El 23 de agosto de 1939 Ribbentrop y Mólotov firmaron un pacto de no agresión que escondía un protocolo secreto: el reparto de Polonia y Europa Oriental. Hitler y Stalin sabían entenderse. Y así, sin previa declaración de guerra, a las 4.30 de la ... madrugada del 1 de septiembre tres aviones alemanes modelo 'Stuka Junkers Ju 87' se lanzaron en picado sobre el puente de Dirschau (hoy Tczwe) y dejaron caer las primeras bombas. El puente quedó destrozado ante los ojos atónitos de los guardias polacos que lo custodiaban. Mientras tanto, a esa misma hora era bombardeada la ciudad de Chojnice, al norte del país. A las 4.40, solo diez minutos después, la Luftwaffe, como ya había hecho con Gernika, bombardeó la pequeña ciudad polaca de Wielun. Murieron 1.200 personas. Y a las 4.45 el buque escuela alemán 'Schleswig-Holstein', fondeado en visita de buena voluntad en la ciudad libre de Danzing, dirigió sus cañones contra la guarnición polaca de la base naval de Westerplatte.
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Bueno, como ocurre tantas veces en la historia, esta invasión se justificó con una gran mentira: la Operación Himmler. El 31 de agosto, seis miembros de las SS, vestidos con uniformes del Ejército polaco, irrumpieron en la emisora de la ciudad fronteriza de Gleiwtiz, hoy Polonia y entonces Alemania. Después de reducir a tres empleados y a un policía, un intérprete radió en polaco consignas antinazis. Además, arrastraron hasta allí, drogado y vestido de militar, al nacionalista polaco Franz Honioka y le pegaron un tiro. Enseguida sentaron el cadáver frente al micrófono haciendo ver que era él el que retransmitía las soflamas y sacaron fotografías. Las imágenes se publicaron en todos los periódicos. De esa manera se justificó la invasión: Polonia había empezado antes.
El 17 de septiembre Stalin invadió Polonia por el este. El Ejército polaco sucumbió en pocos días a la denominada guerra relámpago alemana (blitzkrieg), con unidades motorizadas y blindadas apoyadas desde el aire por la Luftwaffe, y a la fuerza arrolladora del Ejército Rojo.
Pero ¿por qué la invasión? Tras el fin de la Primera Guerra Mundial, las condiciones impuestas a Alemania fueron duras y humillantes. Hitler entró en acción. En 1933 Alemania se retiró de la Sociedad de Naciones y de la Conferencia de Desarme. A partir de ahí y hasta 1939, el Führer reconstituyó el Ejército, se anexionó el Sarre, Renania, la región de los Sudetes en Checoslovaquia y el Ejército alemán fue recibido con entusiasmo en Austria, consumándose la Anschluss, la unión entre Alemania y Austria. La Conferencia de Múnich aceptó la ocupación de estas zonas por ser de habla alemana con la condición de que Alemania se detuviera ahí, ¡qué ingenuidad! Pero en 1937 Hitler había exigido, sin éxito, la anexión de la ciudad de Danzing, puerto báltico poblado en un 90% por alemanes, y el acceso ferroviario al 'corredor polaco', que abría Polonia al mar. Danzing, pues, servirá también de pretexto para la invasión de Polonia.
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¿Y Stalin? Del 15 de junio al 2 de agosto de 1939, Stalin negociaba una alianza con Reino Unido, Francia, Polonia y Rumania. Sin embargo, la negociación se interrumpió el 21 de agosto tanto por el poco entusiasmo de Reino Unido y Francia como por la rotunda negativa de Polonia y Rumania a que el Ejército ruso entrase en sus territorios para atacar a Alemania, esos dos países tenían disputas territoriales con Rusia y temían que la entrada supusiese una invasión. Así que, al final, Stalin decidió unirse a Hitler, que llevaba tiempo tentándole con la idea de repartirse Polonia y el Oriente europeo.
El 3 de septiembre, Inglaterra y Francia declararon la guerra a Alemania, pero no movieron un dedo, prefirieron verlas venir que embarcarse en el conflicto y contemplaron agazapados cómo Polonia era engullida por alemanes y rusos. Luego les tocó el turno a ellos y eso ya fue otra cosa. De esa manera tan 'drôle', tan singular, se inició la Segunda Guerra Mundial, la mayor tragedia de la humanidad con 80 millones de muertos.
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