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Más vale escribir la historia que padecerla», sermonea el presidente francés a sus ministros tibios. Acaba de aplicárselo a sí mismo con la disolución de la Asamblea Nacional el día 9, una vez confirmado el patinazo de su formación en las elecciones europeas frente a ... la extrema derecha de Marine Le Pen. No es improvisación, no es postureo: es una estrategia que ha aguantado muy bien el secreto y que se venía preparando en el Elíseo por si las urnas confirmaban los desastrosos pronósticos. Una victoria histórica de Reagrupación Nacional (RN) precipita a 'la macronía' a reparar su derrota y posible desaparición.
Los franceses sorprendidos por la reacción del jefe del Estado vuelven a las urnas el 30 de junio y el 7 de julio en segunda vuelta para elegir a sus parlamentarios. La campaña ha volcado un concentrado de arrogancia y de torpezas hasta revolver a muchos electores dispuestos al voto de castigo. La designación de una desconocida, Valérie Hayer, comprometió plenamente a Macron en los comicios. Empleó desde el primer ministro, Gabriel Attal, hasta la guerra en Ucrania pasando por la conmemoración del Desembarco, la presencia de Joe Biden y el amedrentamiento a los ciudadanos sobre el sentido de sus votos. Pero la situación no se encarriló: los sufragios de extrema derecha rondaron el 40%. ¡Cuánto lamentamos ahora haber roto hace dos años el frente republicano que precisamente despejó el camino a Macron en sus dos elecciones!
El escrutinio europeo debilita aún más al partido de gobierno, privado de mayoría absoluta e impedido en sus funciones legislativas. Desde finales de 2022, apenas seis meses transcurridos desde la reelección de su marido, Brigitte Macron se preocupaba ante sus próximos: «Nunca vamos a poder aguantar cinco años así». 'Así' es sometidos a los aliados de Renacimiento -partido eje de 'la macronía'-, a sus frentes -los de Édouard Philippe y François Bayrou-, a las amenazas de la derecha de Los Republicanos (LR) siempre dispuesta al voto de censura. La relación de fuerzas parlamentaria es tan vulnerable que la hipótesis de la disolución flotaba en el clima político galo desde hace tiempo.
Para el núcleo gestor de la operación, la disolución tiene varias ventajas. En lo inmediato disimula un fracaso personal del presidente y 'entretiene' a todo el espectro político volcado en otros comicios mayores. Esta dinámica evita también un análisis profundo sobre el crecimiento no ya de RN sino de Reconquista, con Zemmour a cargo. El principal objetivo del macronismo -ejercer de barrera a la extrema derecha- se hunde. La disolución de las cámaras aplaza los ajustes de cuentas poselectorales y cualquier intentona de independencia sería interpretada como la aparición de desertores no dispuestos para «la batalla de valores» contra las extremas derechas.
La apuesta es arriesgada. Si, en sus diferentes tanteos para formar una coalición con Los Republicanos, la fórmula de la cohabitación no había prosperado, Macron la plantea ahora de frente: en las urnas. El Elíseo acelera la recomposición política, exigiendo «claridad» a los franceses. Acostumbrado al cara a cara entre populistas y liberal-progresistas, Macron opta por transformar el resultado de las europeas, el 'todos contra Macron', en un 'todos contra RN'.
El tablero político galo puede igualmente favorecer la determinación del presidente. La desunión de la izquierda, la debilidad de la derecha tradicional, el rechazo a los supraecologistas, la profesión de fe de los dispuestos a mantener el escaño más los irreductibles para impedir un primer ministro de extrema derecha en coalición, aúnan posibilidades de éxito para 'la macronía'. «Salimos para ganar», afirma un consejero, con la esperanza de que los franceses se desdigan en unas semanas.
La maniobra es osada. Macron puede encontrarse con una Asamblea todavía más ingobernable que la actual y una 'mayoría' irreconocible. Si los electores no se desvinculan de RN, una cohabitación con el joven Jordan Bardella -candidato de la casa Bolloré- no está excluida. En caso de una nueva derrota, las peticiones de dimisión del presidente no vendrán exclusivamente de la extrema derecha. Amigo de los sobresaltos, Macron debería valorar el contexto geopolítico, su importante participación y especialmente el abismo hacia el que puede conducir a su país. Lo que Francia decide es el futuro de su democracia, así como su papel internacional ante los aliados occidentales y europeos. Los desafíos mundiales pendientes son demasiado importantes
«Cuando la democracia está bloqueada, no son los juegos de poder y los apaños los que permiten desbloquear el problema. Todo lo contrario, son las urnas, es decir, la disolución». Así rechazaba en marzo Bruno Retailleau, senador de Los Republicanos, una cohabitación suave entre Gérard Larcher -presidente del Senado por LR- y Emmanuel Macron, presidente de la República. ¡A las urnas, pues, y sin frente republicano!
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