La pandemia de la Covid-19 ha sacudido los fundamentos de la geopolítica mundial debilitando la globalización, fortaleciendo los estados y su soberanía (control de la población), generando una crisis económica colosal, exasperando los enfrentamientos entre las grandes potencias del planeta e iniciando una nueva ' ... guerra fría' entre ellas. La escalada de las últimas acciones estadounidenses, chinas y rusas nos encamina hacia una conflagración político-militar internacional. Esa travesía hacia una segunda 'guerra fría' viene manifestada por la radicalización de las políticas bilaterales entre EE UU y China y la frontal rivalidad política, económica y militar entre ambas, y Rusia, a pesar de su interdependencia.
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La crisis pandémica es también una crisis política, de legitimidad del Estado y de la economía neoliberal capitalista. Por eso ha derivado en una brutal crisis económica, o estructural, de estancamiento crónico de la economía global, causada por la sobreacumulación y la desigualdad. La extrema concentración de riqueza en manos de unos pocos y el empobrecimiento acelerado de la mayoría bloquea la salida de los excedentes acumulados y es un caldo de cultivo idóneo para el estancamiento económico, la recesión y la inestabilidad social preludio de enfrentamientos armados. Previamente, aparecen chivos expiatorios internos, como los inmigrantes, y externos, como otras naciones. La Covid-19 ha sido, y es, un claro factor de desaceleración que también ha frenado el desarrollo y la modernización de los países en desarrollo, con el consiguiente deterioro general del nivel de vida, la educación y la salud.
La pandemia no ha causado la crisis del neoliberalismo global, puesto que ya era una realidad antes de que apareciera. Sólo hay que recordar un panorama donde Estados Unidos padecía una notable ralentización económica, donde muchos de los países de la UE tenían una tasa de crecimiento cero, donde dicha tasa había disminuido claramente en Asia y donde la mayor parte de América Latina y de África subsahariana se encontraban en recesión. La descarga pandémica sólo ha acelerado el declive de una economía global que no se había recuperado del colapso financiero de 2008. En este momento es interesante recordar que sólo la especulación financiera y el constante aumento de la deuda de países y ciudadanos ha potenciado el crecimiento en las primeras dos décadas de este siglo.
La nueva 'guerra fría' se explica por la crisis de la legitimidad del Estado y de la hegemonía del neoliberalismo capitalista, que soporta en estos momentos un proceso de reestructuración y transformación radical, impulsado por una digitalización que avanza mucho más rápido que la economía y la sociedad global (inteligencia artificial, aprendizaje automático, 5G, etc.). A la crisis política, económica y social se le suma otra de índole existencial nutrida por el cada vez más cercano colapso ecológico, por los miedos a las guerras -entre ellas, la nuclear- y por las futuras pandemias que llegarán.
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Cuanto mayor sea la acumulación de capital a nivel mundial y la desigualdad social generada por la misma, mayores serán las tensiones internacionales y los riesgos de enfrentamientos militares. El peligro es aún mayor en un momento en el que el orden liberal internacional construido tras la Segunda Guerra Mundial se tambalea y en el que el auge de los nacionalismos y los populismos de derecha e izquierda pugnan por destruir la democracia.
La Covid-19 ha revelado la fragilidad humana y los defectos de un sistema en el que la desigualdad es su principal protagonista. No se vislumbra un retorno a la normalidad política, social y, sobre todo, económica; ni el fin de la globalización, ni la marginación de las preocupaciones ambientales (vínculo entre pandemias y crisis climática). Veremos, sin embargo, una clara transformación digital de las sociedades y de la robotización; una muy probable reducción de las libertades, incluso en las democracias más liberales, y un escenario en el que ninguna de las grandes potencias habrá obtenido más beneficios de la crisis que las demás.
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Apostar por el triunfo del multilateralismo es aventurado y más en la coyuntura geopolítica actual. El futuro de las grandes organizaciones multinacionales (Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, Organización Mundial del Comercio, OMS, ONU, etc.) dependerá del comportamiento de las grandes potencias y de su grado de enfrentamiento en esta nueva 'guerra fría'. Las reorganizaciones de poder generan tensiones y el cambio al que actualmente asistimos puede dirigirse hacia el belicismo más extremo o puede que sólo se quede en mera rivalidad entre ellas. Apostemos por esto último.
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