El pasado 13 de marzo la Universidad de Salamanca se vistió con sus mejores galas para conceder a título póstumo la excelencia de doctor 'honoris causa' a quien fue su rector más preclaro y universal, don Miguel de Unamuno y Jugo, de cuyo nacimiento se ... cumplen hoy 160 años. En solemne procesión cívica y laica, revestidos con sus togas y birretes multicolores, el mayor número de claustrales de la historia de la Universidad pasó junto a la estatua de fray Luis de León, a quien tanto veneraba el vasco más universal. Y penetraron en el Paraninfo, aquella famosa aula donde don Miguel impartió, sin querer y queriendo, su última y trágica lección de civismo, la que lo hizo mártir de su propia ética.
Publicidad
La 'laudatio', a veces emocionada, corrió a cargo del nieto Pablo de Unamuno, exprofesor de dicha Universidad, quien lo tituló como «eterno rector». Tras la presentación de su trayectoria, recogieron los símbolos doctorales Miguel y Salomé, los únicos nietos todavía vivos que llegaron a conocerlo. Ese momento era el nudo central y fue emocionante. En mi opinión, era un pequeño remedo a lo que fue la grandiosa despedida que le tributó su Universidad el 29 de septiembre de 1934 con motivo de su jubilación, a los 70 años, tras ser catedrático durante 43 y 16 rector. Momento en que fue nombrado alcalde perpetuo de Salamanca y rector vitalicio ante la presencia del alcalde, el presidente de la República, el presidente de Gobierno, rectores de las universidades y las más preclaras autoridades españolas y portuguesas.
Fue un acto noble, necesario, con todo el empaque ceremonial que requería quien fue propuesto tres veces para el Premio Nobel. Sí, en 1928 fue nominado por la Academia sueca, pero se opuso Primo de Rivera, que lo había desterrado a Fuerteventura. La segunda, en 1935, fue propuesto formalmente compitiendo con Chesterton y Paul Valéry, pero quedó vacante el Nobel de Literatura (fue por presión de Hitler, ya que Unamuno había condenado el nazismo en 1933). La tercera fue en 1936 y quedó frustrada por su inicial apoyo al golpe militar de los fascistas.
Este intelectual de una pieza, que fue destituido tres veces de su condición de rector, ha sido repuesto en su cargo 88 años después. «Hoy reconocemos en esta Universidad al más coherente de sus profesores, a su más completo rector, al intelectual de más audacia de su tiempo, rasgos personales que le costarían el destierro y otros muchos pesares, pero también le hicieron un héroe con mayúsculas», señaló el ya exrector Ricardo Rivera, quien señaló que tal vez el homenaje llega tarde, pero para concedérselo «ha habido unanimidad, 'unamunidad'».
Publicidad
Unanimidad-'unamunidad', neologismo que asumo como el mejor sentir de lo que era este filósofo y escritor enciclopédico, íntegro y libre en su pensar, antifascista visceral, de una pieza, siempre fiel a sí mismo y con una ingente producción literaria, que, desgraciadamente, desconoce la mayoría porque no lo ha leído. Se enfrentó abiertamente a dos personajes de muy segunda catadura intelectual y moral, como Primo de Rivera y Alfonso XIII, sufrió seis años de destierro de patria y sueldo y en junio de 1933 firmó el Manifiesto Antifascista.
El 28 de diciembre de 2006 el Ayuntamiento de Salamanca rechazó, por mayoría del PP, la moción del grupo socialista para la restitución de don Miguel como concejal. Hubo que esperar al 7 de octubre de 2011 para que le restituyera ese acta al cumplirse el 75 aniversario de su muerte. Bien, pero demasiado tarde.
Publicidad
Si él, tras el Desastre de Annual (Melilla, 21 de julio de 1921), decía que España estaba descivilizada, habría que ver lo que pensaría del panorama de hoy día. En el acto académico citaron fragmentos poéticos de lo más profundo del alma unamuniana, pero yo me he quedado con una idea académica muy suya: «Enseñar es ante todo y sobre todo aprender».
Desde hace bastantes años vivimos tiempos políticos bruscos, agresivos e incivilizados. En general, el pueblo español de hoy día no es así, es mucho más dialogante, tolerante y comprensivo que muchos de estos gallitos parlamentarios. ¿Quién ha inoculado esta irreconciabilidad, este odio nacional? ¿Por qué? Son gente que no admitió su derrota, que tiene una forma unívoca de entender España, que no admite la realidad de la libre pluralidad. Han inventado todas las conspiraciones y siguen alimentando bulos. Gente amargada, endiosada, con un orgullo enfermizo que les hace ser miopes. Políticos que, en lugar de generar convivencia, armonía y futuro, envenenan y propalan infundios para confundir. Y todo eso ha envenenado el clima social.
Publicidad
Ya es hora de decir las cosas claras. No nos merecemos esta gente metida en política en la que impera el insulto, la irracionalidad, el 'y tú más', tergiversando la realidad y confundiendo a las personas de bien. Nos hacen falta muchos Unamuno que digan las cosas como son. Pero ¿quién escucha a los intelectuales? ¿Dónde están los líderes de antaño?
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
A la venta los vuelos de Santander a Ibiza, que aumentan este verano
El Diario Montañés
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.