Sánchez y Ortuzar firman un acuerdo para la investidura. EP
Opinión

Quo vadis, PNV?

Cuando EH Bildu plantea una alternativa sólida y las dos fuerzas nacionalistas juegan un papel semejante en Madrid, el electorado jeltzale está confuso

Roberto Lertxundi

Lunes, 1 de julio 2024, 00:06

El título, tomado en préstamo de la película protagonizada por Robert Taylor y Peter Ustinov en 1951, situada en la turbulenta época de la Roma de Nerón, tiene que ver con el artículo de José Alberto Pradera publicado el 16 de junio en este periódico, ... que abre de nuevo una discusión histórica, de fondo, sobre las dos almas del PNV; las dos formas de ser y entender el país que coexisten en este partido.

Publicidad

Es un artículo para el debate, que, en mi opinión, merece la pena que se lea despacio porque significa una crítica al 100% de la actual política del PNV y que, me consta, representa la opinión de una parte importante de los miembros del partido nacionalista y de su electorado.

El título encaja perfectamente porque es lo que plantea el artículo citado: ¿a dónde vas, PNV? Pradera señala que la reputación del PNV se está yendo al garete, que está dejando de ser un partido previsible y que ha dejado de dar confianza a su electorado. Y se lamenta amargamente de su apoyo a un Gobierno izquierdista en el que está Sumar (antes estuvo Podemos) y de una deriva sin ideología ni estrategia. El autor va más allá al calificar de «error estratégico» el respaldo al Ejecutivo de Pedro Sánchez-Sumar y concluye diciendo que «queda mucho trabajo por hacer».

El PNV, creo, tiene grandes motivos de preocupación. Porque en las últimas cuatro elecciones el retroceso ha sido muy notable. ¡Cuatro elecciones! Municipales de mayo de 2023, generales de julio del mismo año, autonómicas de abril pasado y europeas de hace unos días. Un retroceso tanto por la abstención como por la fuga de votos a otras opciones y la indiferencia de los nuevos votantes. En todo esto Pradera tiene mucha razón porque el PNV obtiene unos resultados progresivamente menores y alejados de su trayectoria.

Publicidad

Simultáneamente, surge una alternativa, EH-Bildu. Una alternativa sólida, que ya ha ganado en las elecciones europeas y que, jugando un papel semejante al del PNV en la política española, espera su momento para el 'sorpasso' en Euskadi. Este va a llegar, y va a exigir a la tercera fuerza habitual en las elecciones autonómicas, el PSE-EE, elegir sin prejuicios -para entonces el 'componente ético' ya habrá sido amortizado- qué partido va a acceder a la Lehendakaritza.

Y es en la nueva situación en la que el electorado del PNV está confuso. Los votantes más que los propios dirigentes. Porque la dirección del PNV sabe de dónde viene. Su partido ha sido históricamente una formación democrática. Estuvo con la República, sabe por experiencia que la izquierda entiende la realidad de Euskadi mucho mejor que la derecha política española y, sobre todo, fue coprotagonista de la moción de censura que condujo en 2018 al primer Gobierno de Pedro Sánchez. Ese compromiso político del PNV en contra de la corrupción del Ejecutivo del PP de Mariano Rajoy es claro y resulta de agradecer: la implicación del PNV en la política española permitió un avance decisivo en la limpieza de la democracia.

Publicidad

Desde esa fecha, 2018, el PNV es un aliado estable de los gobiernos de Pedro Sánchez. Es un compromiso serio, que contribuye a la estabilidad de la política española. Además, en la actual situación, la alternativa al Gobierno progresista no es solo el PP, también Vox, imprescindible para que los populares consigan mayorías. Entiendo que ese es un camino cerrado porque el electorado del PNV ni lo comprendería ni lo respaldaría. Por ahí, no.

De manera que, digamos, el PNV está en su sitio y la consecuencia lógica son los gobiernos de coalición con el PSE-EE en Euskadi. Una política de estabilidad, en el marco legal, aún más valorable si tenemos en cuenta lo que está costando reencauzar la situación en Cataluña.

Publicidad

¿Cuál es, pues, la novedad?

Se llama EH-Bildu. Se ha convertido en una alternativa real. Y, en un plazo no muy largo, puede ser, de manera habitual, la primera fuerza en Euskadi. Este es el asunto a debate. No es un problema de ideología o estrategia, como plantea Pradera, sino un problema de política y de resultados electorales. No hay problema con la ideología. El nacionalismo es compatible con la legalidad y cada vez está más claro que se puede ser soberanista sin el horizonte político del independentismo, como indican los estudios demoscópicos. Y, en la estrategia, ambos partidos, centro-derecha y centro-izquierda, están con los gobiernos progresistas, hacen políticas socialdemócratas.

En mi opinión, una opción acertada.

Ahí está el debate, en la política.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad