Exparlamentario vasco y exsenador

La Transición, ¿remedio para todo?

Echar la vista atrás no resolverá nuestros problemas de hoy

Roberto Lertxundi

Exparlamentario vasco y exsenador

Jueves, 22 de febrero 2024, 00:01

Cuando en la actualidad se presenta un problema complicado que tiene que ver con la gobernabilidad, se alzan voces presuntamente autorizadas que dicen «por favor, esto en la Transición no habría pasado», atribuyendo a la forma de hacer política en aquellas fechas unas propiedades mágicas, ... equivalentes al bálsamo de Fierabrás. Y no, no es cierto. La Transición fue un periodo muy convulso, con grandes enfrentamientos, con actuaciones criminales, hasta que se consiguió encauzar el camino constituyente.

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La Transición, al principio, fue como la sokatira: tirones y tirones hasta ver hacia dónde se decantaban las fuerzas. Yo diría que el tanteo duró un tiempo prolongado, mientras los adversarios nos íbamos conociendo y se iban valorando las fuerzas y las posibilidades de cada cual. El tardofranquismo, lejos de ser un régimen blando que aflojaba la represión, fue criminal, sanguinario (recuerden ustedes los asesinatos de Paredes Manot y Otaegi, junto a los militantes del FRAP, solo dos meses antes de la muerte del dictador) y ese estatus continuó con la matanza de Zaramaga, en Vitoria, en marzo de 1976 y el atentado contra los abogados de Atocha en enero del 77. El régimen y su larga mano se resistieron hasta la muerte (de los nuestros).

En ese ambiente se fueron estableciendo las primeras relaciones, la Junta Democrática, la Plataforma (creada básicamente para reducir el protagonismo de la primera), y de ahí salió la Platajunta, como mesa negociadora. Por cierto, coordinada en Euskadi por aquella gran persona que fue Julio Jauregi Lasanta.

Un tanteo que se fue decantando: el PCE apostó por la democracia parlamentaria, aunque fuera monárquica, dando por perdidas todas las opciones republicanas y toda la simbología. Era tal la confianza en las expectativas electorales que esa fue la decisión. El PSOE, que estuvo dispuesto a unas elecciones sin la participación del PCE, hubo de recular tras la exhibición de fuerza de los comunistas en la manifestación de Madrid posterior a la matanza de Atocha. La extrema izquierda, muy militante y activista, aunque tan atomizada y sin una estrategia definida. Y la derecha, buscando liderazgo y creando junto a la postranquista Alianza Popular un nuevo partido, la UCD, para acomodarse a los tiempos.

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En esa situación, con una inflación superior al 28%, se consiguieron los Pactos de La Moncloa por iniciativa del economista de UCD y miembro del Gobierno Enrique Fuentes Quintana. De ahí salió el pacto constitucional, la ponencia constituyente, a partir de los resultados electorales de junio del 77, y el referéndum aprobatorio en diciembre del 78. Que tampoco fue tan mayoritario. Recuerden ustedes que AP, el partido de Fraga, y el PNV se abstuvieron, no entraron en el pacto constituyente, aunque luego, de manera desigual, acataron los diversos estatutos de autonomia. No hubo, pues, el 'gran pacto', fue el resultado de la correlación de fuerzas y de las prioridades del momento.

¿Volver a la Transición? No. Reconozcamos que tuvo dos factores muy positivos:

-El reconocimiento de los adversarios y el valor de los acuerdos.

-El aprendizaje de la democracia. Más en la izquierda, que éramos muy brutos, que en la derecha (todavía hay sectores de esta que siguen pensando que España es suya).

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Pero de ahí a volver a la Transición... no. Hoy pueden abordarse errores y lagunas de hace casi 50 años, como se está haciendo con la Memoria Histórica. Y la Constitución es perfectamente modificable; la gran mayoría de la ciudadanía no ha tenido ocasión, por edad, de votarla. Y la legitimación viene del voto, de la aceptación expresa.

La Transición, pues, se merece una valoración ajustada. Ni fue una maravilla ni fue un desastre. Se hizo lo que se pudo. Se tomaron decisiones que quizá hoy día no se habrían adoptado. Ni desprecio -cuando se habla de «régimen del 78», por ejemplo- ni exaltación: '¡Qué maravilla! ¡Qué ejemplo hemos dado al mundo!'.

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Estamos en una época oscura. Pero no busquemos la luz en lugar equivocado. Cada tiempo tiene su afán. Echar la vista atrás no resolverá nuestros problemas de hoy.

El pasado es para aprender, no para repetirlo.

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