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Los ojos de Oriente y Occidente están fijados sobre el nuevo proceso que se ha abierto en Líbano tras el nombramiento de Joseph Aoun como presidente del país del cedro, clave en una región caracterizada por sus fuertes identidades culturales y religiosas, muchas veces manipuladas ... por intereses sectarios y geopolíticos, ajenos incluso a las necesidades de la que un día fue reconocida como 'la Suiza de Oriente Próximo'. Mantener esos delicados e inestables equilibros, en una coyuntura crucial donde todo se paga con sangre, exigirá un esfuerzo titánico y una diplomacia de hierro y seda, para el carismático comandante del ejército, católico maronita.
Líbano es un país abonado a las contradicciones desde la descomposición del Imperio Otomano, un rompecabezas en el que coexisten hasta 18 comunidades religiosas, con cinco ramas del islam (63%) y doce grupos cristianos (34%), encabezados por los maronitas. La identidad está tan ligada a la religión que para encajar las piezas han tenido que establecer una estructura sectaria de reparto de poder, un sistema confesionalista para distribuir las funciones públicas. Así, un cristiano maronita es presidente de la república, la jefatura de gobierno está reservada para un musulmán suní (primer ministro) y un chií preside el Parlamento. Un mosaico en el que cada uno tiene sus fines estratégicos propios. Tomás Alcoverro, veterano corresponsal en Beirut, solía comentar que «Líbano tiene dos alas, el cristianismo y el islam, y sin una de ellas no puede volar».
La Iglesia maronita es la más antigua de las ramas católicas orientales y sus seguidores están presentes en casi todos los estratos sociales, una transversalidad que resulta clave a la hora de proporcionar estabilidad en un país tan complejo. La jerarquía maronita estuvo en la fundación del Estado libanés en 1920. En ese contexto, el papel del patriarca de Antioquía es fundamental. El actual es su beatitud Bechara Boutros Raï, una figura influyente y con muchos contactos, que cuenta con el respaldo de la diplomacia vaticana. Benedicto XVI le impuso la birreta roja y desde entonces es una de las voces de los cristianos árabes en el colegio cardenalicio.
Natural de la misma población en la que nació la primera santa de los maronitas, Rafqa Ar-Rayes, fue el primer jefe religioso libanés en entrar en Israel desde 1948, año de creación del Estado hebreo, en una visita a Tierra Santa, que incluyó un encuentro con el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abás. También fue recibido en Arabia Saudí, algo inédito. Un hombre de acción que arriesga. Critica la destructora maquinaria bélica de Israel, pero denuncia la presencia del fundamentalismo islámico en las 'primaveras árabes'.
En los últimos meses ha realizado una gira diplomática para afianzar la candidatura de Aoun, que salió con el apoyo de 99 de los 128 diputados. El nuevo presidente es un general carismático (el ejército es de lo poco que mantiene su prestigio en Líbano) y cuenta con un amplio y valioso reconocimiento internacional. No solo de Estados Unidos y de Arabia Saudí, protectora de la comunidad suní. Macron visitó el país la pasada semana porque Francia mantiene su tutela desde que en 1638 se erigió en potencia protectora de las comunidades católicas del Imperio Otomano. No hay que olvidar el alto valor geoestratégico de Líbano.
Joseph Aoun tendrá que consolidar un Gobierno estable capaz de empastar al país en toda su diversidad, emprender las labores de reconstrucción y activar reformas para mejorar la economía. Y, por supuesto, garantizar la seguridad. El nuevo 'hombre fuerte' ya ha avanzado que esa responsabilidad es exclusiva de las fuerzas armadas y se ha comprometido a hacer cumplir la ley, en clara referencia a Hezbolá. La elección de Aoun refleja la debilidad de la milicia chií, malherida por la ofensiva israelí, pero que, aunque colapse, renacerá una y otra vez. Lo asegura el misionero Juan Carlos Fuentes, que lleva casi diez años sobre el terreno en la ciudad de Saida, la bíblica y mítica Sidón, escenario, según la tradición cristiana, de predicaciones y milagros de Jesús.
Aoun, incluso, puede llegar a gustar en Israel. El general ha defendido la dignidad y los derechos de los palestinos, pero desde la doctrina de 'los dos Estados', lo que también supone un reconocimiento del derecho de Israel a existir. Esta es una posición en las antípodas de Hezbolá, que hará todo lo posible para desestabilizar con el apoyo de Irán, su estrecho aliado, y mantener su pretendido estatus como el verdadero valedor y protector del pueblo libanés.
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