![Recuperar la innovación](https://s3.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202109/28/media/cortadas/larrea28-kBhF-U150665346939eHC-1248x1100@El%20Correo.jpg)
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El progreso de la humanidad se explica por la capacidad de las personas para imaginar, comunicar y compartir un futuro común imaginado, activando la cooperación. Y para eso necesitamos palabras que nos permitan construir un relato que nos acompañe y motive en la construcción del ... futuro compartido. Se dice que, a veces, las palabras tienen verdadera magia porque movilizan a las personas, emocionan, estimulan y las hacen caminar juntas. Y, a veces, las palabras pierden su magia. Por eso debemos cuidarlas. Las palabras se cuidan, se preservan, se llenan de contenido cuando se da un alto nivel de coherencia entre lo que enuncian, prometen o evocan, y lo que se hace en la práctica en su nombre. En definitiva, el verdadero valor de la palabra está en lo que se dice y en lo que se hace.
Son tiempos complicados también para las palabras porque la superficialidad, la especulación, los prejuicios, la mediocridad y la estupidez se proyectan en el lenguaje haciendo que pierdan valor. Y, sin embargo, necesitamos palabras que nos ayuden a construir un relato ilusionante. Una de las palabras que necesitamos recuperar es la palabra innovación. Una palabra y un relato.
La innovación se pone de moda en los primeros años del nuevo siglo, alcanzando su esplendor a partir de 2005. Por un lado, a partir de 1995, la confluencia de internet y el teléfono móvil desencadenó un verdadero proceso revolucionario, que colocó a la innovación en el centro del debate de la competitividad. Por otro lado, la competitividad -otra palabra- que había construido su relato a partir de los recursos naturales, los costes laborales y la calidad, necesita dar un paso más; y lo da de la mano de la innovación. Ese relato de la competitividad está trufado de una visión empresarial muy condicionada por la productividad, que hace que la innovación tenga un perfil muy ligado al producto.
Tecnología y empresa marcaron un concepto -un relato- de la innovación tecnológica, de producto. Una visión de la innovación que llevó a otros agentes sociales a dar a la palabra innovación otros contenidos -caso de la innovación social-. De ahí que algunos tópicos llevasen a identificar a la innovación con la empresa -sin tener en cuenta la innovación social-, la tecnología -sin considerar la innovación no tecnológica-, la empresa grande con grandes instalaciones -sin tener en cuenta a la empresa pequeña-, los grandes grupos cerrados -sin considerar la innovación abierta-, las organizaciones -sin destacar a las personas-, focalizada en productos -sin considerar los servicios-, de carácter puntual - y no sostenida-, muy centrada en la creatividad -y poco en la modelización-. Un relato típico del mundo desarrollado, sin considerar que innovaciones del mundo menos desarrollado son perfectamente aplicables a todos los niveles -lo que se conoce como innovación inversa-. Y seguimos con nuevos tópicos, como la innovación frugal, que se refiere a un tipo de innovación centrada en lo esencial, desarrollando nuevos productos y servicios en escenarios de restricción de recursos y entornos de emergencia.
Por otra parte, si la palabra innovación empezaba a acompañarse con hechos en el 2005, a partir del 2008 -con la crisis- dejó de hacerlo, perdió valor y empezó a sustituirse por otras palabras, como la resiliencia. Perdimos el valor de la palabra, sin significado compartido, sin hechos que la sustentasen; nos quedamos en una innovación reactiva, adaptativa y perdimos su carácter de anticipación.
Y en esas estamos. En un mundo que nos interpela y nos exige recuperar la innovación, revisitarla desde su perfil transformador y activar los hechos que la llenen de contenido. Necesitamos recuperar la palabra y el relato de la innovación. Necesitamos revisitarla porque es clave para abordar la nueva era de la anomalía. Una era de singularidad, complejidad, incertidumbre y transformación.
En mi opinión, recuperar la palabra y el relato de la innovación pasa por una aproximación a la innovación como transformación, una innovación entendida como el proceso y el resultado de introducir novedades de manera sostenible y sostenida en el tiempo, aportando un valor reconocido por el mercado y la sociedad. Una innovación como proceso que la convierte en anticipada y estratégica, ya que va más allá de una innovación de suceso, que es algo sobrevenido y operativo; y que la hace sostenida en el tiempo. Además, una innovación sostenible, que busque hacer más con menos, y que mire a las futuras generaciones al utilizar los recursos escasos. Una innovación útil, que aporte valor, que tenga un impacto social. Al servicio de un propósito: el bienestar de las personas. Una innovación protagonizada por personas, como individuos y como colectivos. Personas que innovan, emprenden y transforman el mundo porque son capaces de imaginar, creer, crear, hacer y crecer.
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