Votos prestados, votos viajeros
Cuidado, dirigentes de EH Bildu, con tensar la cuerda, los votos ganados no son por la independencia sino por su carácter socialdemócrata y de alternativa al PNV
Roberto Lertxundi
Lunes, 6 de mayo 2024, 00:05
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Roberto Lertxundi
Lunes, 6 de mayo 2024, 00:05
Hubo elecciones en Euskadi hace muy poco, el 21 de abril. Los comentarios sobre los comicios se han evaporado tras el tsunami provocado por la decisión de Pedro Sánchez de deshojar la margarita respecto a su futuro inmediato. Tras la tormenta, volvemos a los temas ... de fondo que implican las elecciones vascas y que siguen siendo de gran interés para nuestra convivencia.
Por una parte, se afirma que el recién elegido Parlamento vasco va a ser el más nacionalista de la historia. Recapitulemos. El primer Parlamento vasco, nuestro Legebiltzarra de 1980, era tan nacionalista como el actual: 42 escaños de los 60 que existían entonces (hoy 54 sobre 75) estaban ocupados por partidos declaradamente nacionalistas: 25 PNV, 11 HB, 6 EE (que en la época pugnaba por ser tan nacionalista como el que más). Hoy, 44 años después, los porcentajes siguen siendo parecidos. Lo que cambia, decisivamente, es la relación entre PNV y EH-Bildu. Su empate técnico es la gran novedad.
Por tanto, esa foto del país que aparece en las elecciones autonómicas no deja de ser una imagen fija que indica pocas variaciones. ¿Más nacionalismo? No. Parecido, pero con otra distribución y en un panorama -demoscópico- que se ha distanciado claramente del independentismo. En 1980, la demoscopia en nuestro país estaba en sus comienzos, pero es evidente que desde entonces la pulsión independentista ha ido para abajo.
Por otra parte, la comparación entre estas elecciones y los resultados obtenidos hace solo nueve meses, el 23 de julio, arroja resultados muy diferentes. En Euskadi ganó entonces el PSE-EE, igual que en 2008 y en otras ocasiones. O, en 2016, las candidaturas de Podemos. Es decir, hay un número significativo de electores que, dependiendo del tipo de cita electoral, cambia su voto, vota por opciones diferentes. O se abstiene.
Existe también un porcentaje significativo de 'voto en contra'; es decir, voto dirigido contra una opción determinada, más que 'a favor' de quien lo recibe. Se apoya, en este grupo, a aquella candidatura que más daño puede hacer a quien se quiere perjudicar.
Esta disparidad de resultados, el hecho de que, elección tras elección, hay un número de electores, en torno al 20%, que con su cambio de voto o su abstención determinan el recuento final es muy interesante porque indica que en Euskadi, el 'voto prestado' y/o el 'voto viajero' son determinantes a la hora de decidir los resultados.
Decíamos hace poco que «quien mucho abarca, poco aprieta». Este comportamiento es una de las bases del éxito de EH Bildu, que presenta los mejores resultados de su historia. Es decir, su oferta electoral ha sido una opción abierta, de centro-izquierda, buscando un voto de procedencia muy variada (básicamente el ensanchamiento de su electorado habitual, con el apoyo del antiguo votante de Podemos). Un planteamiento poco radical, alejado de proclamas maximalistas. De ahí que la celebración del resultado la noche del 21 de abril, en la plaza del Ensanche en Bilbao, no tuvo que ver con la campaña, ni con los votantes, sino con los militantes clásicos de EH (HB desde su origen).
Si la teoría del 'voto prestado-voto viajero' es adecuada como método de análisis, ¡mucho cuidado, dirigentes de Bildu!, ojo con tensar la cuerda: esos votos no son por la independencia y la soberanía, lo son por su carácter socialdemócrata y de alternativa al PNV. Lo son porque para una buena parte de la población, el tema etarra está amortizado y esos votantes no tienen para nada la consciencia de estar apoyando a sucesores de ETA. El 'componente ético' no les importa en absoluto.
Panorama, pues, interesante, que aporta nuevos elementos de análisis, y que a partidos tradicionales como el PSE-EE, el PNV y el PP les obliga a replantearse el qué y el para qué. No basta, en concreto, con repetir gobiernos y avanzar con lentitud. Estos partidos (al menos PNV y PSE-EE, el PP pinta poco en la política vasca) no deben aparecer ante la ciudadanía como agencias de colocación, ni legitimar su valor en la pasada firmeza antiETA. Tienen que plantearse objetivos y perspectivas nuevas, buscar el apoyo popular en una sociedad movilizada.
El futuro, en Euskadi, ha comenzado, y su consolidación va a depender en buena medida de que los votos viajeros se estabilicen, dejen de ser votos prestados. El debate está ahí. A ver qué pasa tras las elecciones catalanas y europeas.
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