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En la tranquilidad de un magnífico día de otoño, en plena Rioja Alavesa, rodeado de los viñedos de Torre de Oña, donde uno siente que el tiempo se suspende, tiene lugar la asamblea anual de la Asociación de Empresa Familiar (Aefame) que, con el patrocinio ... del Banco Santander y Deloitte, cuenta con el testimonio de cuatro empresarios de raza: Pablo Álvarez, de Vega Sicilia; Alejandro Aznar, de Marqués de Riscal; Juan Luis Cañas, de Bodegas Luis Cañas; y, como anfitrión, Guillermo Aranzábal, de Bodegas Rioja Alta. Nos trasladan su experiencia con naturalidad, haciendo cada uno su particular apunte, que conviene anotar.
Tras el discurso de apertura del presidente, Andrés Sendagorta, inicia la sesión Pablo Álvarez, que recuerda sus muchos viajes por el mundo, porque lo que no se cuenta no se sabe, y apunta para navegantes que ha encontrado muchos franceses e italianos y pocos españoles por esos mundos de Dios. Recuerda que, en su sector, la gente quiere ver al propietario y que hay que moverse y salir porque no cree en la frase que dice que «el buen paño en arca se vende». En su modelo resulta fundamental la calidad, lo que supone enormes sacrificios y la ventaja de crear una marca asociada a ella, de lo que da fe su privilegiada lista de clientes.
Le sigue Alejandro Aznar, que recuerda que Riscal siempre ha estado asociada a los mercados internacionales, que pagan su calidad, empezando por Cuba y siguiendo por Estados Unidos. Rememora la colaboración institucional que facilitó en su día la llegada de Pineau y la técnica bordelesa en Rioja y agradece a sus antecesores que supieran ver la conveniencia de separar los caminos del título nobiliario y de la empresa, lo que explica que la sociedad pasara a ser Vinos de los Herederos del Marqués de Riscal. Enfatiza en la marca, acrecentada con su bodega firmada por Frank Gehry en la localidad de Elciego. Concluye comentando la conveniencia de que existan ventanas de liquidez para que los accionistas no interesados en permanecer puedan salir de la empresa.
Por su parte, Juan Luis Cañas menciona los orígenes humildes de su bodega y cómo han realizado con esfuerzo y apuesta por el viñedo, el tránsito de un vino más básico a un producto cuidado, reconocido y con volumen controlado. Ahora, con una posición ganada en los mercados y varias bodegas en el grupo, impulsa otra fase para que sus hijos puedan tomar el relevo, aunque no olvida sus muchos años de dedicación al trabajo, que limitaron su contacto. Agradece la iniciativa de la Cámara de Álava a la hora de crear el consorcio que permitió su inicio en los mercados internacionales.
Finalmente el anfitrión, Guillermo de Aranzabal, evoca sus inicios impulsando su marca en Europa hasta llegar a tener hoy un alto porcentaje en el exterior. Describe sus intentos para que su distribución fuera capaz de gestionar un producto de más calidad y precio, para acabar entendiendo que, a veces, es mejor iniciar una nueva red que modificar algo con una trayectoria. A la pregunta de qué hubiera cambiado si pudiera volver atrás, responde que elegiría tomar las mismas decisiones, pero de una manera más rápida.
Todos ellos sólidos, similares y diferentes, con marca reconocida y reputación internacional. Empresarios con rumbo, que se muestran cercanos ante un auditorio de empresarios familiares de todos los sectores, que se afanan por sacar adelante sus empresas y que aplauden sus intervenciones porque comparten sus retos y soledades. Toda una clase empresarial no siempre reconocida, cuando no criticada, y que necesita el apoyo de la sociedad y su reconocimiento para seguir empujando.
Tras la clausura por el diputado general de Álava, vuelvo a mi rutina urbana y escucho un anuncio sobre el reciente estreno de una película española sobre un empresario un tanto peculiar, que despierta mi curiosidad porque no logro recordar una película española que ponga en valor o apueste por la figura del empresario. ¿Y usted? Aunque, para ser justos, tampoco Hollywood se ha prodigado en ello. No he visto la película y desconozco si será divertida o no. Las críticas hablan bien y el director es todo un referente. Pero, en el contexto de esta reciente jornada de empresa familiar en los viñedos, me pregunto si describirá a un tipo ventajista o a una persona de carne y hueso, con fallos y aciertos, capaz de generar con riesgo y trabajo, una empresa que gane dinero y traiga empleo a su comunidad. No sé, veremos…, pero me pega que venimos de abajo y hay mucho que remar.
Dejamos pendiente un buen tema de discusión para un nuevo encuentro de empresa familiar, organizada para el próximo jueves por el Foro de Empresa Familiar de las cámaras vascas, que abordará la convivencia intergeneracional y los accionistas convenientes para la empresa, de la mano del IESE y de otras tres empresas familiares vascas.
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