Excluidos la prensa y los móviles, durante doce horas, a puerta cerrada, sin taquígrafos ni asesores, el presidente francés, Emmanuel Macron, y los líderes de once partidos dialogaron en la abadía de Saint-Denis (Seine-Saint-Denis) en la tarde-noche del 30 de agosto. ... La 'performance' del jefe del Estado no las tenía todas consigo, pero no faltó nadie a los debates, la cena o a las propuestas sobre el mundo y la vida concreta de los franceses. Se quedaron todos hasta «las 3.15 de la madrugada» alabando incluso la calidad de los intercambios, lejos de los excesos de un Parlamento radicalizado. Para Macron la experiencia «produce apaciguamiento»; para los analistas, otros efectos dignos de mención.

Publicidad

Los Encuentros de Saint-Denis van a probar la capacidad de los políticos franceses de «construir nación». Cuando el jefe del MoDem, François Bayrou, se iba, Fabien Roussel, su homólogo del Partido Comunista, espetaba al presidente de la República: «¡El trabajo no paga!». Pese al agotamiento, la vehemencia del comunista sobre la cesta de la compra, las imposiciones que aplastan a los modestos y los salarios demasiado bajos, relanza a Macron. «Existe un problema. Hay que regularlo con el diálogo social». Ninguna objeción. Un tema defendido por la izquierda encuentra consenso y respuesta precisa: una gran conferencia social para abordar las carreras y ramas situadas por debajo del salario mínimo, confirma la primera ministra, Elisabeth Borne, para octubre.

Mientras se envían las conclusiones de la 'noche de la abadía', el método cobra su propio protagonismo. «La idea no era encontrar compromisos tibios, sino forzar a cada uno a salir de sus posiciones y a confrontarse con lo real para compartir la presión de las obligaciones», resumía un consejero del Elíseo. Los jefes de los partidos fueron convocados para plantear diagnósticos y recolocar cada problema en su contexto. El macronismo se ha forjado en esta convicción de que es posible transformar construyendo mayorías de proyecto al servicio de cada interés general. Dialogar en Saint-Denis obedece a la misma lógica: una tentativa de neutralizar los reflejos políticos adquiridos para compartir diagnósticos sobre los grandes temas. Es necesario superar la impotencia que amenaza el sistema liberal en un momento marcado por la urgencia: retorno de las guerras clásicas, emancipación de las fuerzas capitalistas de lo político, ascenso de los populismos, devastaciones climáticas…

Políticos y dirigentes hablaron de África, el Magreb, Ucrania, la cuenca mediterránea, la relación con Alemania. Se manifestó un profundo consenso acerca de la política de Francia en Ucrania. El cónclave cerró con el apoyo unánime de la clase política a la línea seguida por el Gabinete Borne. Se desestiman las críticas recientes de Nicolás Sarkozy. Manuel Bompard, representante de La Francia Insumisa, aclaró que «en torno a la mesa no había prorrusos y ninguna formación aprueba la intervención rusa en Ucrania».

Publicidad

Hacia las ocho de la tarde, instituciones y territorios reabrieron la división derecha-izquierda. Bompard desgranó su proposición de referéndum sobre las jubilaciones; Macron respondió que «no se puede oponer la legitimidad de un Parlamento a la de un referéndum». Roussell reconoce tener aún atravesado el artículo 49.3 con el que se violentó a los parlamentarios para aprobar la reforma de las pensiones. «Sin el 49.3 nunca habría salido adelante la contribución social general del primer ministro socialista, Michel Rocard», recuerda el jefe del Estado.

Éric Ciotti, de Los Republicanos, y Jordan Bardella, de Reagrupación Nacional (RN), plantean otro referéndum; éste sobre la inmigración. Una competición entre la derecha y la extrema derecha sobre los flujos migratorios y su integración lleva a Macron a otra concreción: trabajemos el artículo 11 de la Constitución que rige los referendos. Limitadas a cuestiones de organización de los poderes públicos y a reformas económicas, sociales y medioambientales, replicó el presidente, «se estudiarán las propuestas de la derecha diversa».

Publicidad

Por encima de los escépticos, un participante sale reforzado de tan larga noche. Al invitar a Jordan Bardella a su mesa, después de haber decretado en un primer tiempo que solo los partidos del 'arco republicano' lo serían, el presidente culmina la empresa de normalización de RN. Macron está preparado para hablar tanto con Reagrupación Nacional como con La Francia Insumisa. Si Marine Le Pen y Jean-Luc Mélenchon suponen el 45% de los sufragios en la primera vuelta en la elección presidencial de 2022, la asistencia de sus equipos no resultó cuestionada por ningún representante político. En la Abadía de los Reyes de Francia, el 30 de agosto suspende la práctica vertical del poder, potencia el concepto nación, consagra el tripartidismo galo y posiblemente entierra el frente republicano, viejo freno del lepenismo.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad