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Últimamente nos estamos acostumbrando a que cada cierto tiempo un consorcio, grupo o amalgama de periodistas y medios de comunicación iluminen las alcantarillas del sistema destapando dineros ocultos, incumplimientos fiscales y demás corruptelas vinculadas a la existencia de los paraísos fiscales. Citando los casos más ... recientes, ocurrió con los denominados 'papeles de Panamá' y ahora con los de 'Pandora'.
Respecto a éstos últimos, interesa señalar que emanan de una filtración de casi doce millones de documentos que revelan el patrimonio y la riqueza oculta de magnates, políticos, deportistas, artistas, líderes religiosos, individuos de familias reales, entre otros, de más de doscientos países. Seiscientos periodistas de 117 países, coordinados por el denominado Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, han analizado filtraciones procedentes de registros confidenciales de catorce empresas diferentes de servicios patrimoniales de Chipre, Hong Kong, Samoa, Singapur, Suiza y Vietnam, y de gestores de patrimonio en conocidos paraísos fiscales como Bahamas, Belice, las Islas Vírgenes británicas y las Seychelles.
Actas de constitución, contratos inmobiliarios encubiertos, correos electrónicos filtrados, declaraciones de impuestos, diagramas de estructuras corporativas, diarios de viajes, documentos de texto, extractos bancarios, facturas, hojas de cálculo confidenciales, memorandos, pasaportes escaneados y registros de accionistas revelan, en parte, quiénes son los verdaderos propietarios de empresas fantasmas opacas, retratan la cara oculta de las finanzas internacionales y vuelven a poner sobre el tapete la existencia de los paraísos fiscales y la hipocresía de quienes poseen las armas para eliminarlos.
Aparentemente se llevan las manos a la cabeza, gesticulan y destacan la insolidaridad y maldad de quienes en ellos participan, pero en el fondo todos sabemos, en base a la experiencia de casos precedentes, que no ocurrirá nada; que todo lo descubierto, que probablemente sea marginal en el conjunto, se quedará en nada y que la única consecuencia real será la de aliviar al propio sistema que los ha generado, actuando de espita de descompresión.
El blanqueo de dinero ilícito, la corrupción y la evasión de impuestos no es solo algo engendrado por la deshonestidad particular de algunos o de muchos, ni una moda del neoliberalismo. Estas actuaciones y los paraísos fiscales que las cobijan son parte de la internacionalización del capital en la que participan estados, instituciones financieras y multinacionales, y siempre están engarzadas con la mundialización y la globalización neoliberal.
El hecho de que en los 'papeles' aparezcan más de 330 políticos, expolíticos y líderes mundiales de casi cien países dibuja un escenario estático, en el que nada importante se modificará y en el que los paraísos fiscales seguirán haciendo aquello para lo que fueron creados. Fondos que escapan al fisco, lavado de dinero negro que proviene de operaciones ilícitas (corrupción, drogas, tráfico de armas y de personas) y regulaciones financieras o cambiarias suponen un 10% del Producto Mundial Bruto. El vehículo de funcionamiento es la inversión 'fantasma', que después va a los 'vehículos de propósitos especiales'.
Las sociedades 'offshore', caracterizadas por estar registradas legalmente, tener muy pocos empleados y carecer de actividad real, son empresas opacas que controlan unos activos pertenecientes a otros de los que ocultan su identidad y que bajo una pátina de turbiedad encubren flujos de dinero ilícitos que dan lugar al cohecho, la evasión fiscal, la financiación del terrorismo y el lavado de dinero. Y no está de más recordar que los paraísos fiscales que concentran mayores volúmenes de riqueza se ubican en países desarrollados o en sus territorios. Bermuda, Caimán e Islas Vírgenes como territorios británicos de ultramar; EE UU (Dakota y Delaware) y Suiza con la mayor riqueza privada; Luxemburgo, con 600.000 habitantes y una inversión extranjera directa de cuatro billones de dólares; y Países Bajos, seguidos de Hong Kong, Macao, Singapur...
Los 'papeles de Pandora' vuelven a mostrar que el mecanismo del dinero 'offshore' interviene en todos los rincones del mundo, incluidas las capitales financieras de las economías más ricas y poderosas, y que se apoya en instituciones de élite que sirven a los intereses de los ricos y poderosos, como los bancos multinacionales o los despachos de abogados. Revelan el funcionamiento interno de una economía en las sombras que beneficia a los ricos y las élites a expensas de todos los demás.
Activar mecanismos que incrementen la presión sobre ellos y sobre la 'herramienta' que utilizan es una cuestión de supervivencia porque deterioran la ética política, menoscaban la confianza ciudadana y dinamitan la credibilidad en el sistema democrático en tiempos en los que reaparece el fantasma del autoritarismo y las desigualdades no cesan de incrementarse.
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