El 22 de abril de 1724 nació Kant y, por lo tanto, hoy cumple 300 años, porque su pensamiento sigue vivo entre nosotros. Las ideas kantianas están integradas en nuestro acervo cultural. Hace un siglo, en sus reflexiones por el segundo centenario, decía Ortega que ... creía difícil comprender la modernidad sin frecuentar el sistema kantiano, donde se recogen los resortes de nuestra maquinaria conceptual a partir del Renacimiento. La filosofía kantiana es tenida en cuenta para criticarla o rentabilizarla. Se le reprocha incluso no haber sabido adelantarse a su tiempo y tener en cuenta problemas que generarían coyunturas del futuro, como si hubiera sido su obligación abrazar la sensibilidad ecologista o las causas del feminismo.
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Sin pedirle peras al olmo, Kant sigue siendo una fuente de inspiración para pensar en general. Nos advierte de que resulta muy cómodo dejarse tutelar en vez de discernir por cuenta propia. Lo que distingue al ser humano y nos hace personas es justamente forjarnos nuestros propios criterios, atreviéndonos a servirnos de nuestras neuronas y no caer en la tentación de quedar tutelados por guías presuntamente infalibles. El papel de la filosofía sería justamente denunciar a los demagogos que brindan soluciones mágicas con su engañosa taumaturgia. Conviene criticarlo todo y cribar los datos e informaciones que manejamos para contrastar diferentes versiones, como se propuso hacer Diderot en su 'Enciclopedia'.
Con su formalismo ético, Kant nos propone realizar un experimento mental cuando decidamos obrar moralmente, sin limitarnos a comportarnos pragmática o prudencialmente. Cada cual debe dar con su propio criterio a cada vez, preguntándose si su pauta de conducta podría valer para cualquiera en cualquier momento y bajo cualesquiera circunstancias.
De igual modo, el desafío es no considerar a los demás o a nosotros mismos como simples medios instrumentales. Se trataría de pensar por sí mismos, sin asumir los prejuicios e intentando ponerse en el lugar del otro. Lo que nos hace libres es no ceder sin más antes las inclinaciones y ser conscientes de que nuestra libertad tiene como límite las libertades ajenas. Este planteamiento se corresponde con los ejes de una socialdemocracia liberal y no es asumible por el anarcocapitalismo, un sistema economicista y liberticida que tiende a cosificarnos, confundiendo a las personas con meras cosas que sí pueden tener un precio.
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Hay que reivindicar también el cosmopolitismo kantiano, que no debe confundirse con el fenómeno de la globalización. E igualmente no vendría mal reconsiderar su propuesta de una confederación interestatal que respetase las idiosincrasias nacionales y evitara la creación de macroestados cuyo poderío les haga creerse superiores al resto imponiendo sus reglas por la fuerza. Releer el delicioso ensayo titulado 'Hacia la paz perpetua: Un diseño filosófico' es un ejercicio interesante. Su reivindicación del principio de publicidad sigue teniendo plena vigencia entre tanto servicio secreto. Como también la tiene su distinción entre moralista político y político moral. El primero aparenta respetar la ética, mientras que el segundo intenta conciliarla con las demandas de la realidad política.
Kant no es un vademécum donde localizar soluciones o recetas puntuales. Lo valioso es su forma de preguntar y plantear los problemas. Las respuestas tenemos que buscarlas por nuestra cuenta, desconfiando de quienes pretendan tener unas verdades absolutas y excluyentes de su lado. Hay que huir del argumento de autoridad y replicarlo con argumentos bien contrastados. La obediencia ciega no nos exime de rendir cuentas, puesto que optamos por acatar una cadena de mando. Como subraya Javier Muguerza, «siempre cabe negarnos a secundar las injusticias y no hacernos cómplices de la barbarie que puedan entrañar, estando dispuestos a asumir las consecuencias de nuestra disidencia».
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Aprovechemos la ocasión para releer '¿Qué es la Ilustración? o la fundamentación para una metafísica de las costumbres'. La 'Revista de Occidente' dedica un numero especial al tricentenario kantiano. Ahí se reproduce el texto que Ortega publicó en esas mismas páginas hace un siglo. La filosofía, lejos de tener una obsolescencia programada, admite verse reciclada constantemente por los usuarios y, como los buenos vinos, va ganando con el paso del tiempo. En lugar de gran reserva, se les cataloga con la etiqueta de clásicos. Cumple años uno de los grandes. Kant quiso estudiar lo que define al ser humano, para lo cual exploró nuestra capacidad para conocer y el modo de comportarnos, además de conceder una importancia capital a la esperanza. Lo que nos recomienda es que nos respetemos mutuamente para propiciar una convivencia pacífica. Nada más, ni nada menos.
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