Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Disponer de una vivienda a un precio asequible, en propiedad o en alquiler, marca la diferencia entre poder vivir o tener que sobrevivir.
En Euskadi, y en el conjunto de España, tenemos un porcentaje demasiado alto de personas en riesgo de exclusión social. Y no ... se trata de personas que vivan de 'paguitas', como gusta simplificar a determinados partidos y a quienes compran esa mercancía discursiva; muchas veces son padres o madres de familia que trabajan, pero que no ingresan lo suficiente como para llegar a fin de mes. Esta gente no vive, sobrevive. Porque tener que trabajar en varios empleos precarios, no poder dar de comer a tu familia carne o pescado dos veces por semana o no tener la ocasión de disfrutar de una semana al año de vacaciones no puede considerarse vivir.
A pesar de los buenos datos globales de afiliación a la Seguridad Social, si observamos la realidad de la gente más joven, el porcentaje de personas paradas sigue siendo muy alto, casi el doble que la media europea. Y, además, las personas de entre 16 y 34 años que trabajan sufren una mayor precariedad que el resto de los grupos de edad.
Con estos condicionantes, el resultado no podía ser otro: la edad de emancipación está en torno a los 30 años en nuestro país, cuatro por encima de la media de la Unión Europea. Y, siendo un mal dato, lo peor es que, según diferentes estudios, nuestra gente joven tiene una perspectiva negativa en torno a su propio futuro.
La política de vivienda no es el único factor que determina esta realidad, pero una política de vivienda audaz ayudaría a transformarla. Y transformarla es una emergencia social que se necesita abordar conjuntamente entre todas las administraciones.
Ayer tuvo lugar en el Palacio de Miramar el inicio formal del curso político vasco. Está por ver si la presión ciudadana que están sufriendo los grandes partidos a nivel nacional en torno a una de las derivadas provocadas por el descontrol en la política de vivienda, especialmente en las zonas más turísticas, tiene su traslación a la agenda política vasca. Lo podremos comprobar en los próximos días.
Las administraciones central y vasca ya dieron un buen primer paso en esta nueva legislatura, al sellar su compromiso de dar la batalla para tratar de hacer efectivo este derecho subjetivo de la ciudadanía consagrado por la ley vasca de vivienda hace ya 9 años. Veremos si esa batalla se da también de manera conjunta (y en la misma línea de acción) con el resto de las instituciones, especialmente con las locales.
En todo caso, más allá de las administraciones, es innegociable tratar de implicar a los agentes sociales y económicos en la tarea: organizaciones sociales, promotores, constructores, entidades financieras, profesionales del sector inmobiliario... Y aunque resulte imposible lograr el consenso de todos, todos deben comprometerse a encontrar respuestas de país que sienten las bases para garantizar el acceso de la ciudadanía a una vivienda digna, y muy especialmente para la gente joven.
En este sentido, hay que reconocer lo atinado de la primera decisión adoptada por el consejero de Vivienda, con el respaldo del lehendakari: convocar el pacto social de la vivienda. Se reunió en el mes de julio y es de esperar que se empiecen a anunciar y ejecutar medidas concretas en el futuro inmediato. Y más nos vale, puesto que nuestro futuro depende de ello.
Porque no tendremos futuro si no conseguimos acortar la brecha entre quienes más tienen y quienes menos tienen, ya que una sociedad desigual no es una sociedad sana, no es una sociedad digna. Y la vivienda es un aspecto determinante para garantizar la justicia social a la que decimos aspirar.
Porque no tendremos futuro si nuestra juventud no encuentra alternativas de vivienda que le permitan construir su proyecto vital en Euskadi. Y la premisa esencial para fidelizar el talento que tanta falta nos hace o renovar generacionalmente la sociedad, las empresas y las instituciones con garantías de futuro, es que las personas jóvenes encuentren un lugar donde vivir.
Debemos ser conscientes de que no es una tarea fácil. Se requiere mucho esfuerzo y mucha creatividad para encontrar soluciones y prestaciones que ataquen el problema desde sus múltiples flancos. Y, sobre todo, hace falta valentía y convicción, ya que muchas de las medidas necesarias recibirán la oposición (tan frontal como soterrada) de algunos de los sectores y personas que hoy viven, y muy bien, especulando con este bien incomprensiblemente escaso. Veremos.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.