía descabellada del asesinado rechazaba el borrado del destierro para continuar existiendo políticamente frente a Putin. Agallas que su viuda, Yulia Naválnaya -también invitada en la Conferencia de Múnich-, recordó desde la tribuna al ser informada del martirio de su esposo.
¿Cómo comprender el eterno renacimiento de la tiranía? Alexéi Navalni, sus abogados encarcelados y amigos como Vladímir Kara-Mourza, también retornado voluntariamente y condenado a veinticinco años, recuerdan al combate democrático de los disidentes de la era soviética. En el camino, desde Ana Politkóvskaia y Borís Nemtsov hasta Evgeni Prigozhin, antiguo jefe de las milicias Wagner.
En un mes Rusia reelegirá presidente. La democracia representativa no desagrada a los mantenedores de las democracias iliberales ni a los demagogos nacionalistas entregados al culto personal. Aunque se conozca de antemano el resultado y el proceso sea hipócrita, el déspota busca la legitimidad por medio de las urnas. El rito nada tiene de creencia en la democracia liberal. Pero el tirano persigue justificar su sistema y el marchamo democrático sienta mejor. El deslizamiento de ciertas democracias hacia la autocracia nos confronta a una cuestión: ¿qué modelo de gobierno va a prevalecer en los próximos años? The Centre for the Future of Democracy cree que China y Rusia son más populares que Estados Unidos entre el Sur global. La relación con la tiranía, incluso la admiración, por motivos de negocios, lucha contra el yihadismo, no injerencia, estabilidad de tal o cual región o eficacia de un régimen, hacen muy difícil anteponer los derechos humanos.
Comprobado lo que cuesta a un político denunciar las inmoralidades y depravaciones de Putin, Occidente no puede reverenciar al presidente ruso. Frente a su cinismo y expansionismo, defendamos la libertad para que Navalni no se revuelva en su tumba, donde quiera que puedan enterrarle. Especialistas de armas químicas del FSB (servicios de seguridad rusos) que seguían al opositor desde 2017 cayeron en la trampa de creer hablar por teléfono con un superior. La prenda más contaminada y «que dio más trabajo para eliminar señales fue el calzoncillo y precisamente la entrepierna». ¿Qué borran ahora que no se entrega su cadáver? Navalni es imborrable. Su denuncia radical de la autocracia de Putin queda para la historia.
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