El sueño de la salud
Es una obligación el activismo personal y social para transformar el sistema sanitario de forma radical, decidida y urgente
Óscar Moracho
Gestor sanitario y licenciado en Medicina y Cirugía
Jueves, 18 de mayo 2023, 00:02
Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Óscar Moracho
Gestor sanitario y licenciado en Medicina y Cirugía
Jueves, 18 de mayo 2023, 00:02
Estos días he soñado que la ciudadanía estaba más orgullosa de su sistema público de salud que de su equipo de fútbol. Lo apoyaban y animaban, criticándolo solo para conseguir que fuera el mejor. Los mejores profesionales cobraban el doble que los menos comprometidos, tenían ... un alto reconocimiento social y contaban con autonomía para organizar su trabajo. La financiación era suficiente, y cada año la inversión en promoción y prevención de la salud era la que más crecía.
Los programas de salud se diseñaban en función de las necesidades de las personas y colectivos más vulnerables y se buscaban alianzas locales con todo tipo de asociaciones y colectivos para hacerlos más efectivos. La atención en las casas o residencias se prestaba con la misma calidad que en los centros sanitarios, y las listas de espera para diagnósticos y tratamientos no eran motivo de preocupación para los pacientes, ya que respondían a las necesidades y prioridades en salud de forma equitativa y adecuada.
He soñado que cuando un paciente acudía a un centro se encontraba con el mismo equipo sanitario, que le conocía desde hacía años y se encargaba de su atención integral, dedicándole el tiempo y la orientación adecuados en función de sus prioridades y preferencias personales. Las personas consideraban que estaban bien informadas, se contaba con su opinión y se sentían responsables de su propia salud, haciendo un uso sensato y adecuado de los servicios.
El Ministerio de Sanidad y las consejerías no eran de segunda fila política y no se dedicaban solo a la atención sanitaria, sino que la salud era un plan de gobierno transversal, dedicado a todo lo que tenía impacto en la misma. Los proveedores farmacéuticos y de equipamientos tenían el margen comercial de otros sectores, colaboraban activamente en lo que de verdad necesitan profesionales y pacientes, en un mercado totalmente honesto y transparente.
La atención primaria, la salud mental, los cuidados paliativos, la atención a enfermos crónicos o la coordinación entre los servicios sociales y sanitarios disponían de más recursos que la atención hospitalaria y eran los ámbitos más valorados por la ciudadanía.
Soñaba que el sector salud era referente en innovación en gestión de servicios, los gestores y responsables de servicios sanitarios estaban tan cualificados como en las mejores empresas privadas, y eran seleccionados, evaluados y reconocidos por su capacidad de liderazgo y resultados, en vez de por amiguismo o por docilidad partidista. La formación continuada de los profesionales, tanto en conocimientos técnicos como actitudes, habilidades en comunicación o ética profesional, era un objetivo prioritario de la gestión de personas, así como la información, la comunicación o el reconocimiento.
Aspectos como la calidad, la eficiencia, la equidad, la seguridad del paciente o eliminar actuaciones sin valor eran una preocupación de todos los profesionales, y no solo de los expertos o los gestores. Se incorporaban nuevos roles en las organizaciones sanitarias, y a los existentes se les sacaba el máximo partido. El corporativismo estaba muy mal visto, y los profesionales denunciaban internamente las actuaciones criticables, para poder mejorar el sistema.
Algo sorprendido, ya despertándome, soñé que los políticos de diferentes partidos buscaban consensos amplios sobre lo que técnicamente funciona bien en sanidad, y no utilizaban este sector como arma arrojadiza electoral.
Soñé muchas más cosas, y al despertarme fui consciente de que todo lo soñado no solo era necesario sino que era posible y realizable. Pero estábamos en campaña electoral, con lo que seguiríamos anclados en el discurso, salvo la subida de algunos salarios para tener la calle tranquila.
Os cuento mi sueño con ánimo de un llamamiento urgente a la acción. La salud es demasiado importante para dejarla solo en manos de los políticos. ¿Cuántas más enfermedades, sufrimiento y muertes evitables podemos permitirnos? ¿Cuántos recursos se pueden dedicar a actuaciones que no aportan salud o cuántas ilusiones profesionales podemos perder?
Alguno de estos aspectos se ha conseguido en parte, gracias a los conocimientos y esfuerzos actuales y pasados de muchas personas, y tenemos todavía un sistema público de salud del que nos podemos sentir orgullosos. Pero hoy es una obligación el activismo personal y social para ir transformando el sistema de forma radical, decidida y urgente, seguir mejorándolo de forma continuada y hacer realizable un sueño tan ilusionante y ambicioso.
La salud es responsabilidad de todas y cada una de las personas que componemos esta sociedad y una inversión imprescindible para las generaciones futuras. El camino es largo, y debemos comenzar a trabajar por conseguirlo todas las personas, estamentos y organizaciones, y ¡desde ya!
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.