Urgente Un incendio en un bloque de viviendas desata la alarma en Basauri

Lunes. Suena el despertador. Me levanto remolona como un niño que no quiere ir a la escuela. Voy al baño, me miro en el espejo y lanzo un alarido, soy 'El Grito de Munch' en más feo. Me sobrepongo e intento recopilar ánimos, rebusco en ... cajones escondidos del alma, cualquier cosa me puede servir para el remiendo que necesito. Nada, hurgue donde hurgue tropiezo en dique seco. Me atropella un fatalismo histérico hijo de la rabia interior de saberme tan ajada y mustia.

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Vuelvo a mirarme en el espejo, ahora despacio para hacerme daño, para empeorar las cosas, y las empeoro, claro que las empeoro, ahí estoy con cara de supergilipollas, barriga bien alimentada por la tropa de cervezas al sol que me he bajado durante las vacaciones; la piel, que un tiempo fue tersa y suave, está farragosa y áspera por la edad y los excesos. Y es tanta la pena que me doy que dos ácidos lagrimones empiezan a txirristrarse mejilla abajo, han llamado a varias familias de mocos perversos, felices de escapar de las cavernas con el único objetivo de aunar fuerzas para hacer el mal, tienen éxito, tengo los ojos y la nariz hinchados y enrojecidos.

Ante semejante visión, me doy tanto asco que pongo caretos ridículos delante del espejo para alcanzar el asco infinito. No lo consigo del todo y me lanzo a tumba abierta a ver las fotos de las vacaciones donde aparezco relajada y hermosa, o eso creo.

No tardo nada en darme cuenta de que me he equivocado. Entonces me tomo mi tiempo, saboreando de antemano las náuseas que ya asoman, al menos lo de la náusea me hace creerme, aunque fea y marchita de cojones, exquisita filósofa a lo Jean Paul Sartre, cosa, pienso neciamente, a la que no tiene acceso ninguna joven y guapa, que se jodan.

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El fenómeno no es nuevo: Los pintores del Renacimiento ya querían dejar mejores a sus reyes

Después continúo en mi propósito de machacarme más, agrando las imágenes para llegar al punto que más duele y alcanzar el clímax. Ahí estoy, en bikini y al sol, las lorzas no me dejan ver el bosque; las arrugas de la cara, incluso con gafas de sol, son surcos milenarios que no hablan de historias vividas, de sabiduría, son solo eso, arrugas, señales inequívocas de que me voy haciendo vieja y, encima, cada día más tonta. Mi desolación es total.

Pero de pronto, no sé de dónde, surge en la habitación un pequeño tornado de color rosa, que se resuelve en mi hada madrina y me dice: «Hija mía, te veo más espesa de entendederas de lo que ya eras, y eras mucho. ¿Para qué están los avances de la técnica? Anda, anda, la solución a tus males es Photoshop. Espabila, mueve el culo y ponte a ello, manipula una de esas fotos y mándala a tus amigos y a tus enemigos, engaña a los que vengan tras de ti, inmortalízate perfecta para que te recuerde así el mundo entero, no serás la primera, otros y otras lo hacen, así que tira de Photoshop, boba». Luego, el hada desaparece montada en su torbellino rosa y yo me quedo confusa.

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Me siento y reflexiono. Pensándolo bien, la mujer tiene razón. El fenómeno no es nuevo, ya lo hacían los pintores de otros tiempos. Echo mano de mis conocimientos de historia y enseguida viene en mi ayuda Carlos V. Carlos V padecía un terrible prognatismo, la mandíbula inferior era mucho más grande que la superior, por lo que no podía juntar los dientes para masticar ni cerrar la boca. Dicen que, estando en Calatayud, un noble le advirtió con mala baba: «Señor, cierre la boca, que las moscas de aquí son muy traviesas». Bueno, pues Carlos V aparece en todos los cuadros muy galán y con la boca cerrada, Photoshop del pintor que quiso dejar guapo a su rey.

Y, como este, hay muchos ejemplos en la historia del arte. Así que me pongo a la tarea, hago desaparecer las arrugas, estilizo mi corpachón a lo Marilyn Monroe y, ya puestos, me pongo los ojos azules. El resultado es impresionante, ¡bonita diferencia!

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Ahora solo queda hacer carteles con el nuevo 'look' y pegarlos en todos los espejos de la casa. ¡Uf!, estoy satisfecha, es solo cuestión de tiempo que acabe creyéndome que soy la estupenda que tengo delante, nunca jamás me daré un baño de realidad.

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