Euskadi se dispone a acordar un nuevo pacto educativo, cuando se van a cumplir cuarenta años desde que el recién constituido Gobierno vasco asumió las primeras competencias en educación.
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A quienes han nacido después les resultará difícil imaginar la situación política y social que se ... vivía. La mayoría de la ciudadanía vasca había apostado por apoyar el proceso de democratización iniciado en el Estado, al mismo tiempo que reivindicaba la urgente institucionalización del autogobierno vasco. Y mucho fue lo que se exigió a quienes debían garantizar el derecho a la educación. El Gobierno vasco asumió como propias las escuelas nacionales transferidas y se dispuso a atender las necesidades de una multitud de ikastolas, cooperativas y centros religiosos, que atendían a la mitad de las familias. Y la sociedad vasca, empoderada y en ebullición, exigía para sus jóvenes todo aquello que faltaba: una oferta educativa democrática y de calidad, que formara en valores y conocimientos, ubicada en infraestructuras modernas y bien dotadas, y una instrucción tutorizada por profesionales preparados y bilingües que aseguraran a su alumnado una buena formación y una competencia lingüística suficiente tanto en castellano como en euskera.
Cuarenta años después contamos con un sistema educativo de calidad -al que destinaremos este año 3.235 millones, un cuarto del Presupuesto de nuestro Gobierno-, con tasas de escolarización más altas que en nuestro entorno y un fracaso escolar menor, con una Formación Profesional que es referencia de calidad y empleabilidad y un número elevado de licenciadas y graduados universitarios. Por supuesto, el balance presenta también carencias y aspectos que deben ser mejorados.
Uno de los aspectos más debatidos que el balance de la educación en Euskadi ofrece es el relativo a la incidencia que la escuela ha tenido en el aprendizaje y uso del euskera. Pues bien, los datos indican que la geografía social del euskera ha experimentado una auténtica revolución, pues esos miles de estudiantes que han ido saliendo de las aulas han llevado el euskera a familias, ámbitos, funciones y actividades nuevas para nuestra lengua. Son varios los factores que han causado esa transformación. Destacaría, principalmente, tres: la Ley del Euskera de 1982, en la que se acordaron los objetivos políticos y se propuso el sistema de los modelos lingüísticos; el compromiso de los y las profesionales; y el respaldo de la mayoría de la sociedad, que ha confiado a las escuelas vascas la educación de sus jóvenes en un modelo bilingüe.
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Los tres modelos lingüísticos en vigor -A, B y D- han logrado que todos y todas las alumnas que han estudiado en los centros educativos vascos sean competentes en castellano y que cada vez sean más quienes tienen una destreza semejante en lengua vasca, capacidad que se manifiesta en el número creciente de estudiantes que finalizan sus estudios en el modelo D y realizan en euskera la prueba de selectividad, en la cada vez mayor presencia de alumnado euskaldun en la Formación Profesional o en el ascendente número de universitarios que completan en esta lengua su formación y defienden en ella sus trabajos de grado, tesis doctorales y publicaciones científicas.
Como responsable de la Política Lingüística en el Gobierno vasco confío en que el nuevo pacto educativo ratifique el objetivo lingüístico de garantizar a todo el alumnado la posibilidad real, en igualdad de condiciones, de alcanzar un conocimiento práctico suficiente de nuestras dos lenguas oficiales al finalizar los estudios de enseñanza obligatoria, además de cierta destreza en una tercera lengua. Pienso que la experiencia acumulada puede ayudarnos, siempre que tengamos presente que los modelos no son un objetivo en sí mismo, sino un instrumento para avanzar en la adquisición de una competencia plurilingüe que empodere a toda nuestra juventud para formarse y desenvolverse indistintamente en castellano y en euskera. Y tan importante como los modelos será que asumamos que para ello es preciso que cada centro escolar pueda diseñar su proyecto lingüístico, adecuado a su entorno social y lingüístico, reforzando las competencias que en cada caso muestren mayor debilidad; también será necesario reforzar el uso del euskera en las actividades extraescolares que completan la formación de nuestros jóvenes.
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El Departamento de Educación y los partidos representados en el Parlamento vasco se han comprometido a negociar un acuerdo que cuente con el mayor respaldo posible, robustezca nuestro sistema educativo e instruya a nuestro alumnado en las herramientas y valores que necesitarán para hacer frente a los desafíos que la vida, siempre incierta, les irá imponiendo. Este nuevo pacto educativo debería ser el instrumento que nos permita abordar de forma innovadora nuestro futuro con el objetivo compartido de reforzar la cohesión y la convivencia en nuestra sociedad.
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