La covid-19 es un test mayúsculo sobre la capacidad de gobierno de los países», lanzaba Xi Jinping por videoconferencia ante la Asamblea General de Naciones Unidas el 22 de septiembre de 2020. China había publicado en junio un primer libro blanco y clamaba victoria: « ... Bajo el liderazgo del comité central del PCCh, China ha desarrollado un sistema altamente eficaz que ha permitido a todo un pueblo ganar la guerra contra el virus», exponía el documento.

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Entretanto, el mundo se contagiaba del SARS-Cov-2 y los occidentales descubrían con estupor cuán nimia era su preparación ante una pandemia, cuántos los perjuicios de su dependencia de la industria farmacéutica china. Pekín escenificaba su triunfo y se proyectaba en el poscovid. Ante lo imprevisible, Xi recordaba que las democracias son menos eficaces que los regímenes autoritarios. La crisis de la covid-19 prueba lo contrario. De la cruel privación de libertades, los estrategas 'cero covid' han pasado a autorizar la convivencia con la abierta circulación del virus. La magnitud de su expansión en el Imperio del Medio alerta a numerosos países y se impone la precaución ante 'variantes chinas'.

Prioridad a la economía. Tres años después de tener al país-continente bajo cerrojo, China abandona la fórmula 'cero covid'. La oficina política del Partido Comunista se reúne dos veces al año para analizar la situación económica. En julio, el balance defendía «la necesidad de una política 'cero covid' dinámica». «Las estrictas medidas de prevención y control» desaparecieron radicalmente del informe del 7 de diciembre. Ahora «el objetivo es articular el control de la epidemia con el desarrollo económico y social». China da por terminados los tests sistemáticos, los envíos de contagiados a centros de cuarentena y la clausura de ciudades enteras. La reapertura de fronteras culmina el cambio de tratamiento del síndrome respiratorio agudo severo.

No es cuestión para el Partido Comunista chino de reconocer sus errores; tampoco de admitir que las manifestaciones multitudinarias contra los inhumanos confinamientos surtieron efecto. La situación social y económica se estaba volviendo insostenible. El crecimiento giró en torno al 3% en 2022 cuando fue del 8% en 2021; el paro juvenil se dispara y el coste de los tests diarios a la población urbana supone el 2 % del PIB, tanto como el presupuesto de Defensa. La decisión de Apple de procurarse suministros en Vietnam e India sumaba señales de alarma. Grupos de economistas apelaban a una redefinición del abordaje sanitario: «Es preciso zafarse del aislamiento del 'cero covid' que debilita al país frente a EE UU».

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Hong Kong es la única zona china en la que han podido vacunarse con antídotos occidentales

El final de la política 'diagnosticar, fichar, aislar' plantea infinitas dudas. Exceptuando un incremento de 'sus vacunaciones', China proporciona pocos detalles sobre un 'plan B'. El desbordamiento de casos por un covid sin control satura hospitales y crematorios. El silencio de la propaganda del régimen coincide con el nuevo lema oficial: «Cada persona es individualmente la primera responsable de su salud». Xi Jinping, desaparecido desde el humillante desenlace del 'cero covid', defiende ya «una campaña de salud patriótica más precisa en sus objetivos». Ante el caos generado, los médicos retoman la primera fila. Si el dogma circulante decide que el covid-19 no es una «neumonía», sino una enfermedad «contagiosa menos peligrosa», Chat Liu Xingpeng, vicedirector del hospital de Chaoyang, corta por lo sano. «La velocidad a la que se difunde la variante ómicron es increíble, los síntomas son muy severos y no se puede subestimar el riesgo de neumonías».

«Proteger la vida en un escenario muy difícil», propugna el doctor Liu ante la reapertura de China. Proteger la vida ante la masiva afluencia de visitantes chinos es la exigencia de las sociedades inmunizadas. Cuando las olas de contaminación son «imposibles» de cuantificar por las autoridades chinas, los protocolos se endurecen en muchos puntos de tránsito y llegada del globo. Hong Kong es la única zona de China en la que su población ha podido vacunarse con antídotos occidentales. El 93% de los ciudadanos recibieron el de Pfizer-BioNTech. Temen la avalancha de continentales en busca de soluciones válidas.

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El mundo daba por «terminada» la pandemia. La reapertura de la segunda economía del planeta nos retrotrae a uno de los sucesos vitales más dañinos y estresantes del último siglo. El bochorno de Xi no puede ocultar la aparición de nuevas subvariantes de ómicron, incluso de nuevos subtipos de SARS-Cov-2. Necesitamos transparencia en los datos de contaminación para preparar respuestas inmediatas: la ciencia es universal.

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