Destronar al dólar, símbolo de la hegemonía occidental, es el más ambicioso de los objetivos abordados por los BRICS -Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica- en Johannesburgo durante su decimoquinta cumbre, que se celebró la pasada semana. La complejidad del propósito explica su silenciamiento, de forma ... que se trasladó el interés de la convención a la ampliación de sus miembros para 2024. Sin una identidad colectiva, los BRICS a once pretenden crear un orden internacional alternativo al modelo occidental del G-7. Los criterios de admisión en la asociación permanecen ambiguos, al igual que las motivaciones últimas de China y Rusia en esta heterogénea plataforma, indiferente al fragor de la guerra en Ucrania.

Publicidad

La ampliación ofrece a los BRICS la mejor posibilidad de pesar en la escena mundial. Al integrar a Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Irán, Egipto, Etiopía y Argentina, el grupo representa el 46 % de la población del planeta y más del tercio del Producto Interior Bruto mundial. Se enriquece de países del Medio Oriente productores de petróleo, refuerza especialmente su polo africano y contará con las dos mayores potencias de Sudamérica. Para un grupo que se apoya ya sobre las dos naciones más pobladas del mundo -ambas, asiáticas-, es un cambio de escala considerable. El criterio económico no parece el primordial para retener una candidatura. Países como Indonesia y Nigeria, cuyas economías son más fuertes que la de algunos elegidos -por ejemplo, Etiopía y Egipto-, han sido rechazados.

En origen, el 'club de los cinco' deriva del movimiento de países no alineados nacido en Bandung (Indonesia) en 1955 para permanecer al margen de los dos grandes bloques rivales de entonces: el estadounidense y el soviético. El acrónimo BRIC surge en 2001 acuñado por Jim O'Neil, director de Economía Global de Goldman Sachs, para estructurar el enorme potencial de crecimiento de Brasil, Rusia, India y China como mercados emergentes. La adhesión de Sudáfrica data de 2011. En principio, la cooperación interbancaria y el fortalecimiento del comercio eran la argamasa de estos cinco miembros. No se contemplaba el participar en una competición abierta entre las grandes potencias.

En veinte años, los BRICS han cambiado: el vertiginoso aumento de poder de China, su transformación en rival sistémico de Estados Unidos, la autoafirmación de India con una estrategia múltiple en el Pacífico, la decadencia de Rusia, el eclipse populista de Brasil y la galopante corrupción en Sudáfrica son parte de la transformación del mundo. Coincidentes en algunas recriminaciones anti-occidentales, cada país hace sus cuentas y despliega su propia agenda. Los BRICS no son, pues, una alianza, sino una coalición versátil de Estados de soberanismos arrogantes. En ellos no se habla de derechos humanos, de corrupción o de democracia. En esto reside para muchos de los aspirantes el atractivo de esta coalición.

Publicidad

Los BRICS tampoco son una organización internacional, no disponen de estructuras permanentes. En el 'Financial Times' del 15 de agosto, el mismo Jim O'Neil asevera que «los BRICS no han construido nada desde que se reúnen». Le parece «ridícula» la idea de una moneda común entre estos países. La creación de una moneda única como el euro exige una fuerte convergencia económica, contingencia muy alejada de este heteróclito grupo de naciones. Hasta aquí solamente el Nuevo Banco de Desarrollo (NBD), residenciado en Shanghai y presidido por Dilma Rousseff es la institución más significada de los emergentes como contrapunto al Banco Mundial. Con sistemas políticos diversos, sin un mercado único ni producción de normas comunes, la extensión de los BRICS se augura complicada.

Si la entrada de Irán en el conglomerado es particularmente controvertida, la inclusión de Arabia Saudí en el conjunto no parece un éxito definitivo. Habiendo recibido su ticket de entrada, Riad prefiere estudiar con detalle la propuesta «antes de tomar una decisión apropiada». La reserva saudita, informan círculos del Ministro de Asuntos Exteriores, el príncipe Fayçal Ben Farhan, obedece a la necesidad de «estudiar los términos precisos de su inclusión, que todavía no les han sido comunicados». «Como saudíes quieren comprender exactamente qué les será requerido a ellos». El presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, anticipa los beneficiosos que puede suponer la cooperación entre once países, especialmente gracias al poder de las inversiones de Arabia Saudí y de Emiratos. Los objetivos de los BRICS no son tan claros para la totalidad del agregado compuesto en Johannesburgo.

Publicidad

La teoría general de sistemas (Von Bertalanffy, 1968), en uno de los principios de funcionamiento de los sistemas, recuerda que el todo es superior a la suma de las partes. No parece que la ampliación de los miembros BRICS se encamine a la generación de una entidad superior. Apilar elementos no basta para crear una casa común. Amontonar BRICS no crea más justicia e igualdad ni en este ni en otro pretendido orden mundial.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad