Presidente y emperador
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Mandatario de una república imperial, Napoleón extendió por el mundo los principios revolucionarios y modernizó EuropaNo, no les estoy hablando de Biden ni de Trump, les estoy hablando de Napoleón. Y es que en estos meses tan largos de pandemia vírica, de pandemia económica, de pandemia política, he decidido huir al pasado, que ya no puede hacernos daño, y olvidarme ... un rato del presente, porque ese sí que duele. La interminable elección de Biden me dio la idea. Y es que antes que nadie hubo un emperador que además fue presidente de una república imperial, así de paradójico. Napoleón, en el momento de ser consagrado emperador, juró su cargo con estas palabras: «Napoleón, por la Gracia de Dios y la Constitución de la República, Emperador de los franceses». A partir de ese momento, la abeja napoleónica (si se fijan, es la flor de lis borbónica puesta cabeza abajo), las águilas imperiales y la bandera tricolor revolucionaria se enredaron formando una mezcla muy extraña.
Fue el 2 de diciembre de 1804. La noche anterior estuvo nevando. La tradición ordenaba que el acto se celebrara en la catedral de Reims, pero Napoleón eligió Notre Dame por su capacidad. Hacía mucho frío y había que dar cobijo a 15.000 invitados que iban a tener que soportar una ceremonia de tres horas de duración. Al contrario de lo que podríamos imaginar, aquel día Notre Dame no brillaba en todo su esplendor. Los arquitectos Percier y Fontaine tuvieron que hacer milagros. Los años de revolución habían devastado el interior de la catedral, así que cubrieron las paredes con cal y las decoraron como pudieron con pinturas.
Napoleón llevaba una túnica de seda blanca y una capa imperial de terciopelo púrpura orlada de armiño y cuajada de abejas de oro, ¡pesaba 36 kilos! La corona, obra del joyero Biennais, era una corona de 50 hojas de laurel de oro, imitando la de Julio César, pero pesaba tanto que hubo que quitarle seis hojas. Cuatro de esas hojas desaparecieron, una está en el museo de Fontainebleau y la otra la subastaron los descendientes de Biennais en 2017.
A diferencia de los reyes europeos coronados por obispos, Napoleón tenía que ser más que ellos e hizo que el Papa Pío VII se trasladase a París. El pintor David inmortalizó el acto en un óleo sobre lienzo. En el cuadro, Napoleón es el lazo de unión entre la Iglesia y el mundo laico. El elemento central es la cruz que sostiene el cardenal Casselli, la cruz señala a Napoleón y dirige las miradas hacia él. Y, como muestra la pintura, en el momento en el que el Papa iba a colocarle la corona, Napoleón se la quitó de las manos y se coronó él mismo, después coronó a Josefina. La razón de aquella extravagancia, según él, era que su poder no venía del Papa sino del pueblo soberano, era el pueblo el que le coronaba y él coronaba al pueblo, representado en el acto por Josefina.
Durante un mes hubo celebraciones por toda Francia. El 10 de agosto de 1805 el emperador de Alemania tomó el título de emperador de Austria, y ese mismo día reconoció a Napoleón como emperador y lo notificó a las demás cortes europeas. Una voz se alzó indignada, fue la de Beethoven; había admirado a Napoleón como «liberador de Europa» y ahora estaba profundamente defraudado. Para mostrar públicamente su rechazo, tachó el nombre de Napoleón de su Sinfonía nº 3 en mi bemol mayor, 'Eroica'; se la había dedicado, y se la dedicó al príncipe Lobkowitz.
¿Y por qué tuvo Napoleón la ocurrencia de mezclar cargos tan dispares? Si creemos lo que él mismo dice, porque Francia y los principios de la Revolución estaban en peligro y necesitaba calmar a los reyes y emperadores europeos que solo respetaban a sus iguales, de ese modo les hacia creer que él era como ellos, que no le tenían que tener miedo. Y lo cierto es que, tras la coronación, Europa entera reconoció a Francia en igualdad con los demás estados.
No sé cuánta verdad hay en esa justificación, pero nadie puede negar que a ese emperador republicano le debemos mucho. Napoleón extendió por el mundo los principios revolucionarios y modernizó Europa, por eso precisamente lo confinaron en Santa Helena.
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