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Son varios los temas relacionados con el 8-M en pandemia, estuve tratando de priorizar uno de ellos para centrar el argumentario de este artículo de opinión, al final decidí que todos ellos merecían una reflexión, aunque fuera breve, así que el resultado final me ... temo que es más bien una suma de pequeños mensajes cuyo hilo conductor es la razón por la que debemos seguir celebrando el 8-M con un claro carácter reivindicativo.
8-M y pandemia. La crisis sanitaria provocada por el Covid-19 ha traído aparejada una fuerte crisis económica con un claro impacto de género. Todas las crisis económicas vienen acompañadas de retrocesos en la igualdad y esta crisis no ha sido la excepción. Es fundamental considerar el impacto diferencial de la actual crisis en mujeres y hombres para poder abordar las soluciones. Se ha perdido más empleo femenino que masculino porque los sectores más afectados están altamente feminizados; se ha incrementado la presión en el trabajo reproductivo en los hogares porque el confinamiento y el teletrabajo han sobrecargado a las mujeres y han limitado su productividad. Son varios los aprendizajes que deberíamos llevarnos de esta crisis, uno de los más importantes es la mejora de las condiciones laborales y económicas de las profesiones que se han revelado esenciales y que están altamente feminizadas (enfermería, trabajadoras de supermercados, personal de limpieza, personal de residencias...).
8-M y manifestaciones. El movimiento social feminista nos llama a concentrarnos el 8-M, a ocupar las calles, a ocupar el espacio público para reivindicar la lucha por la igualdad. El llamamiento insiste en garantizar todas las medidas de seguridad (distancia y mascarillas) y prevé incluso la participación de mujeres voluntarias para que dichas medidas se cumplan con rigor. A pesar de todo ello, bien pareciera que las únicas concentraciones que ponen en riesgo la vida de las personas son las concentraciones feministas. Así se quiso interpretar en marzo de 2020, cuando coincidieron con las manifestaciones del 8-M partidos de fútbol y mítines políticos, pero parecía que el virus solo se había movilizado para sumarse a las reivindicaciones feministas. De nuevo en marzo de 2021 parece que el virus vuelve a vestirse de morado y solo amenaza con activarse en las concentraciones feministas. Sin embargo, según fuentes de la Ser, en Euskadi en enero y febrero de 2021, se celebraron 532 movilizaciones (Tubacex, ITP, Novaltia, pensionistas, hostelería, de apoyo a los presos y presas, negacionistas…). ¿No resulta algo sospechoso el foco puesto en las concentraciones feministas?
8-M y división en el feminismo. Nunca ha habido un feminismo en singular, siempre hemos asistido a los feminismos en plural y a sus disputas dialógicas e ideológicas. Actualmente, en lo que podríamos llamar la cuarta ola (y aquí vuelve a haber disidencia) varios son los temas que parecen centrar gran parte de la discusión: por un lado, la perspectiva interseccional que sitúa a las mujeres blancas heterosexuales en posiciones de privilegio y que, a veces, parece deslegitimar su reivindicación y su lucha; por otro lado, la división entre el feminismo de la igualdad y un feminismo más esencialista e identitario. Me temo que la división del feminismo más presente en los medios en nuestro entorno más cercano también tiene raíces en la división política y en la lucha en la izquierda por liderar las medidas a favor de la igualdad del feminismo institucional. Me temo que algunas de estas disputas tienen una fuerte carga de lucha de poder.
8-sEste último tema es el que más me ha costado introducir en la reflexión, pero es evidente que, en el contexto de la división del feminismo -sobre todo del institucional- es difícil obviar una valoración de la 'Ley trans' en el desencuentro. Reconozco que le he dado vueltas, que lo he pensado, lo he verbalizado y lo he debatido con amigas y colegas y me cuesta entender las trabas a la tramitación de la 'Ley trans' por una parte del feminismo. En este caso, priorizo la necesidad de legislar para garantizar el reconocimiento de los derechos de una minoría que sufre la discriminación y la exclusión social. No creo que la tramitación de una 'Ley trans' sea el momento de debatir cuestiones relativas al papel que deben jugar las identidades en el discurso feminista. Me reconozco más cerca de Nancy Fraser que de Judith Butler, y tiendo a priorizar la redistribución antes que lo identitario, por muy interesante que me resulte la entrada de las corporalidades y la idea de que hay cuerpos que sufren más violencias y se les atribuye menos valor, por lo que su pérdida nos duele menos. Las vidas del colectivo trans merecen ser atendidas y su reivindicación merece una respuesta legislativa.
En suma, seguimos teniendo razones para reivindicar la lucha por la igualdad entre mujeres y hombres. Celebremos el 8-M -con distancia y mascarilla- y nos vemos en las calles, o en las pantallas o, como ahora, entre líneas.
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