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Sentí sorpresa y pena al ver hace unos pocos meses en La 2 el programa 'Imprescindibles' sobre la figura de Emilio Herrera Linares. Confieso que nunca me habían hablado de él, y es dolorosa esa involuntaria ignorancia ya que es todo un símbolo de lo ... que nos ha pasado en este país de posturas irreconciliables. Cada día una sorpresa en esta tierra de sorpresas.
Esto que me ha ocurrido es la herencia trágica de lo que han sido cuarenta años de dictadura y otros tantos de democracia imperfecta. Y digo imperfecta, visto con la perspectiva de los 44 años transcurridos, en cuanto en 1978 no se rompió del todo con su pasado, en cuanto las fuerzas franquistas mantuvieron sus estructuras, en cuanto seguimos sin saber lo que ha ocurrido en nuestro siglo XX. Durante muchos años no se nos permitió conocer sino una verdad: la cacareada por los vencedores, repetida en los textos y en la propaganda hasta la saciedad. Esa propaganda ha generado amnesia y letargo mental: una inmensa mayoría no quiere conocer la verdad de lo que pasó porque ya tiene 'su' verdad. Seguimos sin saber -y muchos, sin querer saber- lo que pasó en España entre los años 1931 y 1939 y durante la dictadura de Franco.
Es vergonzoso, ruin y antihistórico que en los estudios no se nos haya dado a conocer ni una línea de una figura como la de Emilio Herrera Linares (Granada, 1879-Ginebra, 1967). Es un hombre de una inteligencia, creatividad, lealtad a sus principios y generosidad fuera de lo normal. Tiene una biografía espectacular: ingeniero, piloto, militar, científico, político, investigador, visionario e íntegro como persona. ¿Quién fue este señor?
Este ingeniero militar, se especializa en el campo de los aerostáticos y dirigibles; por primera vez une Europa con África con el vuelo Tetuán-Sevilla en 1914; pilota con otros alemanes el 'Zepelín' que atraviesa el Atlántico y circunvala el mundo (un millón de kilómetros); crea varias patentes; en 1935 inventa la escafandra estratonáutica, que es la precursora del traje espacial actual, etc., etc. Una figura mundial que obtuvo las más altas consideraciones en Estados Unidos, en la Academia de las Ciencias de Francia y en la Unesco.
Pero cometió un 'delito': se mantuvo fiel al Gobierno legítimo de la II República, y eso no se perdona. Como militar tenía la concepción castrense de la lealtad y sentido del deber. De tal forma que, como fue condecorado y nombrado gentilhombre por Alfonso XIII y eso conllevaba fidelidad al Rey, al ser proclamada la II República tuvo escrúpulos de conciencia y fue a París, donde el propio Rey exiliado le tuvo que exonerar de esa obligación contraída. Tranquilizada su conciencia, jura fidelidad al Gobierno electo de la República y en esa fidelidad se mantiene cuando estalla el golpe de Estado. Se tuvo que expatriar, pasó miseria, al final de sus días fue presidente de la República en el exilio y murió en el extranjero. Católico y monárquico, juró fidelidad al Gobierno legítimo de la República y como tal se mantuvo. Tenía prestigio mundial y se codeaba con Einstein, quien lo valoraba en su punto y con quien tenía arraigada amistad.
Y hemos tenido que esperar a 2022 a que el historiador Emilio Atienza haya publicado su biografía para poder conocerlo. Porque no ha sido un olvidado casual, sino un olvidado cuidadosamente silenciado, que es el mayor de los desprecios porque lleva al olvido, a la negación de su existencia. Nos han contado una verdad, mil veces repetida, mil veces injertada en el imaginario colectivo del no-lector. Por eso nos hemos tenido que enterar 55 años después de su muerte. Esta es la desgracia patria, que no quiere quitarse los diablos del pasado, que son muchos los que quieren que sigan los difuntos en las cunetas y quieren seguir contando 'aquella' verdad.
Seguimos sin conocer quién fue Juan Piqueras, un genio del cine conectado a Luis Buñuel y a la Generación del 27. Lo asesinaron enfermo en el hospital de Venta de Baños al comienzo del golpe de Estado. Tenía 32 años.
Hoy tenemos que preguntarnos cuántos Emilio Herrera Linares, cuántos Juan Piqueras humillados e ignorados seguimos teniendo. Aunque lo intentaron, no nos pudieron ocultar la existencia de los Unamuno, Lorca, Miguel Hernández, Antonio Machado y otros porque nos quedaron sus textos. Si no, nos los hubieran negado. Me pregunto qué pizca de patriotismo pueda tener el negar la reconocida valía de una persona por su forma de pensar.
Gracias a La 2 por darnos programas que dignifican su función.
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