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Una de las cuestiones en que todos los regímenes políticos, cualesquiera que sean su fundamento y su ideología, están de acuerdo, aunque manifiesten todo lo contrario, es la utilidad política del espionaje. La historia de esta práctica está llena de siniestros episodios que toman sus ... formas más extremas, en la actualidad, en los sistemas de optimización salvaje de la creación y rendimiento de programas y creaciones informáticas cada vez más sofisticadas e indetectables, cuya última finalidad es la del control completo del ciudadano, aunque se enmascaren en la necesidad de luchar contra el terrorismo o en la de mejorar la vida de las personas. Lucha que se pierde, en no pocas ocasiones de forma consciente y en pro de otros objetivos, como también se pierde la batalla contra la cibercriminalidad de la web profunda.
Dicha utilización política e ideológica no es algo ajeno al mundo informático, a Internet o a la inteligencia artificial. Se hace con plena complicidad de creadores, políticos y grupos de poder. De la gran mentira ideológica que vende las herramientas informáticas y la programación como algo ajeno a la política, de la destrucción de ciudadanos a mayor gloria de la patria correspondiente, poco se manifiesta. Sólo se destacan las bondades de una tecnología que por sí sola es buena. El problema radica en su uso deshonesto y criminal.
Así ha ocurrido con Pegasus, el sistema de espionaje telefónico israelí usado por gobiernos y agencias de seguridad de todo el mundo, tal y como ha denunciado la organización parisina de periodistas de investigación 'Historias Prohibidas' (Forbidden Stories) y ha sido corroborado después por el Laboratorio de Seguridad de Amnistía Internacional. Miles de números de teléfono, más de 50.000 de diferentes países (Arabia Saudí, Azerbaiyán, Bahréin, Emiratos Árabes Unidos, España, Francia, Hungría, India, Kazajistán, Marruecos, México, Ruanda, Togo y otros 37 más) han sido espiados de forma indetectable y accediendo a los rincones más profundos de los mismos, por los clientes de la firma israelí de seguridad NSO.
Entre los espiados hay unos 600 políticos (Andrés Manuel López Obrador, Barham Salih, Cyril Ramaphosa, Emmanuel Macron, Imran Khan, Mostafa Madbouly, Saad-Eddine el Othmani...), cerca de 200 periodistas (Carmen Aristegui, Cecilio Pineda, Edwy Plenel, Ignacio Cembrero, Jamal Khashoggi, Khadija Ismaïlova, Taoufik Bouachrine, Omar Radi, entre otros), unos 80 activistas políticos y más de 60 empresarios. Esto que se sepa, probablemente serán muchos más. En el Proyecto Pegasus, grupo creado para investigar la filtración, han participado 17 redacciones de medios de comunicación en diez países y un equipo de 80 periodistas de medios como 'Le Monde', 'The Guardian', 'Süddeutsche Zeitung', 'The Wall Street Journal' o 'The Washington Post'.
El programa, oficialmente creado para combatir el crimen y el terrorismo y disponible sólo para gobiernos, es un 'spyware', un programa informático de espionaje, que a diferencia de la mayoría de ellos puede instalarse de forma remota en cualquier teléfono inteligente sin requerir ninguna acción por parte del propietario. Una vez instalado en los teléfonos Android, iPhone o BlackBerry, de forma totalmente invisible para el usuario y aprovechando las debilidades de seguridad, permite al fisgón controlar totalmente el aparato y analizar audios, fotos, mensajes, videos y todos los contactos de la víctima, además de activar la cámara, el micrófono, la geolocalización y acceder a los mensajes, supuestamente encriptados, como Telegram o WhatsApp. Puede, asimismo, acceder a todo el contenido de conversaciones en Facebook, Gmail, iMessage, Signal, Skype, Telegram o WhatsApp y lee sin problemas el programa de descodificación.
El programa, creado y comercializado por la empresa israelí NSO Group, fundada en 2010, y acrónimo que procede de las iniciales de los nombres de los tres fundadores (Niv Carmi, Shalev Hulio y Omri Lavie), tiene su sede en Herzliya (norte de Tel Aviv). En marzo de 2014 la compró, por 130 millones de dólares, la sociedad norteamericana 'Francisco Partners' (California), empresa de capital de inversión centrada exclusivamente en inversiones tecnológicas, por 145 millones de dólares, y en 2019, Omri Lavie y Shalev Hulio, junto con la empresa de capital de inversión londinense Novalpina Capital, recompraron su propia compañía.
Los lazos entre NSO y el Ejecutivo israelí son evidentes. En Israel, este programa está catalogado como 'arma' y para ser vendido a los servicios secretos de otros países debe obtener el visto bueno de su Ministerio de Defensa. Los creadores de Pegasus son parte de la interminable cantera de exmilitares procedentes de la Unidad 8200 (unidad militar de Inteligencia de las Fuerzas de Defensa de Israel), que también han concebido 'Candiru', 'Cellebrite', 'Quadream', 'Verint'...
Por eso, NSO es simplemente un diminuto elemento de la pujante industria del ciberespionaje israelí que desde hace muchos años es utilizada por la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) estadounidense y que junto al programa del FBI 'Carnivore', 'Enfopol', la red 'Echelon' y otros de menor importancia, acceden a los datos de los ciudadanos con total descaro y socavan la esencia de nuestras democracias.
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