El acuerdo entre la Unión Europea y Mercosur deja ya vislumbrar algunos efectos para nuestra economía y, más concretamente, para un motor como es el Puerto de Bilbao. Vaya por delante que solo por cerrar un pacto tan complicado en una coyuntura delicada para Europa ... es una oportunidad histórica que nos acerca a América del Sur y nos da aire en un momento donde impera el proteccionismo de unos -léase Estados Unidos- y la agresividad comercial de otros-China-.

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El acuerdo está estructurado en tres pilares: comercio, diálogo político y cooperación. Como principal puerto del Arco Atlántico nos centramos en el apartado comercial, porque elimina más del 90% de los aranceles bilaterales, lo cual implica que habrá un aumento de tráfico en uno o en los dos sentidos, aunque puede que en menoscabo de determinadas zonas geográficas. Se estima que puede redundar en un aumento del 37% en los flujos comerciales bilaterales.

El tráfico del Puerto de Bilbao con Sudamérica representa el 11% del total y el 84% de ese flujo lo tenemos, precisamente, con los países que conforman Mercosur, especialmente con Brasil. Por lo tanto, el peso es grande con este mercado porque, tradicionalmente, nuestro Puerto ha sido una puerta de entrada a Europa de productos procedentes de esa zona y viceversa; y ahora se abre un panorama que puede hacer que el tráfico crezca y Bilbao salga reforzado y se convierta, más aún, en uno de los puertos referentes.

Además de crudo y gas, las empresas de la comunidad logística portuaria de Bilbao mueven habas de soja, productos químicos, toda clase de siderúrgicos, pienso y forraje, minerales, maquinarias varias, bebidas como el vino y alimentos entre los que destaca una variada oferta de frutas y hortalizas. En este último apartado, el tratado de libre Comercio con Mercosur puede tener especiales repercusiones para el Puerto y Mercabilbao, nuestro aliado estratégico, de igual manera que lo tienen uno similar firmado con Chile y con México. Estas consecuencias pueden ser mejores o peores, en función de cómo se lleve a cabo el acuerdo y se preparen los distintos sectores.

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Por un lado, prevemos que facilitará mayor diversidad y cantidad en la importación de productos frescos como frutas tropicales, carnes y otros alimentos, lo que redundará en mayor competencia con los productos locales, ya que los costes de producción en los países del Mercosur son más bajos. Asimismo, la reducción de aranceles para productos agrícolas y alimenticios podrá abaratar los costes de ciertas importaciones. Esto beneficiará a los distribuidores y minoristas que puedan operar aquí, al permitirles ofrecer precios más competitivos, pero siempre estando vigilantes al cumplimiento de los estándares de calidad y seguridad alimentaria.

En Europa contamos con normativas mucho más estrictas que al otro lado del charco, y también puede generarse desconfianza en la ciudadanía. Pero los consumidores pueden estar tranquilos porque el Puerto de Bilbao está homologado por la UE para realizar inspecciones. Contamos con Puestos de Control en Frontera, donde se realizan las oportunas revisiones sanitarias, fitosanitarias, veterinarias y de calidad, con el objetivo de garantizar que los productos procedentes de terceros países accedan al mercado comunitario con las oportunas y correspondientes garantías.

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Otra ventaja es que se podría fomentar la exportación de ciertos productos locales, que abriría nuevas oportunidades comerciales para los productores vascos, como la industria conservera y vinícola, y en menor o nula medida para productores con poco producto que solo pueden destinarlo al kilómetro 0, es decir, local. Ello podría llevar al alianzas con distribuidores y productores del Mercosur. La parte negativa es que podemos hacernos más dependientes de las importaciones, generando dependencia del mercado exterior, lo que podría provocar tensiones comerciales o interrupciones en la cadena de suministro.

Para el ecosistema agroalimentario vasco, el tratado puede analizarse desde la perspectiva de las oportunidades y desafíos que plantea para el comercio, la logística y la competitividad en el marco del corredor Atlántico Norte, especialmente para infraestructuras claves como puertos, carreteras y nodos logísticos. Puede ser, a su vez, un espaldarazo para reforzar la creación de una macrorregión atlántica, y que la UE escuche nuestra voz y avance en temas como el corredor atlántico ferroviario. La eliminación de aranceles para carnes, frutas, materias primas agrícolas y alimentos procesados del Mercosur generaría un aumento del flujo de mercancías. Esto beneficiaría especialmente a los puertos del Atlántico Norte, como el de Bilbao, que actuarían como puntos de entrada estratégicos para la distribución en Europa y en la logística de retorno de Mercabilbao a regiones del Estado español.

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El tratado UE-Mercosur puede posicionar a Euskadi como una ruta estratégica para el comercio transatlántico, generando oportunidades de crecimiento económico y logístico. Para maximizar los beneficios y mitigar riesgos, será esencial la realización de inversiones en infraestructuras, que sirvan como nodos logísticos, promover la sostenibilidad y apoyar a los productores locales. Sólo un enfoque equilibrado permitirá que el corredor Atlántico Norte se consolide como un eje fundamental en el comercio global e interior.

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