Ya lo anunció la ministra Calviño. Y nadie la creyó. Y ahora no ha hecho ni más ni menos que cumplir su promesa. No más fotos sin mujeres. El gesto provocó una risita nerviosa y un inminente comentario viril: «¡Pues habrá que buscar una chica, ... je, je!» (sic). Ella, encima, se disculpó. Lo que no sé muy bien es en qué estaban pensado todas las personas que trabajan a disposición de un cargo de este calibre, nada menos que un ministerio y la vicepresidencia (gabinete de prensa, asesores, protocolo) para ni siquiera contemplarlo antes del dichoso 'photocall'. Me imagino que no se debieron de creer mucho el aviso de la propia vicepresidenta.

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Pero los momentos estrella han venido después. Dicen que si es «un poco de postureo», que si «lo importante son otras cosas», que si «aquí somos muy liberales y cada uno elige a quien quiere, sea hombre o mujer…», que si «hay muchas mujeres en puestos directivos»… Es decir, señora ministra, no era necesario hacer ese gesto. Que lo importante es el fondo y no la forma. Y así queda en evidencia, una vez más, la falta de empatía y la negación de los datos objetivos que conocemos sobre el mundo laboral.

Imaginemos (por poner un ejemplo paralelo de otra índole, a ver si lo he entendido bien) que estamos hojeando un folleto informativo sobre China. Y en las fotos vemos que el presidente, los ministros, empresarios, el personal de embajada, los líderes de asociaciones, etcétera, son todos rubios y con ojos azules. Sin embargo, en las imágenes del campo, de los pueblos, de las fábricas, todos son de rasgos asiáticos; son chinos, vaya. Pregunta: ¿quién diría usted que dirige China? ¿Qué le diría a un chino que quisiera salir en la foto de su país? ¿Que en la realidad hay muchos chinos y que lo de salir en la foto no va a parar a ningún sitio? ¿Es eso?

No hace falta elucubrar grandes análisis, sino querer ver y reconocer lo que sucede. Las imágenes son exactamente el reflejo del fondo, del contenido. Y volviendo al caso que nos ocupa, no hay más que coger la prensa diaria y hacer un recorrido por sus imágenes. ¿Cuántas mujeres ven? ¿Y ¿haciendo qué? ¿Dónde están las lideresas? ¿Escondidas? ¿Son tímidas y no quieren salir en la foto?

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Pregunten a sus compañeras, amigas, madres, hijas, qué situaciones viven

Estamos hartas de este ninguneo estructural. Se dan situaciones que son comunes a todas las mujeres que conviven laboralmente con hombres, y más en ciertos puestos de liderazgo. Típico es que, en una reunión, una tertulia, un congreso, una mujer aporte una idea y no se produzca ni frío ni calor. Sin embargo, al rato, esa misma idea es dicha, y copiada, por un hombre y es entonces cuando empiezan los jaleos y aplausos. ¡Qué brillante fulanito! Que ni se le ocurra quejarse a ella, que entonces la colocarán en el bando de las exageradas, enredadoras e incluso hechiceras. Ahora bien, no sin antes explicarle que lo entiende mal, que no sabe interpretar; y entonces se lo des-granan. Si el puesto no es de mucho poder, pasará a ser incómoda y buscapleitos.

Las mujeres somos, como ya he escrito en otras ocasiones, estupendas segundonas, pero no se te ocurra dar más luz que ellos porque te la apagan en un pispás. Hay que aplaudirles y llevarse bien con ellos. Son innumerables las ocasiones estelares que viven las mujeres. Como cuando alguien ha leído algún texto tuyo y te lo empieza explicar a ti, que eres la autora… Inquieta, nerviosa, le dices: «Sigue, sigue, que quiero saber cómo acaba». Y así podríamos continuar hasta la última página del diario de hoy. Pregunten, pregunten a sus compañeras, amigas, madres, hijas, qué situaciones viven…

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Aplaudo a la ministra. No solo ha dicho, sino que ha hecho. Tiene poder y lo ha empleado para destacar lo que sucede diariamente con las mujeres. No es cómodo retirarse de una foto, ni poner en evidencia a otras personas. Es un gesto de valentía; y no, no es postureo. Es rebelarse ante una realidad incuestionable. Rosa Parks no se levantó del asiento, y su acción, su gesto, tuvo grandes consecuencias. Un gesto que resaltó, y resalta, la naturaleza del fondo.

Y si, efectivamente, no hubiera sido más que una pose de ministra, pues que tomen nota ellos y abandonen su postureo varonil diario. Que no aparezcan en más fotos y vayan al fondo del asunto. No les he oído declaraciones rápidas cuando a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, se la deja sin silla (en más de una ocasión). Actitudes también que, al igual que esta, son imagen de la realidad. Ninguneo, falta de respeto, exclusión, aunque sea presidenta. Rápido han contestado al incidente de la foto, y callados están, de momento, con el asunto de la menstruación dolorosa, que, sin duda, les compete de lleno y ¡alguna opinión tendrán! Ay, no, calla, que han ido a mirarse la próstata… y hay que respetarles.

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